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Si

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Si. Recuerdo perfectamente que pasó la última vez que me rebajé por un hombre. Terminé dolida, dañada y embarazada, sin intenciones de volver a enamorarme. No puedo darle otra oportunidad a Matteo, pude ver como golpeaba a esa pobre desgraciada con el cinturón. Él nunca cambiara y sé que entre Simón y Matteo hay demasiada diferencia.

—Sé perfectamente que pasó la última vez —le dije y me acerque más a él con mirada desafiante, él retrocedió— Pero Simón nunca me heriría como lo hiciste tú.

Dicho esto salí de la casa en busca de Simón. Grité su nombre pero no volteó, subió a un auto y se marchó. Bueno, siendo sincera si yo hubiera sido él hubiera hecho lo mismo, él no se merece que yo le haga esto pero quiero intentarlo con él.

—¡Lu! —escuché a Matteo y voltee a verlo— Por favor...

—No quiero escuchar más del tema, Matteo —le dije— Volveré contigo hasta que las cosas se calmen con Simón así que no te hagas iluciones.

Entré a la casa y vi a mi pequeña jugando con Danna. Por un momento pensé alejarla de ella pero cada vez que la veo no puedo evitar verme a mí misma y no puedo ser mala con ella, así que simplemente me acerque a las dos, Matteo sólo me observaba.

—¿Te gusta jugar con Danna, amor?— le pregunté agachándome.

Danna se alejo asustada.

—Es Daniela— dijo Matteo.

—Lo que sea— dije y vi como Matteo subía las escaleras al cuarto.

Matteo Pasquarelli

Subí las escaleras pues ya no aguantaba la escena de ver a Lu y Daniela así. Ella se ve a sí misma en ella y yo no puedo evitar recordar todo lo que le hice a mi pobre Lu. Pero...no puedo evitarlo, tengo una naturaleza agresiva que cuando empieza a crecer en mí no puedo siquiera pensar en el daño que causare y a cuantas personas alejaré de mí.

»No seas pendejo. Deja de lamentarte las cosas.

—¿Qué? —dije en voz alta y miré a los lados— ¿Quién está ahí?

»Yo.

—¿Quién es yo?

»Tu subconciente.

¡Oh, mierda! No. No puede ser posible. ¡Soy un loco esquizofrénico como Itzitery! Tengo un ridículo interno.

»¡Hey! Psicópata NO ridículo.

—Pero si me habías dicho que eras mi subconciente...

»Sólo lo dije para que no te alterarás pero de todos modos lo hiciste.

—¡Sal de mi cabeza!

»¡Azúcar, nunca lo haré!

—Eres un...

—Matteo... ¿Con quién hablas?— escuché a Daniela que siempre viene en el momento menos oportuno.

»¿Qué esperas? ¡Golpeala! Y bien duro con el cinturón.

—Con que eres tú...

—Matteo...me estás asustando.

—¡Pues vete!— le grité y ella salió de ahí rápidamente.

Con que esas tenemos...por culpa de mi ridículo interno es que pierdo el control pero... ¿Cómo es que nunca lo escuché hablar? La puerta volvió a abrirse, ¿quién diablos sería ahora?, voltee para ver.

—Lu...— dije con una sonrisa.

—Daniela me dijo que estabas hablando solo.

Maldita habladora.

»¿Ves? Debiste golpearla.

—Cállate.

—Estás en serio loco— dijo ella y salió de la habitación.

¡Maldito ridículo interno! ¡Vete de mi cabeza!,  sólo arruinas las cosas y no me dejas ser feliz, por tu culpa heri a la única persona que me ama y he amado, por tu culpa he maltratado a las personas que más quería. ¿Dónde estás? ¿Por qué no me respondes cobarde? Ah... Ya se fue.

Narrador

Y así fueron pasando los días en la casa Pasquarelli-Valente. La paz inundaba el lugar pues el ridículo interno »Psicópata«. Si, perdón. El psicópata interno de Matteo no había vuelto a aparecer y él estaba haciendo todo lo posible por mantenerse en línea y tranquilo.

No fue hasta el octavo día sin verse cuando Lu decidió ir al parque con la pequeña Mégane cuando lo volvió a ver. Al instante de verlo se acercó desde atrás hacia él para sorprenderlo pero la pequeña le ganó.

—¡Tío SJ!— gritó la pequeña sobresaltandolo haciendo que él volteara.

—Hola, pequeña— dijo él con una sonrisa.

La pequeña Mégane bajó de los brazos de su madre hasta su tío y este comenzó a jugar con ella. Lu se quedó ahí parada esperando que él la saludara o incluso que la mirara pero no lo hizo.

—Simón —dijo Lu y él no hizo caso— SJ, debemos hablar.

—No tenemos nada de qué hablar, Luna.

En ese momento llegó Ámbar a saludar. Lu le pidió que se llevara a la niña para ella poder hablar a solas con Simón y ésta accedió. Lu se sentó al lado de Simón, la brisa daba en sus rostros haciendo que el pelo de Lu le molestara en la cara. Simón se acercó a ella y lo colocó detrás de su oreja.

—¿En serio ya no amas a Matteo?— le preguntó.

—No— dijo ella.

—¿Quieres comenzar de nuevo conmigo y con Mégane?

—Si.

—¿Estarías dispuesta a casarte conmigo?

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora