Capítulo 11

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Alice observaba ida el paisaje que le brindaba los extensos jardines de la mansión, con una tristeza recorriéndole el corazón, sus manos estaban frías a causa de la baja temperatura, y su cuerpo temblaba levemente ante ella.

Mañana era su boda, y estaba destinada a ser infeliz, si no hacía lo que debía para escapar de ella, era una pena para Alice tener que desobedecer las órdenes de su padre; un hombre que había preferido vivir en el presente con las sombras de los rencores que había en el pasado, poniendo en juego su felicidad y la estabilidad de su familia.

Alice caminaba mientras las lágrimas corrían por su rostro, le dolía ver la manera en la que su padre había cambiado con ella, por algo que ella no podía controlar, el amor.

Sabía que después que desobedeciera el mandato del Rey, no se le permitiría volver a pisar ese lugar que la vio crecer y del cual no quería salir de esa manera tan humillante. Desterrada.

Siempre tuvo la esperanza de que su padre cambiaría de opinión antes de que toda esta farsa diera inicio, pero se daba cuenta que no iba a hacer así, su padre seguía en la misma posición.

Sabía que lo que iba hacer está noche valdría por mucho la pena – una sonrisa apareció en su rostro – y eso era lo que la reconfortaba, amaba a Razvan, él se había convertido en lo más importante en su vida, y era todo lo que ella necesitaba para ser feliz.

-Me alegra por fin conocer a la hija del Alpha Rey.

Alice se limpio las lágrimas sobresaltada al escuchar esa voz femenina, luego se giró encontrándose con una mujer muy hermosa recostada en un árbol a unos metros de ella.

-¿Disculpe usted quien es? – Pregunta confundida al no reconocerla, pero su olor se le hacía conocido.

-Una vieja amiga de tu padre.

Su piel se erizo al escucharla, y sabía que no era por el frío de la noche. Esa mujer tenía algo en ella que le causaba desconfianza.

-¿Qué haces sola aquí? Ya casi es media noche – Sonríe – ¿Esperas a alguien? – Pregunta con fingida dulzura.

-Solo daba un paseo – Dice con nerviosismo, no sabía mentir – Pero al parecer se me ha hecho un poco tarde.

-Sí, siempre es bueno un poco de aire fresco – Levanta las manos haciendo referencia al bosque – Pero está noche te has alejado mucho de casa.

-Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no lo había notado – Alice se estrujaba las manos ansiosa – Creo que será mejor regresar a casa.

-Tienes razón tus padres deben estar preocupados – Dice acercándose un poco a ella – Será mejor que te acompañe, es demasiado tarde y puede ser peligroso.

-Claro, muy preocupados – Dice un poco nerviosa, sabía la reprimenda que le esperaba – Disculpe ¿Cómo me dijo que se llamaba?.

-Si, tengo muchos años que no los veo – Dice con una gran sonrisa, pero algo en ella insistía en que no debía confiar, que ella no era sincera - Camina delante, yo te sigo.

-Caminemos, la casa no queda muy lejos de aquí – Alice se ajusta el abrigo inhalando ese olor que le encantaba.

Alice se giró para regresar a casa, cuando sintió un dolor agudo atravesar su cabeza, perdiendo las fuerzas de sus piernas hasta caer en la inconsciencia.

La mujer miro con fastidio a la chica que estaba tendida en el suelo, le hizo señas al par de secuaces que se ocultaban detrás de unos árboles a unos metros de ella.

-Recójanla, ya – Dice con fastidio.

-Jefa, creo que se ha pasado con el golpe – Dice uno de ellos al revisar a la chica – Parece que estuviera muerta.

SIEMPRE HAS SIDO TÚ (Saga Gemel@s) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora