Capitulo 32

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                                                        Anastasia

Continuacion..............

Incluso cuando creí que era un imbécil, lo deseaba.

 Pero no iba a admitirlo.

 Me retorcí cuando metió la mano en la cintura de mis leggins, su insistente mano empujando mis bragas. 

»¿Ves? —preguntó—. Estás mojada para mí. 

Corrió dos dedos arriba y abajo desde mi clítoris hasta mi entrada, nodando ningún alivio. Retorcí mis caderas en un esfuerzo por sentirlo más profundo y duro.

 »Admítelo —dijo—. Admite lo mucho que me deseas. 

Moví mis manos del mostrador donde las puse y agarré su camisa, dándole vueltas con los botones.

 »No —dijo, quitando las manos de mi ropa interior y apartándome las manos.

 Me quejé de frustración.

 »Admítelo —dijo.

 —Quiero ser follada. —Era verdad. 

—Eres la mujer más exasperante que conozco. Y eso es una barra muy alta, dadas las mujeres de mi vida. —Me sacó la camiseta y me hizo temblar cuando me rozó la piel con sus palmas—. Mierda —dijo cuando se dio cuenta de que no llevaba sostén—. Dime. Dímelo ahora.

 —¿Quieres sentirte especial? —le pregunté, burlándome de él—.¿Necesitas saber que las mujeres te desean por encima de cualquier otra persona? 

Sacudió su cabeza lentamente. 

—Sólo tú. Necesito oírlo de ti. 

—¿Por qué? —pregunté mientras se inclinaba y tomaba un pezón en su boca, su lengua dando vueltas y chupando, sus dedos tirando del otro.

 —Porque es la verdad —dijo y me besó otra vez en los labios—. Porque es lo que siento cuando pienso en ti, cuando estás cerca.

 El calor corrió hacia mis miembros y le puse los brazos alrededor del cuello, mirándole a los ojos. Se quedó mirándome fijamente y me levantó al mostrador de la cocina.

 Asentí.

 —Es cierto. Te deseo. —Las palabras sonaron suaves cuando salieron. ¿Se dio cuenta? 

—Lo sé —dijo, su mirada parpadeando hacia mi boca justo antes depresionar sus labios contra los míos. Suspiré con alivio. Una capa de calma nos  envolvió como si nuestras admisiones mutuas nos unieran. Mi lengua encontróla suya y en vez de ser urgente y posesiva, me permití ir a su ritmo. Le animé a que me sedujera. 

Se inclinó hacia atrás y me dio un beso en la nariz. 

»Si todavía llevas ropa, no estoy haciendo algo correctamente —dijo mientras me tiraba de la cintura. 

¿Qué le admití? ¿Dije que quería más? No estaba segura, pero en lo único que podía concentrarme era en sus dedos tirando de mis leggins, la mirada  vidriosa en sus ojos mientras examinaba cada centímetro de mi piel como si nopudiera creer lo que veía. Nada más parecía importar.

 Mientras mi ropa golpeaba el suelo, me sacó del mostrador y me condujo fuera de la cocina hasta mi cama. Cuando estuvimos juntos antes, los dos actuábamos como si estuviéramos a contrar reloj. Tirando el uno del otro,desesperados por hacer que el otro se sintiera bien lo antes posible en caso deque alguien tocara la campana y nos dijera que nuestro tiempo se acabó. Esto era diferente. Nuestros besos eran perezosos, nuestros movimientos lánguidos.Pasó sus palmas por mi cuerpo y llevó su mano a mi muslo interior mientras seacostaba junto a mí.

El Rey de WsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora