No hay nada ordinario en mí.

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No debería haber nada ordinario en ella, no, siempre fue especial y de un carácter tan fuerte como sólido similar a un diamante.

Brillante por su hermoso físico, sus notas perfectas y su trabajo como sacerdotisa en un templo.
En Rei no debería haber nada ordinario, y aunque en su pasado, aún podría considerarse la princesa del planeta Marte.

Rei era consciente desde las primeras platicas de las consecuencias y el enfado que podrían ocasionar a la bella dama de la Luna, y no Serena, la madre de ella y su creadora. Pero aún valía la pena el riesgo, llevar una vida de civil.
Al menos unos breves instantes, antes de otro acontecimiento que le hiciera volver al campo de batalla.

Sus sentimientos se mezclaban en un cóctel de confusión, perturbando a su alma y calma de forma constante. Pero en el futuro mostrado, había algo que le molestaba.

"JAMÁS ABANDONO SU PUESTO EN EL CAMPO DE BATALLA."

Si bien, conocía el motivo de su creación desde el origen de las estrellas y juro seguir con el pese a todo. Con un rastro de humanidad ahora en su sangre, la idea de ser una eterna guerrera, le aterraba y hacia doler el corazón. ¿Tenía sentido hacer eso?

Murió en su vida pasada en seguir su labor fielmente, ya ha derramado tanta sangre de formas múltiples con los enemigos que han azotado la Tierra y su carne a lo largo de años. Protegiendo a una princesa, a una amiga, pero haciéndole sentir como un peón encadenado a su futuro.
Y el futuro predestinado a seguir derramando sangre, todo por una promesa pasada.

A veces, Rei se sentía consternada de decidir abandonar todo.
Pero sentía que todo era culpa de su humanidad y las maravillas de la vida común que otros llevaban.

...

¿Porqué ella no podría aspirar a eso?
Si jamás hubo algo de ordinario en ella, estaba bien, seguiría aquel camino... pero sin ser una guerrera.

.

La primera vez.

Su figura se difuminaba en el agua del lago, el cielo azul y una pequeña barca a mitad de un destino perdido.
Había ido con el secreto en los labios, deseaba con fuerza deshacerse de aquello que aún le conectaba a todo.

Sus cuervos se quedaron en casa.

Nervios recorrían su cuerpo en pequeñas descargas eléctricas.
Sus manos sujetaban con tanta fuerza la pluma de transformación, la sangre que inyectaba en sus dedos los hizo ligeramente más rojos y la fuerza le hacia temblar. Un suspiro más, sus ojos temblaban hasta decidirse.

Un golpe en su corazón y casi como un espasmo, sus manos se abren para dejar caer la pluma en el fondo del lago.
Su mirada mira al pequeño artilugio hundirse, lejos de su alcance y abandonando de forma espiritual todo lo que le ligaba a su pasado.
Fue tan solo un par de minutos hasta que dejó de sentirlo cerca, pero aun sufría de temblores.

-Ya no más, si corre peligro, ya no podré transformarme.
Si me necesita, no podré acudir.

No tengo que estar más atada.-

...

Después sucedió algo improvisto.

La dama de la Luna, bueno, ella le castigo arrebatando lo extraordinario de ella.
Rei era ordinaria y mortal, algo que, no le gustó.

Estar desprotegida y ser ordinaria.
Rei ya no podía escuchar a Phobos y Deimos, no podía más leer la suerte y el aura de las personas.
Su papel en el templo se vio reducido a un único titulo, sus poderes sobrenaturales se marcharon como el viento. Desprovista de algo y con su soledad en el bolsillo.

Los días de Rei se volvieron amargos y extraños.
Aun tenia su inteligencia y belleza, una tenacidad suave que se rompió.

...

Su rostro se tornaba ligeramente más pálido, la preocupación que nacía de las entrañas de su abuelo solía distraerla y la idea de una vida común. Antes era su deseo más egoísta y ahora su realidad.

Pero no lo enfrentaba sola.

Un grupo de chicas estaba a su lado, sufriendo de su humanidad prematura.
Aunque las reuniones no eran comunes, hablar de ello se sentía como un nuevo tabú y una envidia hacía las 3 guardianas exteriores que cumplían celosamente su trabajo en silencio.

Rei solía mirar su teléfono, en los chats que llevaba con sus amigas y donde comunicaban sus más grandes preocupaciones.

Pero incluso eso.

Sus preocupaciones comunes le resultaban insulsas, simples y molestas.

No debería haber nada ordinario en ella, pero ahora lo era.

...
Cualquier comentario, voto o sugerencia se agradece.

Atte: Rinni.

Mi amada por ti me volveré un príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora