¿Y si no te vuelvo a ver?
Capítulo 33.
—Cassie Irving—
Cuando aceptamos que queremos a alguien y luego de un tiempo nos lastima, nos duele: Es una sensación de dolor que no puedes explicar, que solo se siente como clavos atravesando tu piel. Y así es como me siento yo. Es como si tuvieran mi corazón aplastado por una enorme roca, como si muchas manos estuvieran apretando mi garganta para cortar mi respiración.
Sabía que esto pasaría, sabía que iba a doler, pero jamás creí que me iba a doler hasta el punto de soltarme a llorar en la poca iluminación de mi habitación. Gales derrumbó cada barrera que interpuse para no sentir nada por nadie, y así mismo el que terminó haciéndome daño fue él.
Acepto que quiero a Gales, pero no haré nada para buscarlo, no soy quien para alejarlo de la chica que quiere. Nadie merece que yo esté tan mal, ni siquiera él, y aun así, aquí estoy, rota por dentro.
Cubro mi cuerpo con la sábana al escuchar la voz de mamá y el toque en la puerta. No quiero hablar con ella, no quiero nada que venga de su parte. Mamá también me ha lastimado con sus palabras y siempre le da el lado a todos, menos a mí. Oigo la puerta abrirse y supongo que ha entrado. Una parte de mi cama se hunde un poco y se ha sentado a mi lado.
—Cuando eras niña también te hacías la dormida para no ir a casa de tus primos —me saca la sábana—. Ya viste que te conozco —me sonríe. No digo nada, no puedo ni hablar. Mamá me mira la cara y sin darme cuenta las lágrimas regresan y ella las seca. Dejo mi cabeza en su regazo y me giro para abrazarla.
Mamá no dice nada más, solo me escucha llorar como una bebé a la que le duele algo. Y es que me duele mucho que ya no vaya a estar con Gales. Bien, soy egoísta, grosera, tengo problemas con drogas y le siguen muchas cosas, pero no quiero estar sin Gales. No quiero estar lejos de él.
Evito a toda costa mis ganas de llorar y me siento en la cama, al lado de mamá. Ninguna dice nada, hace mucho no teníamos un momento juntas. No tenemos una buena relación.
—¿Puedo saber qué tienes? Tú no eres la clase de chica que llora por todo —deja su mano en mi pierna—. ¿Te hicieron algo?
—Nada, mamá, que la vida es una mierda y es muy injusta con personas que han sufrido mucho —me mira, atenta—. No debí dejarlo entrar en mi vida, no debí ni pensarlo.
—Las cosas que no puedes cambiar, son las que terminan cambiándote luego. ¿Te refieres a Gales y a la jovencita esa que era su novia?
¿Cómo lo sabes? Lo pienso, pero no le pregunto.
Como si leyera mis pensamientos me responde.
—Ser maestra me hace saber muchas cosas interesantes. La mamá de Gales me contó todo lo que él vivió cuando la chica esa se fue.
Me pongo de pie, caminando de un lado a otro.
—Él la sigue amando y yo fui su diversión por estos meses. Pero soy una estúpida por llegar a sentir el mínimo sentimiento por Gales, él no merece nada que venga de mí, mamá. Jurek es el chico más falso que he conocido.
—Hablas por el dolor que te causa imaginar que él la ama —me quedo callada—. Si él te quiere van a estar juntos, pero si no te quiere, aléjate.
—¿Y qué hago con lo que siento por él?
Sonríe. —Cariño, no hay nada que el tiempo no cure.
Mamá es muy alta y guapa. De niña le decía que parecía una princesa, su piel blanca y sus ojos negros son tan perfectos. Me abraza y no me alejo. Extrañaba un abrazo suyo.
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¿Y si no te vuelvo a ver? ©
Teen FictionAún recuerdo aquella vez que te miré por primera vez, no sabía nada de ti, y aun así, no sentí miedo de estar a solas contigo en aquel lugar. Nunca imaginé que ese sería el comienzo de mi destrucción: y fue el comienzo de un amor que quebró cada ped...