Cap. 24

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NARRA TAYLOR

Suspire por decima vez en este día. Me sentía increíblemente deprimido. A pesar de que estaba en mi jornada laboral en la librería, no podía sentirme emocionado. Ni siquiera porque estaba acomodando el stand de libros nuevos que no había leído.

Ojalá fuera capaz de viajar el pasado y poder borrar el momento donde tuve la peor idea de todas. ¿Por qué pensé que iba a funcionar? Negué suavemente cuando se me cayo una pequeña torre de libros en el suelo. Debía concentrarme...pero era difícil cuando no dejaba de pensar en eso.

***

Apagué la hornilla y me sentí orgulloso de mi trabajo. Había hecho crema de zanahoria, pastel de carne y pay de manzana. También tenia suficiente té helado de limón. Todo estaba listo para la comida de esta tarde. A lo mejor se me paso un poco la mano en hacer algo de tres tiempos, pero esto era importante.

Después de haberlo pensado un par de días, decidí que la mejor manera de hacer las cosas era conocer al chico que salía con Zeina. Tal vez así podría ver que era un mal sujeto y podía decirle a mi amiga que yo...que Henri no le convenia. Las opiniones de tus amigos eran importantes en esos temas, ¿no? Quien mejor que yo para saber si su novio mentía.

Me tomé un segundo para mirar el reloj de la cocina. Estaban a punto de llegar de sus clases en la universidad. Me quité el delantal y lo colgué en un gancho en la pared. Fui al baño a mirarme en el espejo. Me veía bien, como un chico común, solo tuve que quitarme las gafas para limpiarlas un poco. Lo pensé un segundo antes de dejar mis lentes sobre el lavabo y abrí la gaveta de los medicamentos.

Había algo que extrañaba un poco, así que saque esa caja escondida detrás de unos curitas. Tenia unos lentes de contacto nuevos que había comprado hace poco. Respiré profundo antes de prepararlos como indicaba su empaque. Una vez en su pequeño estuche especial, me coloque unas gotas en los ojos para hidratarlos. Esperaba no haber olvidado como ponerlos.

Después de diez minutos lo había logrado. Mantuve mis ojos cerrados un momento para acostumbrarme y luego los abrí. Sonreí ligeramente. No podía evitar que Patsy me trajera amargos recuerdos, pero tampoco podía olvidar lo genial que era cubrir mis ojos tan negros con lentillas de colores. Me gustaba ese tono de azul.

El timbre sonó y fui directo a abrir. Me sentía muy seguro de mi mismo en este momento. Pero cuando abrí la puerta la realidad me recordó que mi lugar en esta historia.

—Ya estoy en casa Taylor—la brillante sonrisa de mi amiga era inigualable—Lindas lentillas—mi autoestima creció un poco más con ese comentario.

—Lindo corte—dije regresándole la sonrisa lo mejor que pude.

—Gracias, ¿me queda bien?

—Muy bien, diría yo. Es un buen cambio de imagen.

—Qué bueno escucharlo de ti—suspiro aliviado con una sonrisa nerviosa.

Ese era un cambio que no me esperaba. A ella le gustaba mantener su cabello largo porque decía que eso le daba puntos de feminidad tomando en cuenta lo fuerte que era. También por que siempre se le había hecho muy elegante y bonito. Ahora Zeina tenia el cabello a la altura de los hombros. Además...lo traía de un color castaño chocolate. Muy lejos del rojo encendido que siempre cargaba. No se veía mal, pero no me lo esperaba.

—Henri también dijo que me veía muy bien—se acercó un poco más a mi como si quisiera contarme algo en secreto— pero no sabía si creerle, ya ves como son los novios—susurró con diversión.

—Te escuché perfectamente, Zeina—esa voz llamo mi atención. Era un tono profundo pero tranquilo.

—Lo sé, por eso lo dije—ella sonrió y se adentró a casa antes que el sin voltearse a mirarlo.

¡Maldito Whatsapp!  (Libro 2 después de ¡Bendito Whatsapp!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora