Lo que nunca será.

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Las puertas del tiempo se sellaron para siempre, una gran luz se desvaneció de sus manos y en sus ojos. Lo que había sostenido con tanto amor, ya no era más que una ilusión pasajera de algo que nunca será.

La pequeña dama agonizo en sus manos, las lágrimas ya no podían tocarla cuando decidió que iría al pasado. Decidida a arreglar la brecha entre sus padres, restaurar ese amor eterno y único que debía ser.

La voz de la pequeña dama y sus pensamientos aún se escuchaban en una grieta del tiempo, destino solo había uno y fue demasiado alterado para que fuera soportado por el futuro. Todo colapso tan rápido.

_Si pudiera regresar con mis padres, a esa brecha temporal que esta agitando el mar y tiempo, tal vez, mi realidad no será alterada.
El sueño que vi, oh no... Mi querido Helios ayúdame a proteger esta Tierra del futuro. Lo reyes han sido desvanecidos, mis amados padres se esfumaron como la espuma en el mar.

Pero no tengo miedo, se que podré arreglar este futuro que luce tan oscuro y sin esperanza. ¿Qué ha sucedido, madre y padre?_

Pero no había nadie.

La pequeña dama que tenía el ferviente deseo de volver, no fue capaz de atravesar la tormenta del tiempo y se perdió con la poca esperanza de que el mundo tan hermoso que vieron, ahora solo es un sueño imposible.

Pluto estaba ahí, destrozada y guardando el secreto que no puede decir por un tabú. Desea salir.

-¿Es esto una pesadilla del Tartaros o el ataque de un enemigo?, los reyes jamás debían ser separados y la pequeña dama debió nacer... Quizá, si yo vuelvo en el tiempo pueda arreglar todo esto.-

Pluto no encuentra coherencia en sus palabras.
Todo ha sido un castillo de arena destruido por fuertes olas, no tiene idea de como sostener los pocos cimientos que aún tiene en sus manos.

Mientras los príncipes existan, ellos podrán volver a estar juntos y construir ese futuro.

Se aferra tan fuerte, que fue vuelta a la realidad cuando Michiru entró a su habitación. La encontró. Su estado era lamentable, pálida, su mirada vacía y sus lágrimas no dejaban de caer.

-¿Setsuna?-

Michiru se acercó, acaricio su espalda y presintiendo que algo iba a mal, no dudo en apoyarla.

-Ell..Ella se ha ido, se desvaneció en mis manos.-

-¿Ella?...¿¡Hablas de la Princesa?!-

-Si, la pequeña dama se desvaneció junto con ese futuro que conocemos. Pero...pero.. Creo que con los reyes aún vivos, podríamos construirlo.-

Michiru palidecio.
Michiru guardo el silencio en su corazón, sabía como era de difícil el amor y pensar en reunir a dos personas que claramente tenían problemas resultaría muy egoísta de parte de terceros. Michiru y Haruka lo sabian perfectamente.

Las demás sailors, jamás habían tenido una experiencia en el amor o algo que les dejara saber que pasaba Serena. Así que de momento, el plan de no intervenir con la Princesa parecía el más factible si deseaban su pronto regreso. Incluso si querían confrontarse, no sabían en donde se escondía.

-Reina, por favor.
Que la luna me escuche y ella regrese.-

Mi amada por ti me volveré un príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora