6. El conejito

34 15 2
                                    

Jungkook se para en una de las piedras que sobresale, pensativo. Extraña a Jimin, como cada vez que su hada se va de viaje con el aventurero Líder. Está preocupado, pero también seguro de su retorno.

Una vez sus ojos captan la pequeña figura de Jimin, brillante y tintineante, una sonrisa gigante se dibuja en su rostro, con dientes delanteros más grandes que los demás. Mueve las orejas de conejo que se irguen entre sus cabellos color ébano, contento.

—¡Lisa, Jimin ha regresado! —avisa sonriendo. Jimin, a lo lejos, le copia la acción, formando corazones con sus deditos. Jungkook siente su estómago revolverse.

La niña sale de entre los arbustos, con la piel manchada de lodo y sus orejitas de gata. Jungkook mueve la cola y salta en busca de un encuentro con Jimin, hasta que ve algo indeseado: los niños desconocidos que le siguen. Son tres, ¡uno incluso tiene un sombrero de lo más de feo!

—¿Dónde está Jiminnie? —cuestiona Lisa, parándose a su lado. Jungkook golpea el interior de su mejilla con la lengua, cruzándose de brazos. Jimin frunce el ceño, confundido ante la posición celosa del conejito.

—¡Lo tienen los piratas! ¡Ataca!

Y, aunque puede no estar seguro, Jungkook reconoce que todo aquel individuo que no pertenezca a su familia de Niños Perdidos, por ley debe ser un blanco de su desconfianza.

Lisa se arma con un par de piedras y Jungkook le copia, mientras para inician el ataque indiscriminado. Jimin abre los ojos, aterrado, y empieza a negar con sus bracitos. El niño que luce mayor, echa hacia atrás los otros dos, tomando una posición de combate, pero el conflicto no pasa a mayores porque Namjoon hace acto de presencia, colocándose delante de los recién allegados.

—Joon, ¡qué bien que vuelves! ¡Quítate, hay piratas allí! —grita Lisa, lanzando una piedra que Namjoon atrapa rápidamente. El moreno cambia de colores en un instante, su piel viéndose roja y casi podían jurar que sus orejas echaban humos. Jungkook palidece, temeroso; Namjoon es buen Líder, pero tiene una vena dominante más grande que la Laguna de las Sirenas, naturalmente impone miedo y demanda sumisión.

—¡Qué vergüenza! —dice Namjoon, jalándoles del pelo para ponerles los pies en la tierra: literalmente. Jimin y los niños extraños le siguen con parsimonia, aterrados—. ¡Les traigo una mamá para que les cante hermosas canciones...!

—¡¿Mamá?! —interrumpen al unísono, confundidos.

—¡...y tratan de matarle!

—¡Kookie dijo que eran piratas! —acusa Lisa, defendiéndose. Jungkook se pone mucho más pálido.

—¿Jungkook dijo qué?

—¡Insinuó que debíamos exterminarlos!

Aunque Namjoon duda que ellos hubieran podido, teniendo en cuenta las pequeñas piedrecitas que habían cogido, le causa ira el hecho de que intentaran herir a Jin; así que, encarando a Jungkook, se cruza de brazos y empieza a caminar de un lado a otro.

Jimin, por su parte, quiere defender al conejito, pero nadie le está prestando atención.

—Se te acusa de alta traición, Jungkook, ¿tienes algo que decir al respecto?

El niño se frota la nuca, mirando sus piecitos descalzos. Al contrario de Namjoon, sus discípulos tienen ropas sucias que cubren casi todo el cuerpo, pero siguen sin encontrarles utilidad a los zapatos.

—Soy culpable, l-lo siento, Namjoon... —dice en un hilo de voz.

—¿Culpable? ¡¿No te das cuenta de que pudiste haberlo matado?!

Jungkook, que ahora no está especialmente apenado, sino enojado (pues su Líder lo está tratando injustamente), aprieta los puños a sus costados y frunce el ceño.

—¡No lo puedo creer! ¡Estás prefiriendo a tres niños que acabas de recoger de no sé dónde! ¡Por sobre mí, el maknae! ¡Le diré a los demás, es hilarante e injusto!

Namjoon, a quien poco le gustaba que cuestionaran sus palabras, se para con firmeza y señala al chiquillo híbrido de conejo—: ¡Te condeno al exilio!

Todo parece ser más lento, más pesado e irreal. Namjoon encuentra sus palabras algo exageradas dos segundos después de haberlas exclamado, bajando los brazos a sus costados y luciendo exhausto. Sin embargo, continua con la escena que ha armado porque es conocido gracias a que difícilmente se echa para atrás.

Lisa quiere decir algo, velar por los derechos que su amigo tiene como maknae, pero sabe que la postura de Namjoon es inamovible y, por lo tanto, cierra la boca, agotada.

Jimin vuela hasta estar frente a frente con el Líder, que penetra con sus ojos afilados y rasgados, iracundo.

—¡No puedes desterrarlo, es el maknae, nuestro protegido! —reclama con los bracitos en la cadera, imperturbable. Jimin ha pasado tanto tiempo con Namjoon, que es muy raro que el moreno le intimide.

—¡Tú no tienes derecho a cuestionar mis decisiones! —le da un manotazo, tirando al hada hacia una hoja. La estela de polvo hace estornudar a J-Hope y Tae, quienes se han mantenido cual estatuas en toda la escena.

Jin le da la razón a Jimin, así que se acerca al hada y le ayuda a sentarse, pero este se aparta haciéndole mala cara. Le hace darse cuenta de que lo que pasó fue su culpa, y quiere enmendarlo.

—No creo que debas desterrarlo, Namjoon. —suplica, tomando la mano del chico.

Al contrario de lo que Jungkook hubiera apostado, el rostro del Líder se desfigura hermosamente en una sonrisa perfecta.

—Será una semana de exilio, Jungkook —dicta, sin ni siquiera mirar al interpelado. En su lugar, entrelaza sus dedos con los de la mano que se había posado en la suya—. Ven, Jin, voy a mostrarte la isla.

Es hermoso, piensa Jungkook, por él, yo, su hermano, he pasado a ser inferior en rango. Enojado, se encamina hacia Jimin y lo acaricia con sus dedos. El hada está llorando, triste.

—Me iré contigo, Kookie, no puedo alejarme de ti.

Por primera vez en días, Jungkook se siente imperturbablemente feliz, pues para su mejor amigo sigue siendo importante. Ninguna cara bonita ha de desterrarlo del primer puesto en su pequeñísimo corazón mágico.

NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora