Capitulo 28

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                                                                           Christian 

El día con Anastasia y Amanda fue mucho más largo... más fácil de lo que esperaba. Después de finalmente subir al tren de regreso aConnecticut, Amanda no podía dejar de hablar sobre su vestido y Anastasia y cuánto le gustaba. Y yo no la detuve. 

—Podríamos invitar a Anastasia a cenar —dijo Amanda mientras ponía los cuchillos y tenedores en el mostrador de la cocina.

 —Tal vez... en algún momento —¿Le gustaría estar aquí? ¿Le gustaría que yo estuviera aquí? No estaba seguro. 

—Bueno, de todos modos, pronto será el baile. Anastasia vendrá entonces conseguridad.

 No sabía si Anastasia en realidad aceptaría esa invitación. Pero Amanda parecía feliz y eso era todo lo que podía desear. El hecho de que Anastasia eligiera un vestido perfecto no hacía daño. Me preguntaba si en secreto intentaría hacer algo sucio, sólo para meterse conmigo, para vengarse de mí por ser un imbécil.No la habría culpado, pero no lo hizo. Estuvo brillante y hermosa y fue todo sobre Amanda. Y me di cuenta de que quería prolongar nuestro tiempo juntos,mantenerla un poco más. 

—¿Quién es Anastasia? —preguntó mi hermana Leila. Olí un interrogatorio y mi instinto fue hacer una pausa ante esta situación y escapar.

 —Te lo dije, la chica que trabaja con papá que me ayudó a elegir el vestido. 

—Pensé que una amiga tuya había ido de compras contigo —le dijo Leila a Amanda, tratando de llamar mi atención, pero deliberadamente me entretuve con la ensalada. 

—Ella es una amiga mía —respondió Amanda—. Vive en el mismo edificio que papá en la ciudad. 

—¿Y trabaja con tu padre? —preguntó Leila mientras se acercaba almostrador, tomó un trozo de pepino y se lo metió en la boca. Miré hacia Amanda, que asentía—. Parece una extraña coincidencia. ¿Ves a una chica bonita en el pasillo de tu edificio y le ofreces un trabajo afilando tus lápices?

 —No seas ridícula —le contesté y le di la ensalada para ponerla en elmostrador.

 Un golpe en la puerta hizo que Amanda chillara. 

—¡Mia! —Mis hermanas se encontraban decididas a invadirme esta noche. Leila vivía en Brooklyn, así que no la veíamos tan a menudo como a Mia, pero aun así se esforzaba por venir una vez al mes. Me agradaban mis hermanas, pero cuanto menos tiempo había de ellas en una habitación, mejor.Tomé una botella de Pinot Noir del mostrador y la descorché. 

—Oye, imbécil —dijo Mia al entrar en la sala de estar.

 —Yo también me alegro de verte. —Le entregué una copa de vino y la besé en la mejilla. 

—Lo digo en serio. ¿Por qué no me devolviste la llamada? —preguntó Mia.

 —¿Cuándo? —pregunté. No recuerdo haber recibido un mensaje. 

—Te dejé un correo de voz contándote sobre mi amiga Susana —dijo Mia mientras dejaba caer su bolso en el mostrador y tomaba un taburete—. Me pidió que los emparejara, aunque Dios sabe por qué. 

—No recibí el mensaje. —O tal vez sólo escuché la mitad del mensaje y lo borré antes de que pudiera llegar a la parte de Susana—. Lo siento.

 —¿Y? —preguntó. 

—¿Y qué? —pregunté, queriendo que cambiara de tema. Me volví hacia el horno, sacando la lasaña que dejó el ama de llaves. Nunca he querido salir con las amigas de mis hermanas. Me sorprendió que siguieran intentándolo. Mi vida estaba llena hasta el borde. 

El Rey de WsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora