15. Árbol del Ahorcado

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Jin está preocupado, pero se niega a perder los estribos. Confía en Namjoon, sabe que velará por su hermanito.

El Árbol del Ahorcado es un lugar hermoso. Hay libros por doquier, se agacha a tomar uno de ellos que tiene la cobertura de color verde, y se encuentra con una hermosa letra cursiva. No hace una pausa para leer, pues sigue curioseando a través del lugar; más y más papeles con una textura extraña aquí y allá, juguetes y ropa regadas. Las camas están sin tender, lo que indigna a Jin.

Acuesta a Tae y lo cubre con las cobijas, suspirando. Se sienta en el suelo, a tan solo unos metros de su hermano, observándolo roncar quedito. Siente a Lisa tomar asiento a su costado derecho y recostarse contra su brazo, mientras que Namjoon entrelaza sus manos y se esconde en el hueco de su cuello y hombro; la respiración del moreno choca contra su sensible piel, y Jin sonríe.

—Creo que se durmió. —dice Namjoon, las ondas sonoras expulsan un aliento caliente. Jin se estremece positivamente.

Es increíble cuán completo puede sentirse al lado de Namjoon. Jin sabe que lo extrañará.

—Súbela a la cama, Namjoonie —pide Jin, y el interpelado se apresura a hacerle caso. La ubica a un lado de Tae y los niños rápidamente se abrazan entre sí. Las orejitas de gato de la niña están caídas, como cuando cae en un profundo sueño—. Ven acá, Nam.

Namjoon le hace caso—. Nunca me habías llamado así. —recuesta la cabeza en los muslos de Jin.

El castaño se apresura a enredar sus dígitos en el cabello oscuro, no sin antes retirar el particular gorrito verde que nunca se cae. Las hebras son gruesas y suaves.

—¿Alguien lo había hecho antes?

Namjoon tatarea, pensando—. Tal vez Jimin, pero él me ha llamado de muchas maneras. Es como una... mamá. —susurra, interiorizando la revelación.

Se quedan en silencio. Jin sigue acariciando a Namjoon, sus ojos perdidos en la lejanía, pensando en su hermanito.

—¿Cómo lo harás sin Jimin? —Jin rompe el mutismo.

—No.... lo sé.

—¿Los libros quién los escribió? —cuestiona para aligerar el ambiente, dándose cuenta que no debió mencionar a Jimin.

—Ji-Jimin —pausa—. Es el único en su especie. Hace mucho las hadas desaparecieron junto a otras criaturas, cuando la isla casi pierde su magia... Jimin no es inmortal, pero envejece más despacio; cuando nos crio, todavía era menor, podía tener la edad de J-Hope. Usaba su forma humana, le resultaba doloroso ser un hada y recordar que los suyos murieron. Entonces..., Yoongi se marchó, con su hermano, pero..., supongo que a Jimin siempre le dolió que su preferido se convirtiera en mi némesis.

Jin frunce el ceño—. ¿El Capitán Suga se llama Yoongi? —Namjoon asiente, sus ojos pequeños un poco aguados—. ¿La isla casi pierde su magia?

Namjoon volvió a cabecear en afirmación—. La leyenda cuenta que la isla, en vista de su enfermedad por falta de fe en los humanos, dio a luz a tres niños. Dos de ellos eran gemelos: como el sol y la luna, uno era luz y el otro era oscuridad, pero el sol dependía de la luna, pues Neverland existe allí; había otro chico que nació tiempo después, solía caerle bien a todo el mundo, pero lo más relevante era que podía volar. Jimin nos cuidaba, así que la isla le reveló, por medio del Árbol del Ahorcado, que el maknae de la familia era el Elegido. Se pasó a reconocer como el hijo de la isla, todos lo admiraban y lo querían, creció con amor, pero... Yoongi se vio en la sombra y se llenó de envidia, lo que lo condenó a crecer.

—¿Se convirtió en el Capitán Suga, tu enemigo? —Jin, que ya había entendido el relato, se niega a hablar en tono alto. Dos gruesas lagrimas caen de los ojos de Namjoon, Jin las limpia y se inclina para besarle la frente.

—Sí. Jimin lloro durante días y entonces se negó a volver a ser humano, decía que había fallado. Su trauma cambió. Yoongi y Agust no crecen más allá de los dieciséis porque Jimin hizo un trato con la isla, estaría por siempre con el Elegido y cuidaría de su corazón a cambio de que mantuvieran a los gemelos en una eterna adolescencia. Pero ahora... Jimin se ha ido, me ha dejado. Siempre lo quiso más que a mí, ¡también le da igual Yoongi! ¡Quiere más a Jungkook, Jin!

Jin lo mese con parsimonia, deja besos en donde sea que caigan sus labios y piensa en cuanto quiere a Namjoon. La conexión con ese niño había comenzado tiempo atrás: pensó que estaba loco por sentirse observado mientras les cantaba a sus hermanos, pero entonces los sueños sobre Neverland dieron inicio, y lo relacionó con un cuento americano que su padre le había regalado: Peter Pan. Él sería Wendy; pero nunca le desagradó, porque necesita ser salvado de crecer, anhela un soplo de calma a su alma. No le apetece estar casado con una dama cuyo nombre no recuerda, se llena de pavor con la idea de cumplir su deber de esposo y darle un hijo a la chica.

Las canciones se deslizan de su boca, danzando en su lengua y haciéndole cerrar los ojos. Se concentra totalmente, alcanzando las notas altas con facilidad, acariciando el pelo de Namjoon con sus manos. El chico le observa sin despabilar, maravillado, y Jin siente el sonrojo trepar por su cuello hasta cubrir sus mejillas y orejas.

—Cantas precioso... —le escucha decir a Namjoon.

Jin canta varias canciones más, haciendo que su hermoso moreno muestre sus hoyuelos.

Es entonces cuando les llega un pergamino, un búho lo ha traído.

NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora