¿Y si no te vuelvo a ver?
Capítulo 32.
—Gales Jurek—
—Horas antes—
—Abajo está la señora Irving, está preguntando por ti.
Ellen aparece en mi habitación. No he querido salir y he llamado a Cassie muchas veces para saber dónde está y no responde.
—Voy.
Me coloco una playera y bajo. Parece preocupada.
—¿Darsy se acostó con Yulian?
Su pregunta es muy directa.
—Yo no tengo que confirmarle eso para que le crea a Cassie, pero le diré la verdad. Darsy sí se acostó con Yulian y usted prefirió ponerla a ella por encima de su hija —desvía su mirada—. Se comportó muy mal con Cassie y ahora quién sabe dónde está. Ya es muy tarde. ¿Por qué es así con Cassie?
—Siempre me ha dado problemas, cuando le dije que no se hiciera los tatuajes, se los hizo. Dejó de ser esa chica alegre para convertirse en lo que es. La he intentado ayudar y no se deja.
—Nunca habla con ella y tampoco ha estado en su proceso de recuperación. Y sabe que no es fácil.
Su celular suena, cortando lo que iba a decir. Responde y sin querer la escucho.
—¿Qué? ¿Pero cómo? —Supongo que le están diciendo algo en la llamada—. No la dejes venir, iré por ella —pausa—. Sí. Tuvimos una discusión y por mi culpa está mal. Gracias por avisarme, Reinaldo.
Se quita el celular de la oreja.
—Cassie está en Colombia, iré por ella. La conozco y puede hacer alguna locura.
—¿Cree que la querrá ver después de cómo le habló? Puedo ir yo.
—¿Tú por qué irías?
—Es mi novia.
—¿Tú y mi hija?
—Sí, señora.
[...]
—Hora actual—
Desde la primera vez que tuve intimidad con Cassie, me gustó. Me gustó su cuerpo, los sonidos producidos por nuestros cuerpos desnudos y cada gemido que salía de su boca. Pero hoy simplemente parecía estar en otro lado, era como si no disfrutara lo que pasaba entre nosotros. Hoy, no era la Cassie que he conocido en todo este tiempo.
Es casi media noche y no he podido dormir, me ruedo en la cama y no siento a Cassie. Miro hacia la ventana de la habitación y ahí está. Sigue en ropa interior.
—Tú tampoco puedes dormir —dice, sin mirarme, y con sus pensamientos tan lejos de aquí.
—Eh… no. Siento que la noche no corre —esta vez me mira—. ¿Por qué viniste aquí?
—Necesitaba a papá.
No sé qué decir y vuelve hablar.
—Cuando Zenda te preguntó si la seguías amando ¿por qué no respondiste? —La brisa mueve los mechones de cabello que tiene afuera de su moño—. ¿La amas?
—No te niego que sí me afectó verla, pero ya no la amo —resoplo, mirándola—. Ahora tú estás en mi vida —tomo su mano—. Quiero estar contigo, no con ella.
Busca mi mirada. —Si un día cambia lo que sientes por mí, me lo dices —me besa y me rodea con sus brazos—. Tú nunca me falles —me susurra.
Levanto su rostro con mi pulgar, me acerco a sus labios y rozo su labio inferior con mis dientes. Deslizo mi mano por su espalda y la atraigo hacia mí. Que sea pequeña me ayuda a cargarla y que ella pueda rodear mi cintura con sus piernas. Me acerco a la cama y la voy dejando caer, quedando sobre su cuerpo.
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¿Y si no te vuelvo a ver? ©
Teen FictionAún recuerdo aquella vez que te miré por primera vez, no sabía nada de ti, y aun así, no sentí miedo de estar a solas contigo en aquel lugar. Nunca imaginé que ese sería el comienzo de mi destrucción: y fue el comienzo de un amor que quebró cada ped...