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Un auto desbocado se acercó a toda velocidad

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Un auto desbocado se acercó a toda velocidad. Una 4x4 roja y llena de una capa de polvo seco se estacionó frente a Lu. De adentro se escuchaban varias personas estallando de risa. Lu se levantó y retrocedió un par de pasos. Los vidrios de la camioneta se bajaron y Ámbar se asomó de la ventana del piloto.

—Sube, Lu— sonrió Ámbar.

Lu dudó un segundo, pero entró en la parte trasera del auto luego de que la puerta de esta se abriera. Lu emitió un jadeo al ver a Matteo riendo a carcajadas a su lado. Antes de poder terminar su expresión de asombro, el auto arrancó a toda velocidad. Había también una chica en el asiento del copiloto, riendo como loca.

—Ámbar ¿Qué está pasando?— preguntó Lu preocupada.

—Nada. Sólo nos pusimos un poco animados antes de la fiesta.

Ámbar dio una carcajada.

Los nervios de Lu se pusieron de punta, al mismo tiempo que sus hormonas trabajaban a mil por hora al sentir la adrenalina por la velocidad a la que corría la camioneta. Matteo se inclinó hacia Lu, ella mostró una sonrisa tonta y lo miró. Él estaba ebrio, y hasta drogado, podía ser.

—¿Por qué Matteo va con nosotras?— preguntó Lu mirando como él se recostaba sobre su hombro.

—¿Cómo que por qué? ¿Qué clase de pregunta tonta es esa?— bufo Ámbar.

Lu notó que de los tres, Matteo era el que en peor estado se encontraba. Lloraba y reía al mismo tiempo, sin mencionar el sudor frío que corría por su frente mientras la temperatura de su cuerpo ascendía a los cuarenta grados.

—Ámbar, Matteo no está bien— dijo Lu agitando la cabeza de este.

Lu sentía que poseía en sus manos al ser más perfecto del mundo. El rostro húmedo de Matteo era como una reliquia valiosa e increíble.

—Creeme, querida, está mejor que nunca— aulló en respuesta.

—Debemos llevarlo a algún hospital— comentó alarmada.

Lu sospechó que Matteo sufría de una sobredosis, y que si no se atendía a tiempo él moriría. El pensamiento la aterró a tal punto de casi estallar en llanto.

—Tranquila, Lu, no está drogado... Es el vodka— se volteó la otra chica. Cabello rojo y de la misma pinta que Ámbar.

—¿Vodka?

—Si, lo pone mal; es un marica— rodó los ojos.

Lu tomó el rostro inconsciente de Matteo en sus manos y lo acomodó sobre su pecho.
Comenzó a acariciar su cabello oscuro y enterrar sus dedos masajeando su cuero cabelludo. Matteo sonrió suavemente al sentir el toque de Lu. Ambos mantenían los ojos cerrados y una sonrisa placentera. Matteo se resbaló del pecho de Lu hacia su regazo. Ella apreció el panorama ilusionada. Rozó sus dedos por los brazos musculosos y descubiertos por su camisa blanca manga corta. Era todo un placer sentir su piel rozando la suya. Matteo se acurrucó sobre las piernas de Lu. Abrió los ojos y rodó sobre el lugar hasta quedar boca arriba. Lu lo miró enternecida. Sus ojos grises entrecerrados la miraban con suavidad.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora