Las orejas de Jungkook se esconden entre sus cabellos, justo como cuando se siente en peligro. Sucede en cámara lenta, todas esas personas los voltean a mirar y, gruñendo, se esparcen por todo el barco. Ha sido suerte que no estuvieran armados, pues disfrutaban de un banquete y un espectáculo sangriento. Además, está a punto de llover, lo que suele poner de buen humor a los bandidos, quienes tienen la costumbre de tomar una ducha de esa manera.
—¡Escóndete, escóndete! —le grita Jimin, y Jungkook corre con la destreza que solo un niño puede poseer, pues las balas de parte de Agust le siguen atacando. J-Hope grita de fondo, asustado.
El Capitán no hace acto de presencia, lo que les sorprende, pero los hace tener ventaja. Correr se siente bien, liberador, aunque todavía sus corazones estén sobresaltados.
—¡A las velas! —le avisa a Jimin, quien asiente, agradeciendo en silencio que aún lo tome en cuenta. Trepar las velas era más difícil, pero las banderas que ondulan con elegancia les dan ventaja para pasar desapercibido.
Una bala proveniente del Capitán Suga le hace trastabillar. Había dado justo al lado de su oreja, asustando a Jungkook. Jimin abre los ojos como platos.
—¡Kookie, Kookie!
—Estoy bien... —avisa, mintiendo. El hada no se lo cree, obviamente. Jungkook observa con una adoración que dura escasos dos segundos: Jimin se ha vuelto más brillante, con los orbes presionados entre sí, como si estuviera concentrándose.
Cuando llegan a un lugar donde, Jungkook puede ponerse de pie y ser protegido por un preciado muro de madera. Están en la cofa del barco pirata, un buen punto de vigilancia y con una altura suficiente para darles una tranquilidad ficticia, entonces el contenedor de cristal y oro se rompe en mil pedazos.
Jimin es un hombre hermoso. Tiene el cabello rubio y liso que cae por su frente, ojos dorados, labios gruesos de un color carmesí casi irreal, nariz pequeña y sonrisa preciosa. La piel casi nívea es cubierta por un pantalón blanco y una camisa de igual color, con las mangas tan largas que cubren sus pequeñas manos. A pesar de ser más alto que el, Jungkook piensa que no se arrepiente de haberlo protegido hace unos minutos. Es etéreo, sublime; tantas palabras que no conoce se arremolinan en su cabeza, deseando salir y expresarle cuan sorprendido y cautivado yace por su perfección.
—Kookie... —murmura Jimin, sonriendo levemente—, no hay tiempo para que te pierdas, estamos siendo atacados y necesitamos un plan.
Jungkook, aun en su letargo, asiente y se rasca la nuca. Balbucea un poco, para carraspear y organizar su cabeza. Sí, la forma humana de Jimin era cautivante, y Jungkook tiene claro que no es el único que debe sentir aquello, así que se sienta en la superficie. De lejos, existe el murmullo incesante de las balas. Jimin le copia.
—J-Hope está en peligro, Jiminnie, creo que debes convertirte en hada e ir por él. Si me das de tu polvo, puedo seguirte el paso.
El hombre asiente, pensativo—. Sí, tienes razón. Se le acabarán las balas a este paso. Tengo la sensación de que Yoongi no lo matara de inmediato, pero me niego a confiarme de él. Como sabes, me he equivocado. —la voz del adulto es suave, aguda pero también masculina. Jungkook se muerde la lengua cuando un cumplido corre por su garganta.
No es momento.
—No pienses en eso, mejor pongámonos manos a la obra.
Jimin asiente y se convierte en el hada que Jungkook está acostumbrado a llevar consigo. Le rocía polvo dorado sobre la cabeza y Jungkook, acostumbrado, se contiene de levitar. Jimin le da una mirada y sale primero que él. Su figura pequeña y escurridiza sirve para evitar las intercepciones de los enemigos, por lo que no se preocupa; en cambio, espera.
—¡Puedes salir, Jungkook! —le grita Jimin, dándole la señal que necesitaba.
Los piratas se encuentran apiñados alrededor de los cañones, con la voz demandante de Agust guiándolos. Mientras tanto, Suga se prende un porro grueso y se apresura a prenderlo con un yesquero vino tinto.
Jungkook sigue a Jimin, quien pasa con rapidez sobre el cuerpo tenso de J-Hope, dejando caer su polvo de hadas. A sabiendas de que el niño está inmovilizado, lo agarra de los hombros y lo lanza lejos.
—¡Ahhhhhhhhhhh, ¿Qué está pasando?!
Jungkook lo jala del camisón que trae puesto y le quita la venda en el proceso. El niño parpadea, acostumbrando sus ojos a la luz de la luna. Su boca se hace un gracioso rictus cuadrado, sus labios temblando.
—Te soltaré, pero debes calmarte y esconderte en la cofa. —Jungkook, del otro lado de las velas protectoras, le suelta el nudo en sus muñecas y pies. J-Hope se soba en las partes lastimadas.
—¿Co-Co...?
—Cofa —repite el híbrido—. Ese lugar allí arriba. Estarás a salvo, Jimin y yo nos encargaremos de los piratas.
—¿Qué les pasó a mis hermanos, lo sabes?
Jungkook niega—. ¡Ve! Mantente bien y ellos lo estarán, ¿bueno?
Jungkook espera que el niño se eche a llorar o le quite más tiempo en explicaciones tontas, pero J-Hope tan solo asiente.
—Gracias...
Jungkook le sonríe y sale del escondite, viendo a Jimin un poco lejos de su lugar. Levita a la vista de la tripulación, entreteniéndolos, mientras que J-Hope se echa a volar a la cofa.
El rostro del Capitán se convierte en una máscara frívola que, a lo lejos, le escudriña con ojos de asesino. La sonrisa que se extiende por sus mejillas rompe la piel de porcelana y deja ver sus encías rosadas. Sucede en cuestión de segundos, pues Jungkook puede jurar que las pupilas del enemigo brincan en arrepentimiento, pero este rápidamente se obliga a continuar: Yoongi, el preciado ser querido de su Jimin, da una orden que le llena de pánico.
—¡Cañón de agua, señores, el maknae alimentará a nuestros carnívoros marítimos!
Agust asiente y, con un movimiento de mano, les indica a los piratas disparar.
—¡¡¡¡¡Jungkook!!!!! —grita Jimin, asustado.
Jungkook sabe que ha sido el único en prestarle atención, por tanto, Jimin tuvo voz. Cierra los ojos sintiendo el agua fría impactar con su cuerpo. Es liberador pensar en que Jimin es lo último que escucha antes de caer.
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Neverland
Fanfikce1951, Seúl Seokjin, Hoseok y Taehyung son los tres hijos de la familia Kim. Residen en Seúl, una ciudad golpeada por la Guerra de Corea. Hay problemas políticos más allá de la bonita casa hogareña de nuestros chiquillos, conflictos de adultos que no...