Capitulo 35

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                                                          Christian

Continuacion...

Después de pasar la noche con Anastasia, tardé más de lo habitual en pasar por todo lo que tenía que hacer, así que tomé un tren más tarde. 

—Estoy en casa —grité. Podía oír la televisión desde la sala de estar. Por lo general volvía a Connecticut en la semana para encontrar a Gail limpiando la cocina, pero su auto no estaba en el camino. ¿Se encontraba aquí sola?—. Amanda —grité. Supuse que ya no necesitaba tener niñera, pero no me gustaba la idea de que estuviera sola, esperando a que volviera. 

—Aquí dentro —gritó por el ruido de la música y los gritos. Me quité la chaqueta y la puse en la parte de atrás de uno de los taburetes y dejé caer mi celular en el mostrador. Un buen vaso de Pinot Noir era lo que necesitaba. Había sido una semana dura. Puse un vaso en el mostrador y saqué una botella de la nevera. 

—¿Puedo tener uno de esos? —preguntó Leila desde atrás. 

—Hola. —Tomé otro vaso—. ¿Qué haces aquí?

 Se deslizó sobre el taburete central. —No quería estar sola esta noche. ¿Puedo quedarme a dormir?

 Asentí con la cabeza. Claramente quería hablar. Le eché el vino en la copa mientras ella sostenía el tallo. 

»Estoy pensando en mudarme a la ciudad —dijo, inclinando la cabeza mientras veía cómo se llenaba el vaso—. A veces siento que Connecticut es donde debería estar dentro de diez años en vez de ahora. ¿Eso tiene sentido? —preguntó ella.

 —Es bueno cambiar las cosas, supongo. Nunca has vivido en Manhattan. ¿Qué vas a hacer acerca del trabajo? —Trabajaba en un banco de inversión a las afueras de Westhaven. 

Se encogió de hombros. 

Carajo, esperaba que no me pidiera trabajo.

 —Pensé en solicitar una transferencia. Hay una posición de tesorería en Manhattan en este momento. Es un nivel más alto, pero tengo la experiencia. 

Asentí con la cabeza, aliviado de que no íbamos a tener una conversación difícil. Mi teléfono vibró en el mostrador con un mensaje, el nombre de Anastasia apareciendo en la pantalla. Observé cómo leila vio el mensaje y luego se encontró con mi mirada. 

No dijo nada, así que agarré mi teléfono y abrí el mensaje. 

 Manhattan no es divertida cuando el Rey no está en residencia.

 Sonreí y miré a Leila, cuyas cejas eran tan altas que casi desaparecíanen su línea de cabello.

 —¿Algo que quieras compartir? 

Me tragué la sonrisa y cogí mi vaso. —Sólo trabajo. —Tomé un sorbo. 

—Sí, parecía trabajo. 

Pensamientos de tratar de mantener profesionales mis sentimientos por Anastasia desaparecieron hace mucho tiempo. Harper había sido clara en que no quería que la vieran como la chica que se follaba al jefe y yo no quería enturbiar las aguas entre lo profesional y lo personal más de lo que ya tenía. En la oficina acordamos que nos evitaríamos el uno al otro. Se hizo fácilmente ya que las reuniones matutinas sobre RS Stanley eran las únicas veces que nos veíamos. Algo de distancia en la oficina era algo bueno.

 Pero toda la distancia desaparecía en cuanto volvíamos a su apartamento, por alguna razón ella se negaba a venir a mi casa, aunque era más grande.

 —Oye, papá —dijo Amanda, interrumpiendo el silencio. 

—Hola, preciosa —le contesté, deseando besar a mi hija. Me preguntaba cuándo no querría besarme. Los padres me advirtieron sobre los años de la adolescencia, asegurándome que nuestro desacuerdo sobre su vestido era sólo la punta de un iceberg muy grande. 

El Rey de WsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora