Bajé las escaleras de forma lenta con los gruñidos de Bach, que antes de que acabara mi historia se fue por la puerta, arrasando todo a su paso.
Que poco considerado, malgasto mi tiempo en explicarle con detalle todos los días y ni siquiera me deja terminar mi historia.
Agarraba del cuello al hombre enmascarado y tentaba amenazarlo. Algo en mi cabeza le molesta la gente ruidosa: "si quieren jugar que se vayan a fuera". Todos estaban jugando juntos. Son demasiado raros.
Las demás personas en la casa intentaban separarlos, en uno de esos movimientos tiraron uno de los cojines al suelo, rompiendo la harmonía del salón perfectamente ordenado. Izan y Andy consiguieron alejarlos a los dos.
Entre tanto caos aburrido, mi cuerpo se acercó al cojín del suelo y volvió a colocarlo con especial cuidado encima del sofá. Tras eso escuchaba las palabras de Bach exigiendo a esa persona que se fuera de su casa. Como si eso pudiera cambiar el pasado. Me coloqué en frente de él y con una mano sostuve su mentón y ejercí presión, ganando un gruñido.
— Él es mi aliado, no vuelvas a ponerle un dedo encima, porque la pasarás muy mal.
Izan, que en ese momento sostenía a su amigo lo dejó libre de su agarre y, solo me hizo falta un gesto de cabeza para que fueran a atender al chico enmascarado, que se encontraba tremendamente aturdido y con su rostro llenos de golpes.
Solté a Bach que no dijo nada hasta que sus compañeros se fueran de la habitación ayudando al afectado en esta absurda pelea.
— No me gusta que me interrumpan mientras estoy hablando y menos que intente sabotearme los planes. Ese chico puede serme de ayuda en un futuro y no dejaré que lo asustes con tu manera primitiva de marcar terreno.
Iba a ver como se encontraba hasta que Bach se interpuso entre la salida y yo. Su mirada había cambiado a una que no lograba descifrar, pero elevaba ambas comisuras de sus labios. Siempre supe que era un tipo extraño, pero nunca me imaginé que también sería bipolar.
— ¿Eres consciente de que ahora que estás aquí estás bajo mi tutela, verdad?
— No recordaba que te hubieras follado a mi madre, para pensar que tienes la mas mínima posibilidad de mandarme.
— No, tienes razón. Pero me temo que en la vida soy más experimentado que tú, ya que te has pasado más de diez años fingiendo ser normal. Me necesitas, y te seré sincero; yo a ti también. Así que ahora que estás aquí, vas a hacer lo que yo diga, y créeme no quieres verme enfadado, Arte.
— ¿Vas a matarme a mí también, Bach?
Lo esquivé continuando con mi propósito principal, esta vez no me siguió, pero sé que eso no le dolió lo más mínimo. Tampoco sería capaz de hacerlo, sino ya lo habría hecho, pero por algún motivo quiere ayudarme.
No sé en que lugar me deja, no quiero tener que devolverle favores a nadie.
Los amigos de Bach estaban curando el rostro del hombre enmascarado, me vieron a mí para luego ponerla detrás de mí.
Me había seguido.
Ambos asintieron, cómo si Bach les hubiera dado una señal no verbal. No tardaron ni dos segundos en levantarse de su lugar, con las gestos de terror de mi aliado porque nos dejaran solos. Me aproximé hasta cierto punto para que no se sintiera incomodo y le di unos pequeños golpes en la cabeza, con algunos animales funciona.
— ¿Estás bien?- le pregunté. Este recorrió mi rostro y asintió.
Como odio cuando me mienten, es evidente que no es así. Aunque me parece impresionante que él acabara con sangre por la cara y Bach no tuviera apenas algún rasguño.
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PINTURAS ROJAS
Misterio / SuspensoFui la niña más feliz, hasta que me di cuenta de que toda mi infancia era una mentira. Mamá finge ser feliz, pero hay algo que no quiere confesar y eso... No me importa. Siempre he estado en mi mundo, me han dado igual los estudios e incluso mi futu...