❌06❌

33 9 0
                                    

Lu bajó la mirada a los pies del nuevo dueño de su alma y rozó sus dedos con el borde de los zapatos converse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lu bajó la mirada a los pies del nuevo dueño de su alma y rozó sus dedos con el borde de los zapatos converse. El chico automáticamente apartó sus pies.

—Levantate— le ordenó.

Lu se estremeció con el sonido de su voz. Obedeció de inmediato y lo miró humildemente. Se detuvo con la vista en su pecho, se imaginó lo increíble que sería abrazarlo.

—Perdóname— le suplicó.

—¿Te parece que eso limpiará los zapatos?—masculló entre dientes.

—Iré por los pañuelos— murmuró Lu dirigiéndose a la salida.

El chico la detuvo antes de atravesar el jardín y la jalo hacia él.

—Quiero que lo limpies ahora, y quiero que lo hagas con tu camisa— dijo a unos centímetros de su rostro.

Sus ojos grises brillantes opacaban el sol detrás de su cabeza. Lu sentía como la mirada de él le penetraba hasta el fondo de su alma. Ella asintió. Se arrodilló en el pasto y miró sus zapatos a la par de la bandeja con los restos de ensalada y una salsa verde misteriosa. Ella estiró su camisa hasta los zapatos del chico, pero él la detuvo con un gruñido.

—Quítatela— demandó.

Lu dudó un segundo, no traía nada de bajo más que el sostén, claro. Pero, no podía oponerse a las órdenes, su interior no le permitía negarse, además ella había sido la culpable. Se sentía torpe y avergonzada y no tuvo otra que deslizar su camisa por su cabeza y limpiar los zapatos media desnuda.
Frotó el calzado con su camisa blanca, y esta se manchó de rojo. No le importaba en ése momento que iba a vestir luego, sólo quería enmendar su error. Al chico le pareció curiosa la reacción tan obediente de Lu, al punto que se apartó de nuevo.

—Ahora, vete— le dio la espalda.

Lu tardó unos segundos en levantarse. Miró la espalda ancha y el cabello perfecto de él.

—Volveré a traerte la comida enseguida— le prometió en un susurro.

—No me traigas nada, y no te vuelvas a aparecer por aquí, ¿Entendido?

Lu asintió como si el chico la estuviera viendo. Tomó la bandeja con los vasos de cristal del suelo y se marchó. Miró hacia atrás un par de veces mientras salía, él no se movia de su sitio.

—¡¿Pero que ha pasado?!— jadeó Lila al ver los destrozos y la camisa manchada de rojo.

—Él no ha querido la comida— dijo Lu temblando.

—Te la ha tirado, ¿cierto? Siempre es lo mismo— renegó Lila.

-No, él no ha sido. Fue un accidente— se disculpó.

Lila puso su mano sujetando su frente y resopló.

—Es lo usual, Lu. Ve a comer— se retiró Lila.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora