7. ¿Te caigo mal?

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¿Y si no te vuelvo a ver?

Capítulo 7.

—Gales Jurek—

Siempre he pensado que las personas pueden llegar a desconcertarnos tanto, que llega un punto donde ya no sabes cómo actuarán, y eso nos confunde. Puede que me haya portado mal con Cassie, y no pienso cambiar, pero tampoco podía dejarla ir sola, porque sabía que iba a consumir.

Hairéth no debió hablarle mal a Cassie, mi prima nos contó lo que pasó y yo salí a buscarla; a pesar de que mi hermano no quería. Durante la caminata a su casa los dos estuvimos en completo silencio, y era muy incómodo, no sabía qué hablar y ella parecía perdida en su mundo.

A veces me gustaría saber qué hay en su cabeza, me gustaría saber tantas cosas de ella, y es muy difícil porque los dos nos mantenemos alejados y eso hace todo más duro. Claro que quiero tenerla lejos, pero mi curiosidad por Cassie ha crecido, y no sé qué hacer ahora.

—Entra —le digo a Cassie cuando llegamos a la puerta de su casa—. He dicho que entres ya —le repito, esta vez dejando mi mano en su hombro. Levanta la mirada, y solo asiente. «La dejaré entrar así de fácil, qué me pasa»—. No le dije nada a Hairéth, ella misma te vio drogándote.

—Tus explicaciones no me interesan.

Pero por qué debes ser tan odiosa.

—¿Siempre tienes que ser así conmigo? —No se molesta en quitar la mala cara que trae. Con Cassie no se puede—. ¿Te caigo mal?

—Digamos que las personas con poco cerebro no son de mi agrado. Vete a tu casa, ya te soporté mucho.

—Eres tan…

—¿Tan qué, Gales? —Se me acerca a tal punto que debe levantar la cabeza para poder verme a los ojos. Sonrío, sabiendo que es demasiado enana delante de mí, y hasta ojos bonitos tiene. Cuando no tiene alguna reacción de drogas se mira mucho mejor. Mira hacia un lado y me fijo en el tatuaje que trae detrás de la oreja: una rosa negra.

—Tan odiosa, eso eres. Ya entra a tu casa. Muévelo —da un par de pasos hasta la puerta—. ¿Me puedo quedar contigo?

—No.

—Solo era una broma.

—Odio todo tipo de bromas.

—¿Qué no odias?

Se detiene, y sin mirarme la escucho susurrar:

—Cuando era feliz y no estaba rodeada de personas hipócritas no odiaba nada.

Termina de entrar a su casa, y me deja ahí tirado. Nunca la voy a entender, por un lado, sé que debo de estar alejado de ella, su manera de ser me puede irritar tanto que podría hacerle daño, y es que ella me recuerda a mi padre y puede que no me controle. Y por el otro lado, está que me da curiosidad esa mirada tan cargada de rabia, y de tantas cosas que me gustaría descubrir, me gustaría saber quién es en realidad Cassie Irving y por qué parece que todo le da igual, aun sabiendo que está enferma de Leucemia.

Me gustaría que ya no se drogara más, que dejara ese vicio que solo le está haciendo daño. Y es que no tengo idea cómo ayudarla, ella se mira tan inquebrantable, y otras veces se mira tan rota que no sé cómo lograr saber de su vida. Me voy a arriesgar para saber de Cassie, y si no me agrada lo que veo, solo me alejo y hago como si nada hubiera pasado. Cassie es tan impredecible que no sé qué esperar de ella, y eso me asusta. Y sí, pueden pensar que por ser un chico no debo sentir miedo, pero eso es algo estúpido, todos podemos sentir miedo sin importar el sexo.

¿Y si no te vuelvo a ver? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora