Las 6 llegaron rápido. Su hermana había vuelto a dormir luego de hacerle a Louis prometer que iba a acostarse un rato más. Y, aunque le hubiese encantado, no pudo conciliar el sueño desde de la pequeña charla con su hermana. Así era él, pensaba demasiado todo, hasta lo más mínimo, y eso lo lastimaba.
Había pasado una hora sentado solo en el living, mirando la nieve golpearse en la gran ventana, pensó en lo mucho que le iba a costar a su mamá conducir hasta la escuela y evaluó la probabilidad de irse en autobús.
—¿Madrugaste, cariño? —Louis advirtió de su madre apareciendo por las largas escaleras.
Le sonrió y ella le depositó un beso en la frente. A pesar de ser un joven de dieciséis años, ya tenía asumido que iba a seguir siendo el pequeño de la familia.
—Al parecer nevó mucho anoche —añadió su madre mirando por el gran ventanal—. Se me hará difícil sacar el auto.
Louis escuchó el ruido de la cafetera y luego un exquisito aroma a café invadió su nariz.
—Puedo caminar.
—¿Y dejar que te refríes? No, amor —consideró exclamando desde la cocina—. Si tengo que dejar medio auto en la nieve lo haré, con tal de que no te resfríes. Pero tu hermana tiene revisión al medio día, ¿crees que podrías volver en autobús?
Él asintió sonriendo y se puso de pie para correr al baño. Cepilló sus dientes. Su reflejo en el espejo había llamado su atención, hipnotizándolo por completo. Sus cabellos rubios oscuros se encontraban prolijamente peinados, tenía unas leves ojeras debajo de aquellos ojos azules, y se encontraba más delgado de lo normal. Hacía tanto que no se miraba al espejo, que ya no recordaba al Louis de antes.
—¡Vamos cariño, se hace tarde! —El grito de su madre lo hizo volver a la realidad. Sacudió la cabeza, parpadeando varias veces.
Al salir del baño se encontró con una Félicité enojada esperando a que se desocupe del otro lado de la puerta. Tenía en sus manos su maletín con sus pastillas, desodorantes, cosas de higiene intima, cepillo de dientes, entre otras cosas.
—¡Adiós señor, pórtese bien! —Exclamó su hermana desde el baño, seguido de una carcajada.
Louis, ya parado en la puerta de entrada listo para salir, se colocó el gorro y sonrió.
—Cuídese señorita —le contesta antes de cerrar la puerta.
El viaje a la escuela fue tranquilo, su madre conducía mientras arreglaba una reunión para dentro de unos minutos. La nieve tapaba las casas, vistiéndolas de un blanco inmaculado. De los techos caían gotas de agua causadas por el sol pegando en la nieve. Fijó su vista al frente y se colocó los auriculares. El resto del camino se perdió entre la música.
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Fucking English boy
RomanceOjos azules, como el Atlántico. Me hacen caer como el Titanic...