18. Caricias y confesiones

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El zumbar del mar se escucha de lejos.

—Mi nom-bre es Hoseok... —admite en voz baja. Ha interiorizado que su muerte no es tema de discusión. Sin embargo, reconoce haber sido feliz. Esa pobre alma que aparenta rigor y altanería no era más que un desafortunado de la vida. Y le tenía pesar, pues no conocía nada mejor—. Me gustaba jugar a ser tú en casa, ¿sabes? Es casi poético que seas quien me mate.

El Capitán prende un cigarrillo—. ¿Sí? ¿Y quién era Namjoon?

—Mi hermano pequeño. Era muy sanguinario en su papel, ya veo que nos equivocamos de lugares.

J-Hope no sabe por qué le dijo su verdadero nombre, pero se rehusaba a tomar su final siendo un niño sin nombre. Él había sido un hijo, un hermano, un amigo, un soñador empedernido que, con trece años, se interesó en culturas diferentes, en libros y arte. Alguna vez escuchó que tenía futuro, tal vez se casaría con una buena dama y tendrían un hijo y medio mientras observaban un Seúl sin guerras ni cosas malas de adultos.

Pero no pasaría. Está bien, porque no es propio de su personaje perder la esperanza.

—¿Te estas rindiendo? ¿No vas a rogar por perdón? Hace nada estabas orinándote en tus pantalones. —El Capitán se escucha confundido.

—No se trata de rendirse. Solo que..., no lo sé, ¿podría saber su nombre? De todas maneras, voy a morir, me lo has dejado claro.

Duran dos minutos con otra melodía preciosa de fondo; la culminación de esta llega con un estridente sonido. Ha desafinado, y le molesta, pero aun así dice—: Yoongi.

—Yoongi..., lindo nombre.

—Ahora soy Capitán Suga, vaya.

—¿Le gustaría... ser Yoongi?

El chico se pone de pie, perdiéndose a sus espaldas. J-Hope se tensa, pero entonces siente que sus muñecas son liberadas. Se queja y las lleva hacia su rostro, acariciando la más afectada por las gruesas cuerdas.

—No realmente. Yoongi ya murió, yo lo maté.

J-Hope suspira, sabiéndolo detrás de él—. Hay... hay algo que nunca le he dicho a nadie. Siempre me sentí por debajo de mi hyung. En casa, mis padres y abuelos siempre solían elogiar sus notas, su rostro, su buen porte. Podría tener a cualquier dama que quiera porque es hermoso, pero yo..., bueno, soy el que sigue. Ciertamente, era el mejor de mi clase, sin embargo, ni con eso podía aplacar al primogénito —la voz de J-Hope hesita, pero al final se decide por permitirse ser Hoseok. Yoongi le ha dicho su nombre—. Incluso él obtuvo la atención de Namjoon, quien era prácticamente nuestro héroe, y no me molestó en ningún momento, solo es otra manera del destino para pisotear mi autoestima.

Yoongi se vuelve a sentar en el banquillo, mirándolo fijamente—. Pensé que eras del tipo positivo y más mierda.

—Lo soy, de otra manera no hubiera sobrevivido. Y no me malinterpretes, quiero a mi hyung, a mis dos hermanos, aunque..., no lo sé, ¿está mal envidiarle de vez en cuando? Porque había escuchado que ten-tenía un gran futuro, pero sin duda el de Jin será mejor. Solo por ser el primero. —suelta despacio. La cicatriz de Yoongi es atractiva.

—No está mal —murmura—, son tal para cual, gozan de beneficios solo por haber nacido de una forma.

Hoseok niega—. Ellos no son malos, ¿lo sabes, cierto? Lo has dicho, no tienen la culpa por haber nacido de esa manera. Mi envidia es buena.

—No existe envidia buena.

Hoseok ladea la cabeza—. Nunca le haría daño, tú intentas matar a Namjoon. —se defiende a la defensiva.

NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora