EXTRA: Sam.

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Este extra no afecta en nada a la actualidad de la historia.

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Estaba saliendo de mi casa para ir a la farmacia  de la esquina, llevaba unos short cortos, una camisa negra manga corta y unas zandalias super sencillas.

Nunca había salido en Short a la calle, no me sentía segura.

Abrí la puerta principal luego de decirle a mi mamá a donde iría, ella contestó con un "No tardes, pronto llegará Simón con sus hijos".

Simón es su nuevo novio, hoy lo presentaría.

No me gustaba hablar así de mi mamá, pero, cada mes tenia un nuevo novio ya que al enterarse de que era madre soltera de tres chicos siempre salían corriendo.

Aunque me ha sorprendido que éste no se haya ido, lleva hablando de él hace más de dos meses.

Luego de la muerte de mi padre, empecé a echarme la culpa por todo lo que me pasaba, mi mamá cambió radicalmente, salia todas las noches y me dejaba de niñera de mis hermanos menores y unos dólares para la cena.

Miré hacia los lados, me arrepentí al  instante. Habían cuatro señores un poco gordos sentados en una esquina, con unas botellas de Vocka y cerveza. Mis manos se movieron automáticamente para agarrar la parte de abajo de mi short y bajarlo un poco. Por éste tipo de cosas no me gustaba para nada mostrar mis piernas, sentía que todos me miraban.

Traté de pasar desapercibida, pero uno de ellos me vió, mostró sus asquerosos dientes y uno de sus amigos tambien se dió de cuenta. Tragué saliva.

—¿No quieres acompañarnos, muñeca? — La voz del más gordo resonó, ésta salió arrastrada por los efectos del alcohol, en un segundo tenia la mirada de los cuatro encima de mí.

—Sí, ven, nena. Se vé que eres buena compañía.

Uno de ellos se levanta, mis pies permaneces pegados a la carretera, miro alarmada a los lados y veo solo a un chico que pasa por mi lado sin inmutarse.

Antes de que él llegue hasta mí, mis pies parecen despegarse por fin, empiezo a correr hacia la farmacia. al llegar, varias personas me miran extrañados. Camino con el corazón en la boca buscando unas pastillas para calmar los dolores de la menstruación y toallas sanitarias.

Al llegar, agarré las pastillas, dos paquetes pequeños de toallas y fui al cajero. No había mucha gente por lo que pasé rápido. El miedo volvió a aumentar cuando salí de allí. Miré con una esperanza de ver a alguien conocido, pero nada. No había ningún rostro conocido y caminé con el corazón en la boca por segunda vez.

Mientras caminaba escuché las carcajadas de alguno de ellos, mis manos apretaron la bolsa que tenia en mis manos.

Las carcajadas se escucharon muy cercas, hasta que me tocó pasar por dónde estaban esos señores. Mis pies se detuvieron en un milisegundo, luego seguí.

—¡Oh! ¡Pero miren ésta hermosura! — me grita uno de ellos, empieza a decirme muchas cosas horribles y mis ojos se empiezan a aguar.

Aprieto mis dientes y les saco el dedo del medio, ellos me miran asombrados por un segundo. Otro de ellos suelta una risotada muy fuerte, mostrando sus dientes amarillos.

—¡Sólo necesitas que te cojan para que te pongas de buen humor! — la crudeza de sus palabras erizaron mi piel, me estremecí y me detuve.

—Puedo ayudarte con ello, pequeña.

—Si, ven con nosotros.

Se acercó uno de ellos. Parecía el más joven.

Su rostro se acercó al mío, mis sentidos reaccionaron de inmediato y mi mano se levanto automáticamente, dándole una bofetada. Todos quedaron asombrados.

Todo Por Ella. [Parte 1 y 2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora