Capítulo 17

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POV's Artis

La habitación se encontraba vacía, totalmente oscura y silenciosa. No me fue difícil entrar en ella. Tampoco es como si tratara de mantenerla segura, hasta un niño de ocho años podría entrar. 

No hay nada de valor, todo se encuentra impoluto, nada de trastos por todas partes; algo que me imaginaba de Lin o quizás prefiera el seudónimo del doctor Belmont. 

En la habitación principal se encuentra una foto del criminal con una pequeña niña sin expresiones faciales, la cual me resulta familiar, la estúpida niña muerta, la cual se creía superior a mí. No era más que una cortina de humo. Cuelgan de las paredes algunas fotos con el resto de sus pacientes. No había una media de edad clara, ya que todos tenían muchas diferencias de edad, desde los siete años hasta los setenta; por algo engañó a todos creyéndose la persona con un título de psiquiatría, mejor del mundo. Patético. 

El reloj digital marcaban las 20:09 estaba a punto de llegar a casa, de volver de su rutina de secuestrar a personas buenas e inocentes. 

Caminé de nuevo hacia el salón, revisando de nuevo todo lo de sus paredes, lo cual era lo único que él había tenido la decencia de decorar. Mi camino se alargó hasta la cocina en la que las fotos decoraban de nuevo la nevera. Hasta es enfermizo para mí, pero entiendo su afán de recordar esos momentos en los que era alguien importante y querido por el resto de personas. 

Lo recuerdo como una persona fría y calculadora, la cual sentía empatía por su profesión y su manera de ver al mundo. Él podría decirse que era más inteligente que yo, no lo niego, es un hecho, pero a día de hoy me temo que su autoestima debe estar debilitada y frágil. 

No me habría importado que anduviera como un moribundo por las calles si hubiera metido las narices en sus malditos asuntos en vez de comprobar hasta que punto podría volverme un loco, hay límites de los cuales puedo pasar por alto como al imbécil de Aspen, he de decir que en el fondo le he cogido cierta ternura, pero sigue siendo un maldito crío estúpido que se ha enamorado; ts eso lo hace parecer débil ante todos y ante mí.

Comprobé que las imágenes de la nevera se encontraban intactas, ni una huella dactilar. Me sorprendió encontrar en ella una foto con Aspen y conmigo cuando apenas nos habíamos conocido. Resulta asqueroso. La arranqué sin ningún remordimiento de conciencia, al fin y al cabo nunca la tuve.

Desde que tengo memoria he sido siempre demasiado antisocial. Los contactos humanos me repugnan, son sacos de grasa que necesitan sentirse queridos siendo tocados por otros seres iguales a ellos. Desde que acabé en ese maldito psiquiátrico atado a la cama y obligado a recibir diferentes castigos para poder ser normal. No me escuchaban cuando decía que nunca iba a cambiar, hicieran lo que hicieran. Incluso me ataban a la cama para que no pudiera escaparme, mi único contacto con el mundo exterior era el del 'doctor Belmont', él me odiaba y lo sabía perfectamente. Odia todo lo que no tenga que ver con él mismo. 

Disfrutaba de sus miradas frías, me encantaba hacerlo enfadar y perder los nervios, solo seguía viviendo para esos momentos de placer mental que me provocaba. Sé que si no fuera un niño y no estuviera la enfermera con él me habría matado sin ningún pudor. Lo seguiría disfrutando si no fuera por lo terriblemente imbécil que es. Gracias por querer devolvérmela de esta manera tan sucia. Me encanta que jueguen a mi juego preferido, el cual siempre gano sin ningún esfuerzo, pero este hombre es un jefe, la victoria será más satisfactoria que otras veces. Ya siento que mi pecho se llena de emoción y me hace sentir más vivo.

La puerta fue abierta lentamente, el hombre entró dejando la gabardina encima del sofá. Seguía igual de viejo y anticuado. 

— ¿Hasta cuando vas a estar escondido como una rata?- preguntó desde la puerta 

PINTURAS ROJASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora