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—Es en serio, Itzitery, estoy preocupada— le decía Karol a su hija

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—Es en serio, Itzitery, estoy preocupada— le decía Karol a su hija.

—¿Pero qué quieres que haga? Sabes que ellos no congenían— le explicaba mientras miraba a Simón de lejos.

—Inténtalo, hoy se puso peor que nunca. Tiro todas las cosas de su habitación, hizo un desastre, gritaba como si lo estuvieran violando. Ayúdame, te lo ordeno.

—Está bien, mamá. Haré lo que pueda, pero sabes que a Matteo no le gusta el fútbol, ni nada normal— rodó sus ojos.

—¡Es tu hermano!

—¡Lo sé, lo sé!... Y hablando de hermanos, ¿cuándo regresa Gas?

—Aún no lo sabe. Jura avisarnos en cuanto tenga noticias.

—Está bien, mamá. Nos vemos luego— colgó.

Era de tarde. Simón pasaba los canales de televisión sin ver alguno. Su mente estaba sumada en pensamientos, en los cuales Lu estaba presente en todos ellos. Se imaginó la vida que sería si el bebé que llevase dentro fuese suyo. Suspiró al imaginar vivir con ella, acariciar su barriga todas las noches, dormir con ella, besarla.... Cosa que nunca había hecho, pero siempre había soñado. Cuánto hubiese dado por alimentarla, decirle cosas hermosas al oído, acariciar su cabello, hacerla reír. Pero, ahora no podía hacer nada de eso, porque según Matteo, ella le pertenecía. El tema del bebé le había tocado muy fuerte, pero eso no disminuía el amor que sentía por su amada Lu. Simón apagó el televisor y caminó a su habitación miró la enorme caja de Lego's diminutos. Bostezó y llevó la caja hasta el comedor. Una vez sentado ahí, se decidió a montar una estructura, algo diferente. Tal vez, algo que le recordara a Lu. Él sentía que lo que había en su corazón era amor, como la torre Eiffel en la ciudad del amor. Sonrió y empezó a unir las piezas coloridas de forma vertical.

Luego de casi cinco horas, Simón estaba casi en la cumbre de su edificación, cuando la voz de su madre lo interrumpió.

—Simón, deja eso ya. Ve a dormir— bostezó.

—Ya voy, mamá. Sólo termino esta —respondió Simón sin voltear la mirada. Colocó la última pieza con sumo cuidado y relajó sus hombros— Ya está— suspiró.

Itzitery sonrió maléficamente mientras Simón tomaba una foto a la torre con su teléfono. Él planeaba imprimir la foto y regalársela a Lu, como un recuerdo, tal vez. Sonrió ante la imagen sonriente de Lu al recibir la foto.

—¿Y qué pasa si yo hago...esto?

Itzitery agitó su mano cerca de la creación de su hijo.

—¡No!— gritó en shock.

Itzitery sonrió y se detuvo.

—Ve a dormirte— le ordenó.

Simón se levantó y antes de subir las escaleras plantó un beso en la mejilla de su madre. Entró a la habitación y se recostó en la cama. Miró la foto de la torre y se le ocurrió una idea. Marcó el teléfono.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora