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—¿Tienes idea de lo que me estás pidiendo? Conoces mi respuesta, Simón

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—¿Tienes idea de lo que me estás pidiendo? Conoces mi respuesta, Simón. Yo amo a Matteo, lo amo, y no lo dejaría nunca, no te hagas más daño— dijo Lu acariciando su mejilla.

—Sabía que dirías eso, por eso voy a decirte lo que es Matteo en realidad.

—¡Ya basta! —lo soltó— ¡Basta de todo esto! Tú lo atacas a él, él a ti. Ninguno de los dos es perfecto, ¡ya lo sé!

—No me enorgullezco de lo que hice anteriormente, si pudiera cambiarlo por estar contigo, te juro que lo haría sin pensarlo. Pero, imaginate la pobre vida que tendrá esa bebé cuando nazca. Matteo no te ama, ni a ella, yo las amo a ambas— su voz se quebró como cristal que estalla en mil pedazos.

—No te esfuerces, nada de lo que digas cambiará mi parecer.

Lu se encogió de hombros. Ni aunque el mismísimo Matteo la echara de su vida ella se iría.

—No me interesa, de aquí no me voy si no es contigo, Luna Valente— la halo del brazo y una vez que la estampó contra su cuerpo hundió sus labios en los de ella.

Lu lo empujaba hacia atrás, pero él la mantenía aprisionada. Ella cabeceaba, pero él sostenía su cabeza con mucha más fuerza. Simón fue empujado al suelo y todos quedaron en shock. Matteo había llegado airado, furioso y violento. Comenzó a patear a Simón en el suelo sin piedad alguna.

—¡Matteo, detente!— imploró Lu ante la escena.

—¡Tú cállate, maldita! ¡Corre que luego voy contigo!— la amenazó.

—Lu, vete, por favor, busca resguardo, busca a mi madre —suplicaba Simón en el suelo— No dejes que este maldito te toque.

—¡Cierra la boca!— le dio una patada en el estómago que hizo que Simón vomitara sangre.

—¡Corre, Lu!— dijo Simón sin aliento entre tosidos.

Lu se vio indecisa, pero luego de unos segundos se echó a correr en busca de ayuda para Simón.

—¡Tú no te vas a ninguna parte, desgraciada!

Matteo persiguió a Lu y la tomó del cabello.

La arrastró por el pasto mientras ella se quejaba de dolor. Al final la estampó contra Simón, por suerte cayó sentada en el suelo.

—¿Estás bien?— tosió Simón con la boca llena de sangre.

—¡Maldita infiel! ¿Así es cómo me pagas las atenciones que te he dado a ti y a tu bastarda? ¡Les abrí las puertas de mi casa, les he dado de comer, y he tenido la misericordia de no matarla, ¿para esto?! ¡No mereces ni el aire que respiras, Luna Valente! Te resolví la vida al plantarte esa fruta podrida, hija del adulterio. No tenías que preocuparte ya nunca por bienestar económico y lo único que tenías que hacer era mantener tus piernas cruzadas, ¡pero no! ¡Eres una maldita traidora! ¡Ojalá te mueras tú y tu espuria!— gritaba Matteo hundido en el fulgor. Tomó a Lu de nuevo del cabello y la sacudió con fuerza.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora