Cap. 18

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Narra Elliot

Y aquí estaba, en una congelada banca de un parque cualquiera tomando un vaso de café. La había liado en grande y ahora no sabia que debía hacer. ¿Recuerdan que dije que si me equivocaba de casa seria un gran problema? Pues lo hice, me confundí en la dirección y aunque si había un pelinegro alto viviendo en ese departamento. No era el que yo estaba buscando. Ese día de lluvia lo había pasado afuera de la cornisa del edificio de departamentos. Con un frio tremendo. De eso ya eran tres días.

Los que habían sido lo suficientemente largos como para que ahora solo contara con menos de 500 dólares. Sin contar que me habían robado la maleta. Si, había confiado en una persona en la que no debí y cuando menos lo espere ya estaba muy lejos con ella. Lo único bueno es que mi mochila nunca me la quitaba, por que si perdía mis documentos y las pocas cosas que cargaba en la mochila. Me volvería parte de los vagabundos que pudieran vivir en alguna parte de Francia.

Suspire y tire el vaso en el bote de basura que tenia cerca. Mi estomago gruño recordándome que las personas no vivíamos de café, agua y barras de cereal. Pero no es que pudiera darme el lujo de comprar algo mejor. Mire en un periódico que alguien tiro algún lugar donde pudiera quedarme, pero no estaba teniendo suerte. No tenia ninguna referencia y un hotel estaba fuera de mis posibilidades.

Si no tenia un lugar donde quedarme no podía conseguir un trabajo. Así que o cuidaba bien mi dinero o la próxima vez que viera a Willow seria en mi siguiente vida. Mi celular mi saco de mis pensamientos pesimistas. También había tenido que buscar un lugar donde cargar mi celular, pero fuera de eso suspire al ver de quien se trataba.

—¿Elliot? ¿Cómo van las cosas en Francia?—no es que no me hiciera feliz escucharla, pero me sentía mal mintiéndole.

—Muy bien abuela, de maravilla. Ya conseguí un trabajo—tenía que sonar animado. No quería preocuparla. Pero no pude detener un estornudo, estar tanto tiempo en la calle con las lluvias y el frio me estaba pasando factura.

—¿Estas enfermo?

—Un poco, el cambio de clima no me sentó bien. Pero estoy tomando medicamento y té de jengibre—dije mientras me ajustaba un poco la bufanda que traía puesta y empezaba a caminar. Quedarme en un solo lugar no me ayudaría en nada.

—Me alegra que recuerdes las recetas de tú abuela, ya veras que el té va a curarte más pronto que cualquier medicina.

—Si abuela, lo sé.

—Tú abuelo quiere hablar contigo.

—¿Eh? No es...—pero sabia que no me iba a escuchar por que solo oí silencio como por un minuto.

—¿Elliot?

—Si abuelo, soy yo—mi abuela se tomaba las cosas con calma. Pero mi abuelo era un tema diferente.

—¿Ya lo encontraste?—él era sumamente directo en todo sentido.

—Ya le había dicho a la abuela que...

—Si lo hubieras encontrado me contestarias fácilmente. Puedes mentirle a tú abuela, pero no a mi Elliot.

—Perdón...aún no lo encuentro—escuché un pesado suspiro que me hizo despeinarme el cabello. No sonaba bien para mí.

—¿Entonces el trabajo?

—Encontrare un pronto, pero te prometo que encontré un hostal donde quedarme unos días. Ya veras que lo encontrare antes de eso—tuve que alejar la bocina de mi para soltar dos estornudos. Joder, odiaba enfermarme con toda mi alma—Así que por favor no le digas a la abuela.

¡Maldito Whatsapp!  (Libro 2 después de ¡Bendito Whatsapp!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora