Capítulo 36

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La noche había llegado por fin. Louis, luego de que Zayn se marchara, comenzó a decorar la casa. Puso luces por la baranda de la escalera, colgó unas guirnaldas sobre la arcada de la cocina y puso una ramita de muérdago justo sobre la chimenea. La casa había quedado hermosa. Volteó a ver el gran árbol de navidad. Tenía bolas de muchos colores, pero había seis bolas rojas que eran especiales. Estaban colgadas una al lado de la otra en el árbol. Una decía "J", la otra "Fizzy", la otra "Lou", "Nini", "Li" y "Zayny"... esas bolas las habían decorado ellos mismos con solo 4 años de edad. Y desde ese día, están colgadas en el árbol todos los años. Bueno... no todas. Había una más, que habían sacado del árbol cuando el papá de Louis se fue. Las personas que colgaban del árbol eran, más que amigos, familia, y por eso estaban ahí. Era demasiado significativo para Louis tener el nombre de su familia y amiga allí colgado.

Se hicieron las 7 de la tarde y Louis por fin terminó, así que decidió que era buena idea tomar un baño para estar listo para esta noche. Su madre había empezado a preparar la cena y Simón aún trabajaba. Félicité no había salido de su cuarto, pero Louis le había llevado ese día una pastilla para el dolor, y ella le habló y le preguntó por Zayn. Él le preguntó si quería salir a verlo, pero ella se sentía muy adolorida para hacerlo.

Se desnudó y se metió en la ducha. Cuando ella agua caliente le golpeó contra la espalda, sintió que su mundo pesaba un poco menos. Luego de un rato salió, envuelto en una toalla azul.

Se puso su ropa interior y, cuando estaba por ponerse el jean, su celular sonó. Era una videollamada.

—¡Hey Lou! —sonrió del otro lado. Tenía marcas en la cara, de esas que te quedan cuando recién te despertas. Louis sintió ternura al verlo así. Tenía el torso desnudo. Se encontraba acostado en la cama, y se veía un tatuaje de mariposa sobre su pecho.

—¡Harry! —agitó la mano para saludarlo—. ¿Recién te levantas?

—Bueno, cuando terminé de hablar contigo me dormí tan profundamente que no escuché ninguna de las tres alarmas que puse —notó como sus mejillas se ponían rojas—. Llamaba para ver cómo estás. Aquí todo es hermoso, deberíamos venir algún día juntos, hay muchos sitios que deberías conocer.

—¿Ir, los dos, juntos? —se puso una mano sobre el pecho porque sentía que el corazón le iba a salir volando.

—Sí Lou, será divertido —pasa una mano sobre su cabeza, despeinando sus cabellos.

—Harry, ¿qué ha...? —una voz femenina se interpuso en la llamada—. Oh, estás ocupado, ya me voy. Baja a almorzar. —la voz femenina se fue y Harry sonrió.

— Era Gemma, debo irme, ¿luego hablamos? —le tiró un beso y cortó la llamada.

Eso se sentía tan irreal, tan perfecto, que por poco parecía un sueño.

Con la dulce sensación que la llamada de Harry le había dejado, se terminó de cambiar. Y luego bajó las escaleras tarareando.

—Lou, amor, ¿me ayudas con la mesa? —preguntó su madre. Así que Louis fue en busca de la vajilla que solo usaban en ocasiones especiales y la dejó sobre la mesa.

Félicité no se sentía bien para comer, por lo que fueron solo Louis, Johanna y Simón. Y, aunque hubiera querido pasarla mejor, las anécdotas de Simón sobre aquella vez que la maquila expendedora le dio 2 dulces en lugar de uno le permitían pasar un buen rato.

—57, 58, 59... ¡Feliz navidad! —gritaron los tres al unísono fundiéndose en un abrazo.

—Feliz navidad cariño, te amo —le susurró si madre dejándole un beso en su mejilla.

—Igual para ti, ma —sonrió—. Quiero llevarle su regalo a Fizzy.

Tomó de debajo del árbol una bolsa que él se había encargado de comprar y se encaminó a la habitación de su hermana. Las luces se encontraban apagadas y ella dormía. Se acercó sigilosamente y prendió el velador. Ella no se movió. Se agachó a un costado de la cama y le tocó el brazo.

