Capítulo 30

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Andy acabó contándomelo todo, incluso algunas de las preguntas tenía que consultarlas en internet. Eso no me dio confianza como para seguir haciéndole más preguntas, aunque él se adelantó diciendo: "las mejores cosas, se aprenden por uno mismo". 

Mi cuarto ya se parecía a muchas de las habitaciones de adolescentes de las películas que he visto durante toda la tarde. Ahora mismo Andy está modificando mi ropa, para poder ponérmela el próximo día, pero si no la lava esa prenda no tocará mi piel. 

Tuvo que tomar medidas de todo mi cuerpo para poder modificarlas y me quedaran bien. Esa acción llamó la atención de los otros dos sujetos de la casa, pero Andy parecía ignorarlos. 

Le acerqué un sándwich para que cenara y no tuviera hambre y pudiera seguir más rápido; de ese modo, mañana, con suerte, mas de la mitad de la ropa estará lista.

— Gracias.- dijo agarrando el plato que le tendí con su cena.— Un día tengo que enseñarte mi sándwich favorito, está buenísimo, seguro que te encantará.

Forcé una sonrisa que le trasmitiera mi paz mental. 

— Oye.- llamó mi atención cuando estaba metiendo un trozo de comida en su boca.— Estuve dándole vueltas desde hace unas horas; y no quiero quiero que te sientas incómoda con la pregunta, pero me da curiosidad saber que es lo que te pasa cuando no tomas tu medicación.- ¿por qué tiene curiosidad por saber eso?— Bueno... Da igual... Entiendo que es algo de lo que no quieras hablar...

Andy me transmite confianza. Solo es un poco ingenuo, pero que le encanta ayudar a los demás. 

— Lo que veo son normalmente son personas que... Forman parte de mi círculo familiar. Suelen chillarme cosas. Lo más molesto es que vienen acompañadas con unas migrañas que a veces me hacen perder el conocimiento, por ello es que debo tomar la medicación. 

— Comprendo. Aspen nos contó, algunas cosas, por si algún día te daba un ataque y él no se encontraba en casa. Pero veo que eres más responsable de lo que él te ve. 

— Gracias. Si no te importa me gustaría no hablar del tema.

— Claro, lo siento.- dice demasiadas veces que lo siente, como si necesitara que yo lo librara de algo.

Dejé de prestarle atención cuando un sonido que recorrió toda la casa me hizo girar hacia la puerta de la entrada. El único que se movió hasta esta fue Bach. Iba a paso lento y despreocupado; abrió la puerta y se quedó inmóvil impidiéndome la vista de la persona que había tocado el timbre.

Hizo exactamente lo mismo que con el hombre enmascarado, tras estar unos segundos salió a fuera. Me levanté de la silla y caminé hasta la ventana del salón. Me asomé, hasta ver a la chica de antes hablando con él. 

Que fastidio. 

Volví al lugar en el que estaba antes, en dónde Andy se había quedado callado mientras hacía mi camino de vuelta. Me senté en una de las sillas esperando a que volviera a entrar en casa. 

Observaba la aguja roja del reloj dar vueltas y ese momento nunca llegaba y empecé a incomodarme. ¿Qué tanto tenían que hablar? 

Pensé que no podíamos tener ninguna relación con ningún vecino. 

— ¿Te estás enfadando por algún motivo?- preguntó Andy. 

— Molestarse por estupideces es una pérdida de tiempo. No hago esas cosas. 

— Entiendo... ¿Quieres caminar y damos una vuelta por ahí?

— Bach no le gustaría eso. 

PINTURAS ROJASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora