26. Equilibrio

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La explosión había detonado un segundo antes de que el eterno atardecer diera inicio.

—¡No puedo esperar para abrirlo! —había dicho un eufórico Namjoon con una sonrisa gigante en sus bonitos labios morados. Jin recuerda un calor en su estómago, pero, aun así, no le negó abrir la carta.

El búho que la había traído tomó el vuelo de inmediato, y no tuvieron la agilidad de preguntarse por qué Jungkook enviaría una carta con un ave que le causa un terror casi cómico.

—Estoy seguro de que ya te habrá perdonado, Namjoonie. —había dicho Jin, conciliador

La misiva consistía en un pergamino mal doblado, papel amarillento y letra elegante: otro detalle que no debieron pasar por alto, pues Jungkook es muy pequeño para tal delicadeza en sus letras. Ni siquiera podría ser posible en los ojos de Jin, quien no conocía de nada al pequeño, pero seguía sin querer notar triste a Namjoon. Y le siguió la corriente, porque era lo que se esperaba de Jin, no tenía que poner mucha cabeza en la aventura y seguir al héroe, ¿verdad? Pero se había equivocado.

Y unió los puntos en los últimos momentos.

Ahora, con los niños desmayados y con el peluche de Tae medio echado a perder, Jin se pregunta cómo pudo eludir la obvia realidad: había sido una trampa. Pero Namjoon y su inocencia le habían contagiado..., no quería quitar su hermosa mueca ilusionada.

No quiere, se corrige, porque el niño sigue sin creer que había sido obra de Jungkook. Una venganza, concluye Jin mientras espera que Lisa y Tae estén bien.

—¡No pudo ser él, Jin! Jungkook me ama, no creo que me haya guardado rencor. Él... es el maknae, y yo su Líder, incluso dijo que su felicidad había comenzado cuando me conoció a mí y a Jimin. Yo...

Jin traga saliva y observa con detenimiento el Árbol del Ahorcado totalmente destrozado.

—¡Es una trampa, Namjoon! —había gritado Jin, viendo que la carta rápidamente perdía protagonismo cuando de su interior cayó una figurita cómica con el rostro de Jungkook que empezó un conteo extraño.

5...4...3...

—¿Qué...? —Jin llevaría por siempre tatuado la forma en que los ojos de Namjoon se perdía la alegría que se había instalado en ellos.

Pero no dijo nada. Agarró a los niños dormidos, un cuaderno verde que había tenido entre sus manos un rato antes y el peluche de su hermano. Namjoon no cuestiono enseguida, se apresuró a quitarle a Lisa mientras que se echaban a volar todos con ayuda del Líder.

2...1...

El Árbol del Ahorcado desapareció con un sonido que los ensordeció. Y ahora, ellos estaban sentados a unos metros mientras que, en silencio, intentaban no romper en llanto.

—No, no creo que haya sido Jungkook, Namjoonie. —le dice Jin, abrazándolo con manos alrededor de su cuello.

—¿Jin...? —pregunta Tae, despertando algo desorientado—. ¿Qué... qué le pasó a Tata?

—Lo arreglaré en casa, Tae. —le susurra Jin, sin apartarse de Namjoon. El niño se frota los ojitos y asiente, haciendo un puchero.

—¿El Árbol... qué ha pasado? —pregunta Lisa, corriendo hacia la pareja. Jin mira con preocupación a Namjoon, pero el moreno está taciturno, observando el inesperado atardecer que los envuelve.

Jin ni siquiera se inmuta, se acostumbró a las extrañezas de ese mundo. Sin embargo, la preocupación por su otro hermano le quema el alma, recordando que debe encontrarlo y.... marcharse.

No pertenece allí. Muchas emociones en su primer y único día.

—Abrázame. —ordena Tae, anclando la cabeza de Jin a la realidad.

Los cuatros comparten unos minutos largos entre ellos, hechos un embrollo de extremidades. Comprenden en grupo que existe una sensación de equilibrio en el ambiente que jamás habían presenciado, y que les ayudaba a no enloquecer por lo recientemente acontecido.

—El Elegido... —susurra Lisa, quien está en el cuello de Namjoon.

—No soy yo. —la voz de Namjoon se oye ronca, serena y plana. No demuestra ninguna emoción aparente.

Jin se separa, sentándose al lado del moreno.

—¿Qué?

—La leyenda dice que, cuando la armonía llegara a la isla, cuando el Elegido lograra posicionarse como la criatura más pura, el eterno atardecer daría inicio. —explica Lisa con ceño fruncido.

—No existirían día y noche, como cuando Yoongi y yo éramos enemigos.

—¿Yoongi? —pregunta Tae, y Jin le revuelve el pelo, indicándole que luego le explicaría. Su hermanito solo se encoge de hombros, abrazando su maltrecho peluche.

La llegada inesperada de un Jungkook brillando los colores del arcoíris, en compañía del hermoso Jimin más alto nunca antes. Su forma humana, piensa Jin, recordando que Namjoon algo le había hablado.

Se ponen de pie rápidamente.

Namjoon, estupefacto, levita unos centímetros sobre la tierra, parándose frente a los recién llegados. Jungkook, al igual que él, había volado, y Namjoon notablemente yacía en medio de una crisis.

Cuando Jungkook le copia, flotando hasta quedar falsamente de la misma altura, Namjoon suelta una carcajada feliz. Jin se enternece desde su lugar, con ambos niños a sus costados.

—¡Eres tú! —se sorprende Namjoon, abrazando a Jungkook. Ambos volaron en círculos, para finalmente caer en la tierra, todavía con sus brazos alrededor del otro.

Jungkook tiene una sonrisa preciosa, con orejas de conejo totalmente blancas, impolutas y erizadas.

—¡Soy yo, Namjoon!

Jin se alegra de no haberle roto el corazón con su desconfianza, incluso si tenía derecho a desconfiar.

—La explosión, fue el Capitán, ¿no? —interrumpe la escena. Namjoon y Jungkook dejan de mirarse para voltear hacia él—. ¿Dónde está mi hermano? ¿Está bien?

—J-Hope está en el barco pirata, Jin, con Yoongi y Agust. Él está bien. —avisa Jimin con voz serena.

—¿Con Yoongi? ¡Casi nos mata, por Dios!

—Él no volverá a lo mismo. —la voz de Jungkook es firme, aun si continúa con su tinte infantil.

—Lo siento, Jungkook. —dice Namjoon, arrepentido.

—No te preocupes..., yo no debí actuar como actué, pero sinceramente pensé que Jimin estaba en peligro.

—Yo también lo siento, Namjoon, Jin, niños... —murmura Jimin, dando dos pasos cerca de Jin—. Lo lamento tanto.

Jin asiente, y le abraza cortamente. El rubio se sonroja, afectado por su amabilidad.

—No te preocupes, siempre te voy a agradecer lo que has hecho por Namjoon, a pesar de todo.

Jimin junta sus manitas y sorbe su nariz—. Sé que lo quieres. Gracias por eso.

—Yo lo quiero, tienes razón —Jin encuentra los ojos de Namjoon y sonríe—. Quiero ver a mi hermano...

—¡Por favor! —interrumpe la infantil voz de Tae, y todos se ríen por lo tierno del niño.

NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora