Como castigo divino, abrí mis ojos, enfrentando la terrible realidad; y es que otro día más sigo vivo. No sé si por suerte o por desgracia.
Mi cuerpo se encontraba totalmente desnudo, solo me cubría la sábana de la cama, en la cual había otra persona durmiendo en ella. La chica de la discoteca.
Me coloqué la ropa, pues; a pesar de ser temprano necesito tomar el aire. No se escuchaba nada por los pasillos, eso me tranquilizaba, no soporto el ruido.
Las calle al igual, solo se encontraba ocupada por unas pocas personas las cuales se dirigían a sus trabajos perfectos. El tiempo era desfavorable, lloviznaba, pero no le di importancia, solo es agua. Todos corrían con el paraguas y sus bolsos encima de la cabeza, sin embargo yo camino sin rumbo hacia a algún lugar en el que me sienta menos cohibido.
He vuelto a verla, de nuevo sin las manos vacías. Coloqué una rosa blanca encima de la tumba. El reflejo de la flor adornaba la gran piedra de granito.
No sé que me ha traído aquí, supongo que estar cerca de ella me da esa tranquilidad que llevo tantos años buscando.
Mis manos volvieron a mis bolsillos, las gotas recorrían mi rostro, al igual que por mi cabello oscuro. No dejo de recordar todos los momentos en que nos hemos visto, han sido pocos, pero demasiado intensos, al menos para mi cabeza. No había nadie más en mí que no fuera ella y yo mismo y eso me frustra. No sé nada de ella, pero su actitud tan despreocupada hacía que me quisiera arrancar los pelos de la cabeza.
Estaba a punto de traspasar la puerta del cementerio, cuando una cara conocida me hizo detenerme, la chica del bar se encontraba allí, saliendo al mismo tiempo que yo. Lennon. Ella hizo lo mismo que yo, torció su cabeza al verme. Elevó su mano en forma de saludo decorado por una sonrisa tímida. Aún no se había quitado la venda, la cual se encontraba algo manchada de sangre. Algo normal teniendo en cuenta de que se se ha cortado con un cristal.
Hice un gesto con mi cabeza para continuar mi camino. El sol empezaba a salir por el horizonte, empezaba a molestarme la luz que emanaba de el, pero no me detuve, continué caminando por la calle sin ningún tipo de rumbo concreto.
Crucé un montón de calles que ya me resultaban demasiado conocidas, ya había perdido el interés en observar a los edificios.
Por la hora decidí ir a mi sesión de terapia. El doctor Sar se encontraba igual de compresivo, cosa que me ponía nervioso. nunca pude confesar lo que pasó esa noche con exactitud, solo confesé lo que había hecho, sin más. Todos se escandalizaban pensar que un niño de 10 años podía hacer esas cosas sin haber sufrido de antecedentes de psicopatía. La diferencia es que yo sé exactamente porqué lo hice, no me arrepiento de nada, solo los he vengado. Me gustaría que dejaran de buscarle una razón lógica. A pesar de que a veces me enfadara con ellos, no se merecían acabar de ese modo por esos imbéciles asquerosos.
La conversación tomó otro rumbo cuando el doctor me preguntó por ella; Angie. " Solo era una chica más" mentí y eso el doctor Sar lo sabe. A pesar de ser un nulo en su trabajo, podría decirse que cualquiera podía ver mi interés por esa chica. Fui un descuido de mi parte.
¿Mi excusa?
No había conocido a nadie con esa falta de sentimientos, jamás. Era como hablar con una muñeca e trapo.
Menos el último día que la vi, pude ver temor en sus ojos y algo de furia hacia algo.
Desearía haberle provocado eso, me gustaría observar su comportamiento, el que nadie entendía. Me gustaría estar en su cabeza para ver lo mismo que ella, esas ilusiones que solo ella puede ver, las que le provocaban ese miedo y esos camios de personalidad.

ESTÁS LEYENDO
PINTURAS ROJAS
Misterio / SuspensoFui la niña más feliz, hasta que me di cuenta de que toda mi infancia era una mentira. Mamá finge ser feliz, pero hay algo que no quiere confesar y eso... No me importa. Siempre he estado en mi mundo, me han dado igual los estudios e incluso mi futu...