Capítulo 34

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Esa noche la nieve caía con furia sobre la ciudad. Eran apenan las 11:57 de la noche y Louis no podía despegarse de la ventana. Era la noche de 23 de diciembre. Faltaban minutos para el 24. Faltaban minutos para su cumpleaños y ese año no sentía la alegría que años anteriores había sentido.

Las calles estaban vacías, blancas, seguro todas las familias estaban en sus hogares junto al fuego preparando todo para navidad y cantando villancicos navideños... bueno, casi todas las familias. Porque la suya estaba rota. Su madre trabajaba turno nocturno, Simón estaba embriagándose en el living y su hermana ya dormía hace horas. Y, cómo si fuera poco, el hombre que amaba estaba a miles de kilómetros de él.

Su celular comenzó a vibrar sobre la mesita de noche. No tenía ganas de pararse y ver quien era, así que solo lo dejó sonar. La persona volvió a insistir. Louis sabía que si seguía habiendo ruido tendría que enfrentarse a un Simón enojado, así que se dispuso a pararse para silenciar el celular. Pero cuando vio el nombre de él en la pantalla no pudo evitar aumentar su pulso.

—Ha...

—¡Feliz cumple Lou! —lo interrumpió, su voz sonaba ronca, como si hubiera estado durmiendo.

—¿Cómo sabías que hoy era mi cumpleaños? Y... ¿estabas durmiendo? —fue lo único que se le pasó por la cabeza.

—Son las 6 de la mañana acá, de hecho solo esperé que sean las 12 allí para saludarte, pero creo que podría dormir una o dos horas más. Quedé con Evan esta tarde, pero antes necesito comprarle un presente a Gemma y otro para... mi —hablaba mucho y muy rápido y, por un segundo, Louis pareció perdido.

—Harry, en serio gracias, fue un lindo gesto —sonrió, a pesar de que él no podía verlo.

—Ya debo irme, la señal es malísima. Te quiero Lou.

—Yo tam... —pero la llamada se había cortado.

Aunque Harry sonaba extraño, saber que se tomó un segundo de su tiempo para desearle feliz cumpleaños había mejorado en cierta forma su día.

Con una sonrisa en su rostro salió de la habitación y bajó las escaleras. Reinaba una especie de paz que daba gusto. Simón yacía dormido sobre el sofá con una botella de ron a su lado. Eso se había vuelto costumbre. Él se paseaba por la casa con botellas de todo tipo de alcohol y rara vez andaba sobrio. Pero su madre últimamente trabajaba mucho para notarlo. Vivía con una migraña constante, a veces el dolor era tan fuerte que caminaba y se chocaba con todo a su paso. Louis nunca la vio realmente, pero vio los moretones que lo probaban.

Cuando estaba poniendo el café en su taza, la puerta de entrada se abrió. Louis salió de la cocina para ver de quién se trataba, y vio a su madre entrando con una expresión de cansancio.

—Ma, hola —saludó Louis al hacer contacto visual con ella.

—Hola amor, ¿cómo estás? —le sonrió duramente antes de dejarse caer sobre el sofá. Se la veía cansada, pero no físicamente... Louis notó una especie de cansancio mental que su madre nunca antes había experimentado.

—Bien... —miró hacia el piso esperando escuchar a su madre pronunciar aquellas palabras que él tanto ansiaba—. Hoy es una linda noche, ¿no? Demasiado especial.

—Lou, amor, tráeme una bolsa de agua caliente, estoy muerta. La lluvia afuera está fatal —se quejó ignorando sus palabras.

Luego de dejar la bolsa de agua caliente sobre las piernas de su madre se puso su campera y caminó hacia la puerta, tomando antes de salir una de las botellas de alcohol de Simón.

—Disculpen —susurró antes de salir de su casa.

No sabía a dónde iba o qué iba a hacer. Pero necesitaba respirar, y con Simón bebiendo y escuchando todo el tiempo detrás de las paredes no podía. Se sentía asfixiado, muerto, en esas cuatro paredes nada parecía tener sentido. El único momento del día donde todo parecía mejorar era cuando veía a Harry. El verde de sus ojos se sentía como la esperanza. Esperanza de abrir los ojos un nuevo día y seguir solo por él. Esperanza de creer que el camino va a mejorar más adelante. Esperanza de que salga un arcoíris para ambos. Y de pronto se sintió vivo. Las gotas de agua fría golpearon fuertemente contra su cuerpo, pero no le importaba. ¡Joder, estaba vivo!

Una sonrisa se dibujó en su rostro. Inspiró con profundidad y sintió cómo aquel aire frío perforaba sus pulmones. Tenía la sensación de que por fin respiraba, luego de mucho tiempo.

Caminó sin prisa por el borde de la acera. Abrió la botella de whisky y, sin dejar de caminar, le dio un trago. El alcohol quemó su garganta, bajando como fuego hacia su estómago. Sintió que quería más, y más y más. Tomó otro trago y siguió caminando. La calle estaba desierta, la oscuridad envolvía la cuidad y la botella era su mejor amiga.

Uno tiene poder sobre su vida, uno intuye cosas, uno sabe lo que se viene. Y Louis sabía que estaba mal...

Sabes que todo está perdido cuando te encuentras llorando a las 3 a.m. tratando de buscar respuestas, sabes que no hay salida cuando ahogas tus sentimientos en alcohol, sabes que no puedes escapar cuando pensar te duele.

Sus ojos no podían ver más allá de la inmensa lluvia que golpeaba contra su cuerpo con dureza. Pequeños fragmentos de recuerdos caían sobre él, golpeándolo duramente. Aquel banco de madera parecía cómodo ya, mejor que su casa era seguro. Y allí, empapado y con una botella de whisky en sus manos, se preguntaba qué había hecho mal.

Las luces del parque parpadearon, tomó otro trago de alcohol, aventó la botella al suelo y se levantó dando tumbos.

Al llegar a su casa, reinó una especie de silencio extraño. Todo estaba como siempre. Su padre dormía en el sillón, su madre con una mejilla roja y un ojo morado, dormía a su lado nerviosa, susceptible. Tembló de rabia y, apretando los puños, subió las escaleras hasta encerrarse en su habitación. Lloró esa noche, más de lo que él habría querido. De pronto su celular sonó...

[03:14 am] Harry: "tengo un lápiz tuyo en mi mochila, lo traje porque me recordaba a ti. Espero no te moleste. Cuando te vea prometo devolverlo."

Miró el mensaje y, sin querer, se encontró sonriéndole a la pantalla. Acercó el celular a su pecho y, sonriendo, se durmió.

Fucking English boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora