8. ¿Te han roto el corazón?

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¿Y si no te vuelvo a ver?

Capítulo 8.

—Gales Jurek—

Estaba más que claro que Cassie no iba a perder su dignidad para acercarse a preguntar si haríamos el taller. En las siguientes clases no nos volvimos hablar, por esa razón, me tocó venir a su casa, y la maestra Irving me dejó subir a la habitación de su hija. Toco la puerta y nadie responde, la empujo y no veo a Cassie por ningún lado.

—Latina —la llamo al oír la regadera del baño, no responde. Miro su habitación y está toda desordenada, me llama mucho la atención un frasco que está en una mesa, sus pastillas son de colores muy llamativos, y recuerdo haberlas visto antes.

—Ni se te ocurra tocarlas.

Escucho su voz detrás de mí, y quito mi mano antes que me saque a patadas de aquí. La veo y está en toalla, su cabello también está envuelto en una toalla.

—¿Qué haces en mi habitación, Gales?

—Me dejó subir tu mamá, debemos hacer el taller.

Me siento en su cama. Me ignora por completo, y yo no me molesto en dejar de verla. Parece alterada, su pecho sube con rapidez. «Ha consumido». Por el ritmo de sus pulsaciones puedo darme cuenta de que se ha metido algo, pero es que solo se mira alerta y medio alterada. Nada más.

Pienso que me sacará de la habitación para vestirse, y no lo hace, solo se quita la toalla de su cuerpo, quedándose en ropa interior. No hay que hacer muchas deducciones para darse cuenta de que se cortaba, tiene pequeñas cicatrices en sus piernas y en su abdomen. Cassie es muy delgada, pero no está nada mal, la chica también tiene lo suyo. Me da la espalda para ponerse un short, y al rodar su cabello le veo el segundo tatuaje muy debajo del cuello. Es una flor japonesa, y también está en color negro, sus pétalos están floreciendo y sus espinas están bien marcadas.

—¿Cuántos tatuajes tienes?

No aguanto la curiosidad y por eso le pregunto.

—Cuatro —me muestra el que lleva del otro lado de su oreja y en la parte de atrás lleva unas alas de color azul. Se voltea hacia mí en top y me señala el que lleva en medio de sus senos, no logro verlo muy bien porque se coloca la blusa—. Todavía me falta hacerme unos más, pero no por ahora.

—Quiero ver el que llevas en medio de tus senos.

—Mejor dime que me saque el top y que quieres verme mis senos.

Me rio por su comentario.

—Tus tetas no son de mi agrado, deben estar feas. Tampoco es que quiera dañarme la vista con semejante… —no termino de decir nada más, y es que mis palabras se quedaron en el aire al ver a Cassie levantarse su top y la blusa para mostrarme sus senos. Son redondos y muy blancos—. Están lindos, pero no quería verlos.

—¿No? Dile eso a tu pene que ya se despertó —se tira en la silla enfrente de su computadora, y se ríe. Miro hacia mi entrepierna y sí tiene razón, pero es que soy hombre y ella viene a mostrarme sus senos. Aunque debo decir que sí tiene senos lindos, y tal vez… ¡no! Con Cassie nada de hacer cosas.

—Soy hombre, eso es normal.

—La excusa barata de todos los hombres. ¿Por qué no dicen que son pene loco y ya?

—Mejor cállate, hagamos el taller.

Acomoda sus cosas en la mesa de la computadora, empezamos a investigar sobre el tema que nos ha dado la maestra. Me concentro en leer lo que dice lo que hemos investigado, Cassie solo está escuchando, o eso creo hasta que la veo mirando para otro lado y mueve sus piernas con rapidez. Luce desesperada, tanto así, que no se da cuenta de que la estoy mirando. Llevo mi vista hasta el frasco que no me dejó ver, y estoy seguro de que ha consumido de esas pastillas. El ritmo de su corazón parece más rápido, y ella concentrada, pero con la mente en otro lado.

¿Y si no te vuelvo a ver? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora