Los niños son orquestados por una persona feliz, que les guía por el territorio aborigen con mucha diligencia. Taehyung piensa que es una niña muy hermosa, además de que le ha hecho cumplidos sobre su peluche de corazón llamado Tata. Jin se lo había cosido para su último cumpleaños, y desde entonces lo mantiene a su lado la mayor parte del tiempo.
J-Hope ha estado encantado con la vegetación en el territorio de los Pieles Rojas, completamente enamorado de la cultura. Pidió un papel para escribir los datos que había recolectado; en su lugar, los indígenas le habían dado un pedazo de papiro y una pluma que remoja en pintura roja cuando escribe brevemente lo más relevante.
Otra cosa es que la tribu confía en ellos. Lisa le había explicado a J-Hope que, como Namjoon es un niño muy bondadoso, muchas veces los había ayudado en sus problemas con los piratas, quienes querían colonizarlos. J-Hope se aleja un poco cuando nota que su hermano y la niña que los guía están teniendo una conversación sobre el tejido de Tata.
Es increíble. Los cuentos que Jin había narrado por medio de sus canciones no le hacen alusión a tal belleza. Trabajan como una comunidad avanzada, no tanto como en casa, pero J-Hope todavía no ha presenciado una pelea superficial.
Hay un niño llorando, las lágrimas han arruinado la pintura roja en su rostro. Se acerca con una sonrisa confiable, esperanzadora, que además dibuja los extraños hoyuelos en las comisuras superiores de sus labios.
—Hola, niño —saluda, sentándose a su lado—. ¿Por qué lloras?
—¡Mi mamá no me quiere dejar bailar la danza del apareamiento!
J-Hope se sonroja—. Su-supongo que estás muy pequeño...
—¡No lo estoy! —y rompe a llorar con más ahínco. Parece tener siete años, así que no está entre sus opciones negociar.
De pronto, le surge una idea—. ¡Ya sé! Puedo bailar contigo, aunque no será el baile del apareamiento, ¿qué te parece?
El niño para de llorar—. ¿En serio?
—¡Claro!
Una sonrisa se muestra en su infantil rostro.
J-Hope se pasa los siguientes minutos en una danza un tanto improvisada y penosa, pero el niño no vuelve a lloriquear. Recuerda que en casa le gusta bailar, aunque a su padre no le haga mucha gracia. Incluso una vez había robado el cinturón de su madre para completar la vestimenta correspondiente a una coreografía que había ideado, ¡se la presentaría a sus hermanos! ¡Jin la amaría! Pero entonces..., su papá lo descubrió e, inevitablemente, tuvo su regaño.
Si se podía concentrar lo suficiente, aun es capaz de rememorar los golpes que le propinó su padre. Sus hermanos y su madre habían llorado más que él, porque Hoseok –digo, J-Hope, así se llama en Neverland, la isla de sus sueños-, se dio cuenta que la vida es diferente a los cuentos de hadas que su hyung les canta.
Sin embargo, había elegido tener esperanza, ¡aún tiene fe!
—¡Niños, es hora de que volvamos, seguramente Namjoon ya estará retornando a la guarida!
J-Hope, quien todavía seguía bailando, ahora con más niños que se habían unido, hace una mueca de berrinche. Lisa es menor que él, pero mantiene su posición firme, pues Namjoon la ha dejado a cargo.
—¡Otro rato más! —se queja Taehyung, quien está jugando a la pelota con unos chiquillos de su edad.
Lisa niega—. ¡Me meteré en problemas si les pasa algo!
Se marchan con caras largas, Lisa rodando los ojos.
Los niños con los que bailaba, lloran al verlo partir y J-Hope siente su corazón cálido. Recibe un par de besos y abrazos, la señora que anteriormente le había dado el papiro y la pintura, le da otro rollo limpio, con muchas plumas más, carbón y un botecito que, supone, tiene la tinta improvisada. J-Hope no puede contener su emoción, así que no le basta con la venia pronunciada, también les da abrazos y besos a todos los que se dejaran.
Se marchan felices y agradecidos. J-Hope sigue empecinado en aprender todo sobre la vegetación, lo que lo obliga a caminar detrás de los otros dos niños.
Entonces, la oscuridad lo abraza.
—¡J-HOOOOOPE!
Es lo último que escucha antes de caer inconsciente.
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Neverland
Fiksi Penggemar1951, Seúl Seokjin, Hoseok y Taehyung son los tres hijos de la familia Kim. Residen en Seúl, una ciudad golpeada por la Guerra de Corea. Hay problemas políticos más allá de la bonita casa hogareña de nuestros chiquillos, conflictos de adultos que no...