━━ 𝟢𝟢𝟫: 𝙲𝙻𝙰𝚂𝙴𝚂 𝙿𝙰𝚁𝚃𝙸𝙲𝚄𝙻𝙰𝚁𝙴𝚂

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𝓐unque Mai tenía sueño por no haber dormido demasiadas horas seguidas la noche anterior, no lo dudó ni siquiera un instante al levantarse cuando la alarma que había programado sonó indicando que era hora de marchar hacia el veterinario para saber...

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𝓐unque Mai tenía sueño por no haber dormido demasiadas horas seguidas la noche anterior, no lo dudó ni siquiera un instante al levantarse cuando la alarma que había programado sonó indicando que era hora de marchar hacia el veterinario para saber la situación del pequeño Meowy. El haber dormido con Baji había ayudado con creces a que ella no se carcomiera la cabeza pensando que el estado del minino era su culpa, pero aún así, no pudo evitar tener unas pocas pesadillas en las cuales, su mascota había muerto.

Sonaría estúpido para una persona la cual no amara igual que Mai a los animales, pero para ella, era totalmente terrorífica la idea de perder a una mascota. Solo podrían entender sus sentimientos aquellas personas que amaban a los animales, o los que ya perdieron a uno. Así que, Mai se negaba a ser parte de esas segundas personas y deseaba con todo su corazón que Meowy estuviera bien, que se pusiera a maullar como siempre y que siguiera jugando con las puntas de su pelo cada vez que iba de visita a casa de Keisuke.

Luego de haberse despejado mojándose el rostro un buen rato bajo el agua de su baño, Mai caminó directa hasta el frigorífico y rescató de éste un brik de leche de fresa que no dudó en degustar. Su mirada se dirigió a un Baji que ya vestía ropa de calle, y que se le notaba algo incómodo por no saber que decir al tener hambre tan pronto por la mañana. Eso fue motivo para que Mai esbozara una pequeña sonrisita y comenzara a hablar.

—Aún recuerdo que dijiste qua la leche de fresa daba asco,— comenzó ella. —así que, no te voy a hacer beberla. Hay cereales y leche normal, ahora te preparo algo para desayunar.

Mai abrió uno de los armaritos de la cocina ante la atenta mirada de Keisuke, y se puso de puntillas para alcanzar un bol para echar ahí los cereales y la leche. Pero, pronto recordó que su padre tenía la mala manía de colocar los utensilios de cocina que más utilizaban su mujer y su hija en las estanterías más altas, y que por ende, ellas no llegaban a no ser que fuera con ayuda o bien se jugaran la vida subiéndose a una silla o a la misma encimera.

La joven resopló, porque aunque había heredado un poco de la altura de su padre y era algo más alta que el promedio de las mujeres, seguía siendo mucho más bajita que Hiro y obviamente, no alcanzaba aquel maldito bol que parecía que se estaba burlando de ella por ser una enana. Así que, empezó a subir su rodilla para apoyarla en la encimera y así alzarse para agarrar el utensilio; fue entonces cuando Baji tomó cartas en el asunto.

Baji agarró a Mai de la cintura, y sin casi esfuerzo, la alzó para que alcanzara el bol del amarito. Aquel agarre le había tomado tan de sorpresa a la chica que le hizo soltar una pequeña exclamación a la par que sus pies se separaban del suelo, y se negó a mirar hacia Baji porque sino sabía que se iba a poner roja, nerviosa, y que quizás aquel bol terminaría estampado en su cabeza.

—Gra-Gracias por eso.— Agradeció Mai cuando volvió a estar en el suelo.

—No hay de qué,— Baji sonrió y colocó su mano derecha encima de la cabeza de Mai con la intención de que se notara la diferencia de altura, lo que sabía que le molestaría porque la chica entrecerró sus ojos hacia su dirección. —enanita. Te falta beber aún más leche para crecer.

𝐒𝐓𝐎𝐑𝐌 ━━ 𝖡𝖺𝗃𝗂 𝖪𝖾𝗂𝗌𝗎𝗄𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora