CAPÍTULO N° 28

12.8K 1.1K 815
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— La legión de demonios se divide en cuatro fracciones. Iniciados, adeptos, maestros sangre y señores sangre.

Mi completa atención estaba centrada en la imponente anatomía de Thapios, se desplazaba libremente y en son de mucha confianza por en el centro del enorme salón de estudio, la Cúpula. Un ambiente ubicado perfectamente en uno de los torreones oeste que bien podría abarcar a un poco más de doscientos reclutas. Las paredes estaban edificadas a base de piedra caliza, cada roca era asimétrica y se unía una con otra con el mortero extraído de las cavernas laberínticas cerca de las montañas. La luz solar apenas se filtraba por las pequeñas aperturas, era por eso que la cálida iluminación solo provenía de las antorchas y algunos de los candelabros colgados del techo.

El aula tenía una estructura circular con el suelo ascendiendo en escalones amplios que desde luego seguían la curvatura de las paredes. En cada uno de los escalones se encontraban mesas dispuestas en semicírculos, como si el salón entero fuera una arena de observación, de esta forma los reclutas podían tener un acceso libre al centro sin ningún tipo de obstrucción pues cada nivel se elevaba sobre el anterior, con mesas de madera negra incrustadas en el suelo y sillas de libre movimiento. Había al menos cinco salidas en los gradones superiores ubicados en puntos estratégicos.

— Cada fracción esta divida en tres cuadrantes y cada cuadrante cuenta con un Primus y un Látigus. El primus, es el capitán de su división, su líder, pero muy por debajo del mando de su comandante. El Látigus, es la mano derecha del Primus, ayudará a llevar el peso de cargar con ustedes depende de qué tan buenos sean o cuán lastres representen para su línea. Al ser nuevos reclutas estos cargos podrán caer en cualquiera de ustedes.

Jamás habría imaginado que incluso los demonios tenían clases exhaustivas para fortalecer sus habilidades intelectuales, desarrollar tácticas de guerra, manejar ciertos poderes infernales, descifrar y usar las runas demoniacas y hasta conocer algo sobre los linajes del inframundo a través de su larga historia.

Solté un ligero suspiro mientras mis dedos delineaban una y otra vez la runa tallada e imperfecta de la mesa, quizá hecha por algún recluta pasado que también se había cansado de sentar el trasero cuatro horas seguidas y diarias solo para nutrir su cerebro de excesiva y quizá innecesaria información sobre el infierno. Aunque si era sincera, prefería escuchar mil veces a Thapios que, a los Arcanistas, demonios dotados de gran intelecto que impartían una que otra agotadora sesión de arduo estudio.

De aspecto horrible según se rumoreaba en los pasillos de la Torre, razón por la cual tenían los rostros cubiertos con demasiadas vendas hasta el punto de que ni siquiera se podía ver un solo centímetro de su piel, no más allá de sus ojos claros y sus labios pálidos, siempre cubiertos con un manto de seda color perla y uno que otro medallón colgando de sus cuellos.

De carácter podrido, por cierto, muy poco pacientes y reacios a las bromas. Invencibles de mente, pero tan frágiles como un pedazo de rama reseca que bien podría quebrarse con una sola pisada. Si no estaban en los salones impartiendo sus conocimientos cualquiera podía encontrarlos en los calderos subterráneos, preparando y experimentando con hierbas que pronto se utilizaban en los heridos.

INFERNUM:Llamas Ardientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora