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•Luna Valente•

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•Luna Valente•

Hoy es el cumpleaños número dos de mi hermosa hija Mégane. Itzitery y yo planeamos hacerle una fiesta sorpresa así que Simón se ha llevado a Rosalie, Cathy y Még a los prados mientras Nina, Jazmín y yo preparamos todo para la fiesta.

Al fin he aprendido a usar ese cacharro a lo que llaman celular, el cel sonó en cuanto terminamos de prepararlo todo.

—SJ— contesté al teléfono.

—Ya estamos a menos de doscientos metros. ¿Ya está todo listo?— preguntó Simón.

—Si, tráelas— dije mirando a mi alrededor.

Itzitery ya había llegado con el señor Lí, también había llegado Michael y su familia y claro, Karol y el señor Pasquarelli. El señor Gastón ha hecho la caridad, aunque muy gustoso, el papel de payaso en la fiesta, todos esperamos que Rosalie no tome la indiscreción de desmentir la verdadera identidad del payaso. Colgué el teléfono y avisé a todos de la llegada de la pequeña cumpleañera. Buscamos un sitio donde escondernos. La puerta se abrió dando paso a las dos pequeñas delante de Rosalie y Simón. Todos gritamos: ¡Sorpresa! y explotamos confeti al momento...

A Mégane se le iluminó la cara después del saltito que dió por la sorpresa y estiró sus manos llena de felicidad. En cambio, Cathy, estalló en chillidos y llanto incesante. El grito la había asustado demasiado. Claro qué, a todos nos causó una gracia tremenda el panorama. Lí, el muy delicado con su pequeña nena, corrió hacia ella y la tomó en brazos para consolarla. En cambio, Még se lanzó hacia nosotros con pequeños saltitos de felicidad.

—¡Fiesta! ¡Fiesta!— gritaba mi hija emocionada.

—¡Nooo!— gritaba Catherine espantada en los brazos de su padre.

—¡Regalos!— fue la siguiente exclamación de Még.

—¡Si, regalos!— corrió Simón hacia ella, la tomó en sus brazos y empezó a lanzarla hacia arriba para atraparla antes de caer. Mégane gritaba y extendía sus brazos en el aire.

—¡Simón!— lo amonesto Itzitery.

Simón se detuvo y dejó a la niña quieta entre sus brazos.

—¿Sí, mamá?

—Deja que Még abra sus regalos— mascullo entre dientes.

Con el tiempo, a mí me había comenzado a caer en gracia la forma en que Itzitery evitaba que su hijo tuviera momentos de un padre con Mégane.

—¿Qué dices, MS, abrimos tus regalos?— le preguntó Simón animando a la niña.

—¡Si, si, si!— gritaba ella tirando pataletas de emoción.

Simón bajó a la niña y corrió hacia su prima Rosalie y comenzó a pegar saltitos y decirle cosas sobre los regalos.

—Han hecho un gran trabajo— me dijo Simón besando mi mejilla.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora