Capítulo 37

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Sí, me contaron que iba a haber una fiesta el sábado hablaba ella por teléfono—. Justo salí con mi hermano a comprar ropa le apretó la mano a Louis—. No te preocupes por eso...

¡Fizzy! gritó aquel niño pequeño con lágrimas en los ojos pero ya era tarde, aquel auto había impactado contra su hermana frente a sus ojos y no pudo hacer nada para impedirlo.

—Fizzy —susurraba inconscientemente. Abrió los ojos de repente. Una capa de sudor cubría su frente y unas ganas terribles de llorar lo invadieron.

Miró hacia afuera. Había sol. Se había quedado dormido. Habían pasado casi 10 horas desde que Félicité ingresó al hospital y él, como si el pánico lo hubiera comido, sólo podía dormir y llorar. Se acomodó en la silla y pudo darse cuenta que una manta celeste lo cubría. No sabía cómo había llegado eso ahí, pero agradeció a quien sea que lo haya tapado, sino hubiera muerto congelado.

Miró si su madre andaba cerca y, al no tener novedades de ella, se levantó y fue al baño. Pese a haber lavado sus manos y rostro, no pudo evitar ocultar sus lágrimas. Mirándose al espejo, salieron dos gruesas gotas y cayeron sobre la bacha.

—¿Por qué ella? ¿Por qué? —susurró mirándose al espejo—. Ella es mi vida entera y sin ella yo no quiero vivir. No puedo, ¡no puedo! —exclamó golpeando a puñetazos la bacha de lavarse las manos. Le pegaba una y otra vez, hasta que sus nudillos comenzaron a sangrar.

—Oye, no, ¡no hagas eso! —tomándolo por sorpresa, alguien corrió hacia él y lo abrazó con fuerza—. Estás pasando un momento difícil, lo sé, pero vales mucho y no debes lastimarte, Lou.

Al escuchar "Lou" tuvo que separarse de esa persona para poder verlo con sus propios ojos porque no lo creía.

—¿Ha-Harry? —su respiración era agitada, y se dio cuenta entonces que sus nudillos le dolían mucho—. ¿Qué haces aquí?

—Cuando me dijiste que Fizzy estaba mal tomé el primer vuelo a hacia aquí y me vine —confiesa tomándolo de la mano—. Fueron muchas horas de viaje, pero aquí estoy.

—Pero... ¿y navidad? ¿Y tu familia?

—Lou, ahora necesito estar contigo, sé que te sientes mal y no voy a dejarte solo —contesta acariciando la mejilla del ojiazul.

Louis no podía creerlo. Harry había dejado a su familia, había volado más de 7 horas y había dejado de lado la navidad solo para ir a acompañarlo. Y, de nuevo, su corazón amenazó con salirse de su pecho.

—Déjame ver esa mano, te lastimaste bien feo —examina las heridas de Louis—. Vamos a pedirle un calmante a alguna enfermera, ¿va?

Salieron del baño. Louis se sentía débil, no había comido nada en horas y podía llegar a desmayarse en cualquier momento. Harry lo dejó sentado en la silla plástica donde se había dormido mientras iba en busca de una enfermera.

Volvió unos minutos después con dos vasos de café y un calmante. Se sentó a su lado y apoyó los vasos en una silla vacía. Sacó de su bolsillo un sobre de azúcar y una barra de chocolate.

—Primero toma esto —le dio el calmante con una botellita de agua que había traído consigo—. Bien, ahora toma un café, no quiero que te debilites por no comer. Y un chocolate para que te sientas mejor —la sonrisa de Harry parecía la de un niño. Le tendió el chocolate y Louis lo abrió. No podía negar que tenía hambre, y que un café le venía bien.

—Gracias Harry —dijo sintiendo cómo el café caliente bajaba por todo su cuerpo.

—Por cierto, ¿te sirvió mi manta? —preguntó al cabo de un rato.

Fucking English boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora