14. Preferidos de Jimin

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—¿Jiminnie, adónde vas? —le pregunta Jungkook, pues el hada se aleja enfurruñado.

—Quédate aquí, Kookie, debo arreglar esto.

—No creo que sea buena idea, hadita. —los ojos de Tae están vidriosos; tiene miedo a quedarse solo. Jimin le hace mala cara.

—Se quedarán aquí. Lisa, estás a cargo. —ordena Jimin. La niña hace un puchero.

—¡No quiero estar a cargo! ¡Quedaré sin hermanos!

Jimin rueda los ojos, acercándose al híbrido de gato. Se para en su hombro y le hace caricias en los cabellos oscuros que caen por sus orejas.

—Lo harás bien, Lisie. Creo en ti.

La niña asiente y agarra la mano de un Tae que, para su sorpresa, todavía no ha perdido su peluche. Jimin no le dirige palabra y vuela entre las plantas. La oscuridad en la isla es densa, proveniente de la victoria del Capitán Suga.

Jungkkook corre detrás del hada—. ¡Jiminnie, te estas olvidando de mí!

—Eres un niño fuerte, Kookie, así que sígueme el paso.

El conejito rueda los ojos, dibujando una sonrisa con felicidad: ¡su hada quiere continuar aguantándole! Está agradecido.

Jimin vuela alrededor del niño, dejando caer su característico polvo de hadas sobre él. Cuando el niño levita y se carcajea, Jimin está seguro de que lo quiere mucho, y duda poder abandonarlo. Algo le dice que hace mal en llevarlo consigo, pero se niega a dejarlo atrás. Sabe que es horrible que tema por la incompetencia de Lisa, ¡Jungkook es su nuevo favorito!

¿Es raro que Namjoon, el hijo de la isla, nunca lo haya sido?

Rápidamente elude el cuestionamiento; no es la primera vez que emerge de entre sus pensamientos.

Desde lejos se alza el majestuoso barco pirata, de un ébano en perfecto estado. Es elegante a pesar de que los piratas bailan y cantan, tomando cervezas, fumando porros gruesos y besándose entre sí. Hay un par de mujeres con los senos afuera que se restriegan muy juntas. Jungkook luce perturbado, pero la inocencia en sus ojos de ciervo le indican a Jimin que el niño difícilmente entiende la escena.

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Tae y Lisa son interceptados por Namjoon y Jin, quienes los habían buscado por toda la isla. No hay un intervalo de tiempo muy pronunciado entre la marcha del hada y del conejito, así que encuentran a los niños todavía tomados de manos.

Jin se apresura a correr hacia su hermanito, le revisa la cara y le mueve el pelo de la frente. Tae se queja, pero Jin no se cohíbe en dejarle besos por toda la piel expuesta. El menor está sudado y sucio, su camisón arrugado.

—¡Estaba tan preocupado, TaeTae!

—Estoy bien, hyung, el único problema es que...

—Sabemos que han perdido a J-Hope. —informa Namjoon con seriedad.

Lisa se tira a sus brazos y comienza a hipar—. ¡No fue mi intención! ¡No me quiero convertir en pirata o en una puta, por favor no me condenes al exilio!

Namjoon, naturalmente, había estado enojado, pero la cercanía de Jin ayuda a que no se salga de sus cabales. Los niños saben que él no suele pensar en las consecuencias, y que el número de integrantes del grupo ha disminuido en demasía porque el Líder es incapaz de perdonar y dejar pasar.

Tiene miedo de perder a los que considera sus niños, pero pensar en ser abandonado duele más. Un escozor recorre su pecho cuando recuerda a Jimin dejándole.

Jin carga a Tae y camina hacia Namjoon. Le acaricia la mejilla con una mano, inclinándose para besarle el lugar exacto donde recuerda que emergen sus curiosos hoyuelos.

Namjoon suspira—. No lo haré, Lisa. Estaremos mejor juntos, porque somos una familia. Me he equivocado con Jungkook y Jimin, les daré...

—Una disculpa, Namjoon. —le ayuda Jin, pues nota que el infantil moreno no encuentra las palabras para expresarse.

—Eso, eso. Vamos al Árbol del Ahorcado y cenemos, mañana mismo emprenderé mi búsqueda por J-Hope.

Jin y Lisa asienten, Tae se había quedado dormido en algún momento.

El viaje a la guarida es silencioso y sereno, todo el mundo perdido en sus propias cabezas.

Namjoon piensa en que, aunque le cuesta aceptarlo, siente rabia con Jimin por haber preferido a Jungkook. Desde la llegada del híbrido de conejo, el hada se había mostrado especialmente afectado en el buen sentido. Lo mimaba tanto, que Namjoon lo comparaba con la adoración que solía profesarle a Yoongi. Un amor del que nunca había sido foco. Ahora, con la mano de Jin en la suya y la sensación de bienestar en su estómago, Namjoon se siente completo. Se sorprende dándole las gracias al Capitán Suga por atrapar al hermano de Jin: Namjoon quiere retenerlo lo más que pueda.

NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora