Capítulo 20

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Corrí por los callejones lo más rápido que pude. Pensé que lo había perdido de vista ero en un momento lo vi pasar por por enfrente de mí. 

Aceleró el paso conforme se percató de lo que estaba siguiendo. Se metió en un camino sin salida. Lo encontré de espaldas buscando una forma de escapar, pero para su sorpresa no podía. Era como un ratón cayendo en la trampa. 

Sacó de su gabardina una pistola para apuntarme. Levanté las manos pausadamente. 

Fijándome en sus manos notaba que estaban temblorosas. Sus zapatos era de marca al igual que su asqueroso abrigo. 

Su cara tenía una barba larga, más de lo que el doctor llevaba el último día que le vi. No parecía una postiza. Le castañeteaban los dientes; me tenía miedo.

No era el doctor Belmont. Solo era un imbécil con una pistola. 

Bajé mis manos y di media vuelta. Es increíble que me haya confundido de persona; si lo tenía hecho, joder.

— E-estate q-quieto.- tartamudeaba, incluso diría que está llorando. 

No me detuve, me desabroché la camisa llena de sangre y la coloqué en mi hombro, de mis bolsillos saqué un paquete de tabaco llevando uno de los cigarrillos a mi boca y encendiéndolo con el encendedor que se guardé dentro de la cajetilla. 

Volví al recinto. Mi vista viajó a la ventana de arriba la cual estaba encendida. Vi a través de la ventana a la cabeza de Lennon, pero esa no era su habitación, era la de Andy. 

Había un montón de gente en la puerta, incluso a las bailarinas se encontraban en un estado de pánico. Caminé a la escalera de incendios y subí por ella. Tuve que forzar un poco la cerradura, que a pesar de ser una salida de emergencias, de no utilizarla estaba atascada.

Se escuchaban ruidos abajo, gente gritando, mi cabeza dolía, solo necesito algo de tranquilidad. Me picaba el ojo, estaba teniendo un tic nervioso y no podía dejar de temblar. Las imágenes del flash del arma vuelven a mi cabeza. 

Andy salió corriendo de su cuarto con las manos llenas de sangre. 

Bloody Lennon

— Aspen, tienes que irte, rápido. La policía está en camino, alguien le ha contado lo del disparo de ahí abajo. Si te encuentran aquí, verán tus antecedentes y estoy seguro de pensaran que has tenido algo que ver con ello.- entró en el armario del pasillo dónde guardábamos utensilios sanitarios. Sacó de ahí el botiquín de primeros auxilios y lo cargó en sus brazos.

— ¿Qué vas a hacer con eso?- se detuvo, fijó su vista en mí como si no fuera obvio lo que iba a hacer.

— Voy a coser la herida de Lennon.

— ¿Sabes hacer eso?

— Digamos que mientras tú cumplías condena a mí me dio tiempo a asistir algunos cursos de sanidad. No por gusto si no por ligar con gente. Lo que más me da miedo es hacerle daño o que le quede una cicatriz terrible, pero no tiene ninguna alternativa, porque no puede ir a un hospital sin que la descubran; por otro lado, tengo que conseguirlo antes de que llegue la policía.

— ¿Por qué la ayudas?

— Por que necesita mi ayuda para salir de esta.- dio por zanjada la conversación y volvió a la habitación corriendo. Lo seguí hasta el marco de la puerta. 

El cuerpo de Lennon estaba acostado en la cama, manchando las sábanas de abajo. Tenía un cojín en la cara, tapándola. Andy hablaba de lo que iba a hacerle para tranquilizarla, cosa que en este caso no funcionaba. 

PINTURAS ROJASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora