Dudas que azotan en una cabeza de bombón.

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La tarde de verano había estado siendo esperada con impaciencia y lágrimas, el deseoso regreso del calor a unas diminutas manos y brillantes ojos.

El sol entregaba el calor arduamente en la plaza, los brillantes rayos hacían brillar el piso del parque en múltiples colores que la pequeña Claire gozaba.
Debajo de la sombra de un árbol está la familia, un paraguas para el pequeño 1 que come una paleta de hielo y una bolsa con hielos para Serena.

Seiya luce un pantalón azul, una holgada playera blanca que contiene arrugas por los juegos previos de Yuu y su coleta de siempre.

Claire frunce el ceño un par se veces, este calor, en particular este.
Resultó demasiado agobiante para la menor que no puede disfrutar apropiadamente de los juegos, (porque papá decidió que podría quemarse), pero más allá de eso. Desiste a la idea de comer su postre favorito, pues su padre se muestra demasiado perezoso para ir y su madre, bueno, Serena duerme pacíficamente y fresca al lado del bebé.

Alguien tiene que cuidar a Yuu y ese es su padre.

Claire desespera después de media hora, gotitas de sudor se acuñan en la frente de la menor y hacen humedecer su fleco. Los orbes azules tiemblan en su desesperación, un ligero temblor acompañan a las pequeñas manitas que se han decidido.

Un fuerte tirón a la playera de Seiya le hace distraerse un momento, 4 orbes azules se encuentran.
Un par tiembla, sus labios están apretados y su rostro demuestra un puchero.

El otro par se muestra tranquilo y le ofrece una sonrisa.

-¿Si, princesa?- la voz melodiosa y amorosa de Seiya, acompañada de un toque a la diminuta nariz de Claire.

-¡Helado!- réplica Claire con una voz decidida y un poco desesperada, su ceño se frunce aún más en espera de una respuesta rápida y un SI.

Una risa escapa de los labios de Seiya, tomando en brazos a su hija y sentandola en sus piernas. La deja allí, rebuscando en su bolsillos para sacar un poco de dinero y satisfacer a su hija.

Ahora entiende.

Ella no está regulando su temperatura como él y ahora está fastidiada del sol.
Otra risa.

Un billete de cien yenes reposa en las manos de Claire, Seiya se remueve de su lugar para despertar entre besos a Serena. Gruñidos y quejas, pero la rubia abre los ojos con gran pesar para fijarnos en el más pequeño de la familia.
Con la seguridad de que su esposa vigila mejor al bebé, Seiya se pone de pie tomando en brazos a su hija.

-¿El calor ya es insoportable?- Seiya ríe.
Sale de la sombra del árbol, los rayos ahora caen en ambos mientras camina al puesto de helados más cercanos.

La cara de Claire se restriega en el pecho de su padre múltiples veces, el frío y la sensación de frescura distrae a la niña. Y Seiya, encuentra eso adorable.

-¿El calor ha convertido a mi bebé en un gatito?, adorable.- susurra con una enorme sonrisa, dejando que su hija encuentre paz en su frío cuerpo.

Pero ninguna palabra salió de Claire en el recorrido en busca del anhelado helado, hasta volver a ese árbol y la fresca sombra.

Claire obtuvo su helado.

Ella está sentada al lado de su madre (que roba un poco de helado con una cuchara), esta tan centrada en su helado que se termina en menos de cinco minutos. Las mejillas manchadas de Claire son limpiadas por una toalla húmeda por su madre.

-Quiero otro helado.-

Claire réplica con decisión, pero la mirada de Seiya se fija en sus ojos azules.
Su modo de actuar es idéntico al de su madre.

-Esta bien.-

-¿En serio?-

La pequeña corre a las piernas de su padre que saca otro billete de su cartera, los ojos de la pequeña se centran en el billete y sus manos van directo a asaltar la cartera.
Seiya deja que su hija investigue.

Las monedas de yen caen al pasto junto con credenciales, algunos billetes de denominación menor y un vale de descuento. Todo es investigado por la pequeña y su curiosidad.

-¿Hay más?-

-En la cartera de mamá.- dice Seiya, Serena le ha mirado con una cara graciosa y entrega la cartera a la niña.

Más objetos caen en el pasto y son revueltos por Claire que juega entretenida con las brillantes monedas.

Sin embargo, Serena no se encuentra tan feliz que juegue con el dinero y ensucie sus manos. Prepara una botella con gel antibactereal y regaña con la mirada a Seiya.

Y una duda asalta la cabeza de la pequeña cabeza bicolor, junta bastante monedas en sus manos y mira los billetes. Hay más de 40 monedas, más de 10 billetes.. ¿De dónde sale todo eso?
Mira a su madre, ella, bueno, su madre le cuida dulcemente en casa casi todo el tiempo.

Mira a su padre, hay ocasiones que se ausenta por horas y vuelve por las tardes.

Los ojos de la pequeña juzgan duramente a su padre y le hace sentir una tremenda curiosidad de que concentra tanto a la pequeña.

-¿Sucede algo, pequeña?-

Seiya toca la nariz de su hija para llamar su atención, pero Claire corre a sus piernas y jala su cabello, provocando un ligero dolor a Seiya, que pasa a tomarla en brazos.

Las monedas y billetes son recogidos por Serena que no entiende nada.

-¿De dónde sale el dinero?-

Claire se retuerce en los brazos de su padre sin cesar.

-Bueno, sale de los trabajos.
Quizás también de los bancos y de impresoras.-

-¿Y el dinero de papá y mamá?-

Seiya ladea un poco su rostro, pero asiente recordando un poco.

-De los trabajos que papá hace, soy dueño de un restaurante y un cantante, eso genera dinero cuando la gente compra.

Como hace rato, yo compre un helado para ti y ahora el heladero tiene dinero.
No deberías preocuparte de eso, aunque papá también tiene otros métodos.-

Un guiño de ojo acompañó a esa última información causando aún más curiosidad en la pequeña, Claire se retuerce en espera de una respuesta.
Serena ahora también tiene curiosidad.

Seiya es asaltado con miradas de curiosidad y ternura, le es imposible resistirse y cede.

-Papá puede generar con un truco, algunas piedras preciosas que después vende. Así que ya basta de ese ataque.

Deberíamos irnos a casa ahora mismo, el calor y sol es bueno, pero demasiado causará malestares a mis amores.-

La última palabra de Seiya, puede ser suave pero es una decisión sobre los demás miembros de la familia.
No les queda más, recogen su picnic y se marchan a casa.

Ambos niños en los brazos de sus padres, pero Claire planea a futuro como obtener dinero (si eso le permite comprar mucho helado y dulces).
La sonrisa pícara de la menor no es pasada desapercibida por su padre que controla su dieta y que no tenga caries, como su querida esposa.

Podrán ser seres nacidos de las estrellas, pero aun pueden ser afectados por el terrible azúcar.

Cualquier comentario, duda y sugerencia se agradece.

Atte: Rinni.

Mi amada por ti me volveré un príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora