30. Ustedes son muy sucios

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¿Y si no te vuelvo a ver?

Capítulo 30.

-Gales Jurek-

Inexplicablemente, sentía la sangre hervir dentro de mí, es como si me estuviera quemando en mi propia furia. Y no es para menos, verla de pie enfrente de mí no es la sorpresa más agradable. Esperé ver cualquier cosa al escuchar los gritos de Ailén, pero nunca que al intentar salir de mi habitación iba a encontrarme con alguien que había dejado en mi pasado. Zenda.

-¡Te dije que te largues o te saco de las greñas!

Ailén está roja de la rabia y por estar en shock no me había fijado que Zenda trae un rojo en su mejilla que, posiblemente, le hizo mi prima. Me hubiera gustado que no apareciera nunca.

-Gales... -da un par de pasos con la intención de darme un abrazo y retrocedo-. ¿Por qué te alejas? Es lo más normal que quiera darte un abrazo, hace mucho no nos veíamos. No sabes cuánto te he extrañado, mi Gales.

-Déjanos solos, Ailén.

Me da una mirada de desaprobación y nos deja solos a regaña dientes.

-Te extrañé tanto, contaba los segundos para estar aquí contigo y poder abrazarte. Seguro tienes tu vida más resuelta, sin tanto caos podemos ser felices. Ahora sí seremos solo los dos -levanto mis manos al ver que quiere agarrarlas-. Espero que sigamos igual que antes, tú sabes que me fui por ti, ya no soportaba verte como un loco, y qué estrés tu familia. La muerte de tu papá te dejó lleno de líos, espero que entiendas que por eso no aparecí en todo el tiempo que pasó.

Exploto.

-¡Por favor, no me vengas con eso ahora! Te esperé por mucho tiempo, pasó más de un año y tú nunca apareciste y ahora dices que te fuiste por mi culpa. ¿Dónde estabas cuando murió mi padre? ¡¿Dónde mierda estabas cuando yo tuve esas malditas crisis nerviosa?! -Da un respingo al escuchar mi voz que se ha cortado-. Te lloré como un niño tratando de entender por qué te habías ido, pensando en cada detalle para ver si fue mi culpa. Y no, la única que falló fuiste tú, ¿entonces, qué diablos hacía amando a un recuerdo? Explícame esa parte porque no entiendo.

-No me iba a quedar contigo viendo la clase de familia loca que tenías, siempre te dije que no me agradaba tu familia y parecía como si no te hubiera dicho nada -expresa Zenda, con cierto desprecio. Solo hay que verle la cara para saber que mi familia no le agrada. Qué ciego estuve-. En serio, olvidemos todo y sigamos nuestra relación.

-¡¿Cuál relación?! Si entre los dos todo terminó cuando te largaste -golpeo un mueble, con la única intención de no golpearla a ella-. Tú no vales la pena, Zenda -niego con mi cabeza-. Tú no merecías que yo me echara a morir por ti. Eres una basura -susurro, tan lento que dudo que me haya escuchado.

-¿Ya no me amas? -Zenda suaviza su voz-. Antes decías que yo era el amor de tu vida.

Ni siquiera sé lo que ahora siento. Es un conjunto de sentimientos que llenan mi cuerpo que lo único que quiero es hacer como si esto no estuviera pasando. ¿Por qué me afectó tanto verla de nuevo? ¿Por qué regresó? Mi vida estaba resuelta y ahora no sé qué pueda pasar. Cassie no tomará esto muy bien.

Miro a Zenda, e ignorando su pregunta. Aprieto mis puños, conteniendo la rabia y la frustración. -De verdad, vete, no quiero hacerte daño -se acerca, y aparto la mirada.

No alcanzamos a decir nada porque aparece Cassie. Su cabello tan desordenado como si hubiera pasado un tsunami solo en su cabello. Hace días no nos hablamos, los dos estamos algo enojados y la última vez fuimos muy inmaduros. Admito que la he extrañado. Aprieta mi brazo y siento un gran alivio recorrer mi cuerpo. Le sonrío. No quiero ser grosero con ella, no es culpable de nada.

¿Y si no te vuelvo a ver? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora