18. Me gustas, Irving

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¿Y si no te vuelvo a ver?

Capítulo 18.

—Gales Jurek

Se ha dejado besar por un chico que apenas conoce, ¡por Dios, latina! Esperaba que mínimo lo gritara y se le fuera encima, pero no, Cassie solo le dio una sonrisa. Claro que no son celos, no tendría por qué sentirlos, pero tampoco me gusta que se deje dar besos por desconocidos, menos si es mayor que ella.

Las chicas querían seguir de fiesta, y nos tocó traerlas a la fuerza. Cassie solo venía riéndose con ellas y a nosotros nos ignoró todo el tiempo. Mi hermano se fue a llevar a Nazlie a su casa, porque vive un poco alejada de nosotros. Supongo que pasarán la noche juntos. Ailén ya entró a casa con Emilio. Ernesto no estaba tan feliz de ver a Mia tomada y subiendo estados con chicos.

No pensábamos ir, pero Ernesto nos dañó la cabeza y seguimos a las chicas. Luego llegó Ellen y Emilio. Parecíamos estúpidos esperando afuera, porque no nos dejaron entrar.

—¿No piensas entrar? Llevamos mucho aquí afuera y hace frío —Le jalo un mechón de cabello a Cassie. Llevamos varios minutos aquí afuera y no quiere entrar—. Si no piensas entrar me iré a mi casa y te dejaré sola. ¿Por qué no quieres entrar?

—Por los huevos no te tengo, así que puedes irte —se acomoda su blusa. Me mira—. Ándale, vete a tu casa.

—Sí me iré, no vaya a ser y venga el chico del bar y se ponga celoso porque estamos juntos. Chao, Cassie.

Es insoportable. Cómo no voy a querer matarla si cada día es peor.

—Tú estás celoso, Gales Jurek. —Me detengo al escuchar su voz. Es una locura lo que dice. Me giro y me está mirando, con esa mirada tan llena de diversión y algo de sinceridad—. Tu cara de puño es porque ese chico me besó. Y eso que no viste lo que me hizo en el bar —musita en voz baja.

—No son celos.

—¿Entonces?

—Mejor cállate, Irving. Estás borracha.

Asiente. Se entra a su casa y yo me voy a la mía. Claro que no son celos, solo que Cassie me saca de mis casillas y quiero acabar con ella. Sí me confunde su actitud ante aquel chico del bar, ella no es tan liberada. Bueno, eso demuestra.

[….]

Los días sin clases son muy buenos, puedo seguir trabajando y de esa manera tener algo de dinero extra. La cafetería no está muy llena, ya llevé los pedidos y estoy sentado esperando que llegue más gente. Por lo general, vienen chicos de las universidades y escuelas cercanas.

—Pedido para la mesa 2B —tomo la bandeja con el capuchino y el pedazo de pastel que me ha entregado mi jefe. Camino hasta la mesa indicada y dejo el pedido. Cuando levanto la mirada reconozco al chico: El stripper que besó a Cassie. Hago como si nada y me retiro.

—¡Hey, mesero! —Aprieto mis puños cuando escucho que me llama. Se acerca—. Eres uno de los chicos que estaba con las chicas del bar. ¿Puedes decirme dónde encontrar a la chica más delgada? A la de los ojos azules.

«Mi momento ha llegado, señores».

—Por supuesto que sé dónde conseguirla. De hecho, a esta hora debe estar recogiendo de la guardería a sus dos hijos. Su esposo nunca los recoge y le toca a la pobrecita —miento con todo el descaro posible, y el chico por poco se le salen los ojos—. Aquí entre amigos, su esposo es celoso, hace unos días mandó al hospital a un chico solo porque la miró. Lo dejó irreconocible, parecía un colador, los doctores dicen que ya su cara no tiene arreglo. De igual manera te daré su dirección.

¿Y si no te vuelvo a ver? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora