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Las espinas afiladas atravesaban cada partícula del corazón de Simón

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Las espinas afiladas atravesaban cada partícula del corazón de Simón. Lu notó en su mirada como ella destrozaba y carbonizaba cada uno de sus sentimientos. No evitó sentir dolor al causárselo a él. Ése fue el momento donde ella se dió cuenta que el dolor de Simón también le dolía a ella. Algo en su interior, por muy doloroso que fuera para Simón, no permitía que Lu regresara a sus brazos, y no era solamente porque el bebé que traía en su vientre pertenecía a Matteo, sino porque algo de él estaba en ella también, aunque esto no fuera fisico. Simón negaba con la cabeza mientras diminutas gotitas de agua se asomaban por sus lagrimales. Sus labios se doblaron hacia abajo haciendo un puchero como un bebé humillado. Lu sintió que su corazón también se partía. Soltó una mano de Matteo, pero por el contrario, lo agarraba más fuerte con la otra. Ella no quería lastimar a Simón, ella hubiera sufrido cualquier cosa con tal de que Simón fuera feliz, pero eso implicaría desobedecer a Matteo. Y en su mente no cabia ir en contra de Matteo, así tuviera que ir en contra de todos. Era algo antinatural para ella doblegar sus deseos.

—Dime que estás mintiendo— dijo Simón en un hilo de voz. Su labio inferior sobresalía mientras una lágrima se arrastró por su mejilla como raspando su piel.

—Dile que se vaya— susurró Matteo en el oído de Lu.

Ella cerró sus ojos y su primer instinto fue negarse, pero su corazón palpitó más fuerte en reclamo.

—Simón, vete.

Lu empuñó sus ojos.

Los ojos de Simón se abrieron y sus piernas comenzaron a temblar. Se hundía en el abismo del dolor ante las palabras de su hermosamente rota y quemada niña.

—¿Cómo puedes ponerla a hacer esto?— masculló Simón entre dientes mirando a Matteo con una mirada fulminante.

Matteo sonreía victorioso y bailaba el hula hula sobre la tumba del corazón de su sobrino.

—Lu. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué está pasando?— preguntó Lí apareciendo de la nada.

Los brazos de Matteo se aferraron con más fuerza al cuerpo de Lu, Simón dio un paso hacia atrás y todos miraron hacia Lí.

—Papá...— empezó Simón, pero Matteo lo interrumpió.

—Pasa que tu hijo se está metiendo con mi novia y mi hijo.

Lu sintió una corriente eléctrica recorriendo todo su cuerpo al escuchar la expresión de Matteo.

—¿De qué habla?— susurró Lí, luego corrió la mirada hacia Lu.

—Matteo y yo tendremos un bebé— anuncio ella.

Esta vez fue Lí quien dio un paso hacia atrás boquiabierto. Miró hacia su hijo quien permanecía con los hombros caídos y las ilusiones rotas. Lí sintió en el aire el dolor que emanaba su congénito.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora