He perdido la cuenta de cuantos días me han tenido aquí encerrada. Solo lo conozco cuando vienen a traerme comida, la cual apenas tengo energías para coger. Tengo la aproximación de que llevo como una semana, ya que a los dos días tuve la idea de guardar una porción de pan que me daban; hay siete trozos. Es posible que alguno se lo haya llevado un roedor inteligente mientras cierro los ojos para intentar descansar.
Mi ropa estaba sucia, pero no tanto como mi piel desnuda, a pesar de que mis brazos estaban cubiertos el frío calaba en mis huesos de una manera que no podía soportar.
Artis no ha vuelto desde que me metió aquí a la fuerza y como adiviné, no abren esa maldita puerta si no es para dejar la bandeja y automáticamente cerrarla con llave.
Los últimos días me senté en la pared al lado de la misma puerta, sería un gran malgasto de energías tener que levantarme a por ella, a pesar de que apenas comía, solo bebía y porque mi cuerpo lo exigía.
La gente de la habitación no se ha cayado, ni un minuto. Estuve tentada de tomar la pastilla muchas veces, pero tenía que tener la mente fría y dejar que esos insultos llegaran a mí. Si no fuera por el dolor de cabeza que eso me causaba no tendría inconveniente de que estuvieran toda la vida así, pero como dije, mi cabeza está a punto de estallar y no tengo maneras de salir de aquí.
He intentado todo pero es una puerta muy dura y muy inquebrantable y yo no tengo nada. Literalmente no puedo hacer nada. Seguramente muera aquí, entre estas cuatro paredes llenas de personas que me odian. Ni siquiera sé si son reales o son producto de mi imaginación. Sus golpes me hacen tener heridas por todo el cuerpo y dificulta mi movilidad.
Los días los paso enterrando mi cara en mis brazos he intentando pensar con claridad, cosa que me es imposible.
Escuché el sonido de unos pasos en la lejanía.
Vienen a traerme la misma comida de todos los días, sopa de lata calentada en un aparato metálico de ondas electromagnéticas de alta frecuencia, que sirve para cocinar y especialmente para calentar con gran rapidez los alimentos, un trozo de pan, algún tipo de refresco si ninguna marca y por último una chocolatina.
No he tomado otra cosa que no fuera la sopa pues me aporta lo suficiente para mantenerme despierta. No me fío de nada más que no conozca y puesto a que la lata no tiene nada que pueda identificar y la chocolatina viene totalmente abierta no pienso meter nada en mi organismo que no sepa a ciencia cierta lo que estoy ingiriendo y menos de un lugar que hay personas que me han metido a la fuerza.
La puerta metálica fue abierta. Un hombre de negro entró en ella, el mismo de todos los días, lo sé por la pulsera de su muñeca, que, al estirar su brazo el jersey se separa de los guantes y deja a la vista dicho objeto decorador del cuerpo.
¡La comida!
¡Van a alimentar a ese monstruo!
¿Por qué no simplemente lo dejan morir de hambre?
¡Estás sufriendo lo que tu madre pasó durante siete años, ese será tu castigo por haber nacido!
No dejaban de gritar eso , una pequeña revolución en una habitación de seis metros cuadrados. He a prendido a ignorarlos, además de que no digan nada que no es cierto. Todo lo que dicen es verdad, pero no entienden que no puedo morir ahora, tengo cosas que hacer. Abandonar la vida no entra dentro de mis planes actuales.
El hombre dejó la bandeja de plástico a un lado y se quedó unos segundos a observar la que he dejado del día anterior. Soltó todo el aire y la quitó de mi vista. Se agachó a pocos centímetros de mí y observó mis ojos con detenimiento.
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PINTURAS ROJAS
Misterio / SuspensoFui la niña más feliz, hasta que me di cuenta de que toda mi infancia era una mentira. Mamá finge ser feliz, pero hay algo que no quiere confesar y eso... No me importa. Siempre he estado en mi mundo, me han dado igual los estudios e incluso mi futu...