—Fizzy, feliz navidad chiquita —sonrió sacudiéndola con lentitud. Ella no contestó—. Fizz... ¿Fizzy? —una especie de sudor frío recorrió su frente y comenzó a sacudirla con más fuerza—. ¡Félicité! ¡Fizzy! —la tomó de los hombros, sacudiéndola con brusquedad—. Félicité, no, por favor, no. ¡Mamá, llama a una ambulancia, rápido! Fizzy, no te me vayas, por favor, no me abandones.

Las lágrimas golpearon su rostro. Puso a su hermana contra su pecho y la mantuvo apretada. Sintió un cálido aliento salir de su boca y supo que tenía que actuar rápido.

—Fizz, por favor, Fizzy —suplicaba entre sollozos—. ¡Mamá, mamá!

Su madre apareció en la habitación y, al ver la escena, se tambaleó. Corrió hacia ellos y puso dos dedos sobre el cuello de su hija. Su pulso era lento, casi imperceptible.

Minutos después la ambulancia frenó en su casa, entre dos enfermeros la cargaron en la camilla. Louis no quizo despegarse de ella. Al subirla a la ambulancia, se metió tras su hermana. Su madre fue tras él luego de pedirle a Simón que se quede en casa y prometerle que cualquier novedad iba a llamarlo. Louis sostenía la mano de Félicité como si no quisiera que se vaya, como si así se fuera a quedar más tiempo.

Llegaron al hospital, un médico atendió a Félicité.

—¡Está teniendo un paro! Necesitamos actuar rápido —exclamó a su equipo llevándosela de ahí.

Louis y su madre se quedaron solos, en medio del pasillo. Ambos se miraron y no pudieron evitar llorar. Félicité era todo para ellos, era la luz de sus ojos, era aquella chispa que daba alegría a la vida de Louis. Y ahora era chispa corría peligro de apagarse.

—Voy a ver si los doctores nos dan más información —comentó su madre alejándose de su hijo.

Sin pensarlo, se dejó caer en una de esas sillas de plástico. Le temblaba todo el cuerpo, y sentía que en cualquier momento iba a desmayarse. El estómago se le había cerrado por completo y su vista se tornaba negra a veces. Había demasiado esfuerzo para respirar, sentía que el aire no entraba en su cuerpo.

Intentó calmarse, pero fue imposible. De pronto su teléfono sonó. Otra llamada. La canceló y luego escribió por chat.

[12:34 a. m.] yo: "Harry, lo siento. Mi hermana tuvo un paro y corrimos al hospital. No puedo atender."

[12:34 a. m.] Harry: "Lou, lo siento mucho, todo va a estar bien. Fuerza"

No contestó. No sabía qué decir y sentía que cualquier palabra de consuelo que le dijeran iba a ser en vano.

—Ningún médico quiere darme información sobre ella —Louis se percató de que su madre había vuelto.

—Solo pido a Dios que esté bien —sollozó Louis.

Unos minutos después, un médico se acercó a ellos.

—¿Familiares de Félicité? —Ambos asintieron—. Ella está estable por ahora. Queremos hacerle estudios y análisis. No podemos saber qué tiene hasta no hacerle un estudio. Ahora está en terapia intensiva, no puede recibir visitas. Solo uno puede quedarse.

—¿Va a estar bien? —se apresuró a preguntar Louis.

—Su estado es crítico, no podemos saberlo.

Sin decir más, se fue.

—Ma, quédate con ella esta noche, yo voy a estar por aquí hasta que alguien me pida que me vaya. Y si no me echan, no me muevo de acá —dice señalando una silla.

—De acuerdo amor, voy a entrar a verla. Te amo. Por favor, cuídate —de dio un beso sobre su mano y se alejó hacía donde se supone que Félicité estaba.

Se sentó en una de las incómodas sillas de plástico sintiendo que su cuerpo le pesaba.

...

Eres tramposo Bubby, era mi turno de tirar los dados se quejaba aquella niña inocente.

Mientes sentenció su hermano.

¿Ah sí? se abalanzó sobre él y comenzó a repartir cosquillas por todo su cuerpo. Louis no pudo evitar y comenzó a retorcerse y suplicarle piedad. Ambos rieron, eran felices.

Fucking English boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora