7. Mariposas

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De fondo, J-Hope y Taehyung empiezan a discutir adónde dirigirse ahora que Namjoon les ha propuesto conocer la isla de sus sueños.

—¡Quiero ver de cerca a los tigres! —manifiesta Taehyung, saltando con su peluche de corazón en mano.

—Por mi parte, creo que podríamos ver a los indígenas. —plantea J-Hope, quien tiene una curiosidad grandísima hacia otras culturas.

—¡Vamos a cazar! —dicta Lisa, quien ya ha superado su culpa por lo ocurrido.

Namjoon sonríe ante la lluvia de ideas—. Vayan con Lisa a ver los indígenas, es lo más pacífico. Mientras tanto, Jin y yo iremos a la Laguna de las Sirenas y Tritones.

Jin se sonroja, dejándose jalar por Namjoon.

Los niños desaparecen, pletóricos, envueltos en risa y diversión. Jin les da rápidas indicaciones sobre no causar problema y verificar que lo que ingirieran no estuviera envenenado, pero Lisa presume que conoce cada rincón de la isla, así como su vegetación y dónde yace el agua purificada. Les encarga a sus hermanos, los despide con un beso en la frente y una sonrisa gigante.

Namjoon, quien ve la escena, también sonríe, extraño. Sabe que hay una sensación en su pecho cada vez que escucha a ese chico cantar, ahora descubre que el calorcito también aparece cuando lo ve ser él mismo. Hace una nota mental de preguntarle al buen Jimin, y a continuación busca al hada con la mirada, encontrando sus ojos enojados y distantes, mientras se marcha en el hombro de Jungkook. El maknae no es capaz de fijarse en él, Namjoon traga saliva, la culpa acentuándose en su estómago.

—¿Qué haremos ahora, Namjoon? —cuestiona Jin, sonrojado. Namjoon no se corta cuando extiende su mano libre y acaricia la mejilla del castaño.

—¿Por qué estás rojo?

El chico adopta ese color en más medida—. Pu-pues porque..., no lo sé, me pones nervioso.

Namjoon asiente, comprendiendo—. ¿Eso es bueno?

—¡Claro que sí! Demuestra que... te quiero.

Ahora Namjoon siente su rostro caliente.

—Es increíble. —dice, perdiéndose en los ojos de Jin.

—¿Qué cosa?

—Bueno, que cuando te escucho cantar hay... una especie de electricidad caliente en mi estómago —susurra—. Y cuando has dicho que me quieres, se multiplicó.

Jin se queda en silencio y ladea la cabeza. Tatarea unos segundos para después, sin hesitación, dirigir la mano de Namjoon hacia su propio vientre. El moreno está confundido, pidiendo una explicación tácita.

—Yo también lo siento, aquí —los dedos de Namjoon sobre su camisón, acariciando paulatinamente—. Cuando te pensaba ya lo sentía, ahora que te conozco..., también se multiplicó.

Namjoon, quien es incapaz de captar la magnitud de tal confesión, sigue feliz y ahora agarra la cintura de Jin con ambas manos, levitando. El chico se remueve, con miedo, pues el polvo de hada se ha agotado y ahora es Namjoon quien debe velar por el vuelo de ambos.

—¡Ahora iremos a la Laguna más azul y más laguna que has visto en tu vida!

Jin ríe, encantado. Se deja llevar por Namjoon y sus ojos se abren en gran medida cuando, desde una altura prudente, puede detallar a grandes rasgos la magia y divinidad de aquella isla. La había imaginado con anterioridad, pero no con ese nivel, pues los colores y los animales son impresionantes, van más allá de los límites del describir. Sus favoritas siempre fueron las mariposas moradas, esas con alas grandísimas y elegantes, justamente como las que se posan al lado de su cuerpo, volando alrededor de ambos cuerpos.

—¡Mira, Namjoon, son mariposas! —el moreno se carcajea, agarrando una y colocándola en el pelo de Jin—. ¡Quítamela, quítamela! —se queja, removiéndose en su lugar. Por suerte, los brazos musculosos de Namjoon le ayudan a no caer.

—¡Si se te ve precisa! —amonesta, besándole la mejilla.

Jin piensa que, si bien la isla y su paleta de colores cálidos le ha cautivado, nada como aquel extrovertido muchacho. En su cuarto, cuando cantaba a sus hermanos, siempre se sentía observado, e incluso varias veces le había visto en compañía de Jimin, pero soñarle y verle son diferentes. Porque ahora que lo ha notado, Jin puede jurar que tienen un lazo. En casa todo está siendo complicado: no es tan joven como sus hermanos, así que sus padres le cuentan sobre la situación política, mientras expulsan sus discursos sobre crecer y posteriormente formar una familia de bien.

Jin no está exactamente en contra de crecer, pero es muy pronto, él todavía se siente como un niño. En su pecho no existen sentimientos para con su prometida: en cambio, Jin quiere a Namjoon, porque la idea de que el moreno sea el gran Peter Pan le da un soplo de paz a su alma. Según el cuento, Peter Pan no quiere crecer y se regocija en toda actividad infantil que denota su inocencia pura; pero Namjoon no luce como un niño, o al menos no como sus hermanos pequeños, porque Namjoon es grande y alto, con facciones marcadas y unos hoyuelos particularmente encantadores. Así que, Jin no lo ve como a un miembro de su familia, y aunque tiene claro que es su hyung, se siente intimidado a su lado, tan a gusto y en confianza.

Podría ser su mejor amigo.

Y está bien. Porque hace a Jin muy feliz.

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