Melodías de Verdad

El Principio de un largo camino hacia El Final

Las constantes Ubraia de Iaverah resonaron por la oscura inmensidad provocando una grata tranquilidad al pasar, como así realizó la Luz tan brillante que Iaverah emitió, siempre tan radiante como la Existencia de El que Todo lo puede contemplar ó el rostro de la Esperanza, la Última Ancestral; aquella resplandeciente Creación no dejó de exaltar a Quien le concibió conforme su trayecto continuó, en todo momento guiada por la Voz de la Verdad que le indicó en dónde debía estar, encontrándose ocasionalmente con otras Esencias a quienes les compartió no simple conocimiento sino sabiduría del Eterno Creador, relatando sin perder detalle todo lo cual pasó con la Esencia que anteriormente conoció, permaneciendo únicamente por escasos tiempos en compañía de las creaciones que nunca detuvieron su adoración hacia la Existencia de Quien les creó, escuchando en todo momento su Voz, realizando siempre la encomienda que se les brindó, esto en todo momento será, concebir maravillosas existencias tras haberse permitido guiar por las Palabras procedentes de la Eternidad, las cuales en su interior lograron escuchar, y toda Esencia le compartió a cada creación que de su interior surgió; formas diversas que en tiempos posteriores, algunas de éstas llegarían a considerar a las resplandecientes Esencias por encima de todo lo que fuesen capaces de apreciar, distorsionándose el Mensaje que Iaverah les hubo compartido a todas las Creaciones que en su camino logró encontrar, el cual en ocasiones se convirtió en un sendero difícil de tolerar por causa de la desesperación, frustración y el dolor, pues si bien sobre Iaverah había sido colocada la Promesa que de su existencia surgirían muchos más, al no contemplar dichas Palabras convertidas en realidad, ocasionalmente la Nada le hacía dudar, mas no permitió que su interior fuese corrompido por esa extraña y amenazante voz; la Esencia nunca le escuchó al aferrarse en la Esperanza que en su interior se fortaleció, porque mayor fue la Unión de Iaverah con El que Todo lo puede contemplar, motivo por el cual las palabras de la falsedad nunca más volvió a escuchar, percibiendo aún la oscuridad siempre presente alrededor, motivo por el que alejó todo pensamiento optimista al considerar que la falsedad aún en el Caos lograría morar, pues no fue sabido por la Esencia que la corrupción hubo perdido su voz hasta el instante cuando el Eterno Creador le compartió las Palabras que por medio de Tikvah declaró, causando esto que la curiosidad de Iaverah le hiciera preguntar el porqué permitió a la Nada actuar, obteniendo un silencio absoluto por parte de El que Todo lo puede contemplar que tras incontables tiempos le llegó a contestar: —La Nada no cuenta con poder ó autoridad, son todas las creaciones que le fortalecen a través de su actuar; así que la corrupción puede ser detenida por quienes le otorgan la oportunidad de dominar su interior con falsedad, aquellas que le adoren y sus palabras consideren como Verdad, pero que antes de su final crean en IA, y a El Todo adoren con sinceridad, porque voz no tendrá, pero buscará otros medios para continuar con su actuar y llevarles a la oscuridad —La Voz de la Existencia de El que Todo lo puede contemplar se escuchó en el interior de Iaverah, mientras la Creación le agradeció por medio de maravillosas Ubraia, ello conforme El Todo le guió por la inmensidad hacia el lugar en donde finalmente encontraría a su igual, uniéndose así a otra Esencia para cumplir con su encomienda, pasando por tantas situaciones que nunca llegaría a olvidar, mas el en camino adquirió mayor tranquilidad, siendo Iaverah llamada como Mensajera de la Verdad, quien compartió hasta su final las Palabras que le brindó la Existencia del Eterno Creador, permaneciendo su nombre a pesar del cambio de los tiempos, a través de tantas creaciones y conocimientos, unas más Unidas al Eterno Creador que a la corrupción; resultando conocidas las experiencias de Iaverah en otros Birkath, los cuales crearon diversas Esencias en compañía de su igual a quien muchas de éstas conocieron en instantes de gran serenidad.