¿Quién eres?

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-¡Lucía!- gritó Jennie al momento en el que entraba al hospital completamente agitada junto con Lisa.

Lucía abrió sus ojos llenos de lágrimas y dejó de caminar en círculos por la desesperación para mirar a la castaña que se acercaba igual de preocupada.

-¡Lo siento mucho señorita Kim! ¡Todo es mi culpa!-gritó Lucía rompiéndose en llanto a la vez que hacía reverencias intentando mostrar lo arrepentida que estaba.

-¿Donde está? ¡¿Donde está mi abuelo?!- preguntó Jennie alterada de la preocupación

-Sigue ahí adentro...no he podido verlo desde que entró...-respondió Lucía señalando la entrada a emergencias

-¿Que fue lo que sucedió? Dios mío.-preguntó Jennie mirando fijamente a Lucía, sus manos temblaban del miedo, quería ver a su abuelo y asegurarse de que esté bien.

Lisa veía todo igual de preocupada, esta tomó la temblorosa y sudorosa mano de Jennie para darle a entender que no está sola en esto.

-Todo es mi culpa...yo...solo quería que el señor Kim pasara un buen rato...-comenzó a explicar Lucía recordando lo que había sucedido.

Flashback

Lucía y el abuelo se encontraban sentados en un banco de madera que daba vista a las calles de la ciudad, estos comían helado de cono con una gran sonrisa mientras veían los autos pasar.

-¿Le gustó ese sabor?-preguntó Lucía divertida 

-Es diferente a lo que suelo pedir..-respondió el abuelo pasando su lengua por el helado que sostenía entre sus arrugadas manos

-Tiene que salir de lo cotidiano, no puede pedir vainilla todo el tiempo, hay sabores más interesantes. Lo invitaré a comer helado más seguido para que pueda probar toooodos los sabores y si ninguno le interesa, se queda con la vainilla ¿Le parece?-dijo Lucía con una sonrisa

-Terminaré siendo diabético niña, pero si quiero probar más de estas cosas, son deliciosas......bueno, de algo me tengo que morir. ¿Cierto?-dijo el abuelo divertido y Lucía soltó una carcajada

-Supongo que puedo invitarlo de vez en cuando, tendré que pedirle permiso a la señorita Kim sobre esto.-dijo Lucía 

-Shhhhh, no tienes que decirle nada, tú invítame a todos los helados que quieras, nadie tiene por que enterarse.-dijo el abuelo pícaro

-Eres todo un caso abuelo.-dijo Lucía soltando una carcajada, siempre se divertía con sus ocurrencias, hacía que el trabajo de cuidarlo sea más ameno.

-Señor Kim, espéreme aquí, iré a pagar los helados.-dijo Lucía levantándose del banco y el abuelo asintió levemente

Lucía rápidamente se acercó al vendedor de helados para pagarle lo que habían consumido, en torno a esa distracción, el abuelo pasó su vista a un niño al parecer de 6 años que jugaba con un balón.

El abuelo sonrió al ver al niño tan feliz, pero su sonrisa lentamente desapareció al ver como el niño se acercaba cada vez más a la calle. La pelota se le había soltado de sus pequeñas manos y ahora corría hacia la mitad de la calle para intentar recuperarla.

El abuelo rápidamente se levantó del banco y miró hacia el semáforo notando que este en unos cuantos segundos volvería a colocarse en verde, así que sin pensarlo dos veces corrió hacia el balón para entregárselo al niño y alejarlo de la calle.

-Toma, regresa con tu mamá, es peligroso cruzar la calle sin ayuda....No lo vuelvas a hacer.-dijo el abuelo entregándole el balón.

El niño tomó su balón y asintió a lo que le dijo el mayor para después salir corriendo de ahí y regresar con su madre.

Teacher / JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora