XLI: Confianza

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Se encontraba en el sótano de aquella casa alejada de la mano de Chaos. Cuanto más oscuro el lugar, mejor. La negrura lo acogía en ella.

Su mirada era neutra, literalmente vacía. Muy al contrario que su cerebro, este estaba tan lleno como podrido. Tantos años sobre el planeta y todavía no había conseguido su objetivo, más ahora tenía a un estúpido y narcisista poseyendo el libro. Miró sus manos, su pulso era perfecto. En las palmas de estas empezó a aparecer un aura negra, fruto de su poder.

Su cuerpo tenía límites para su desgracia, no podía excederse con los poseídos por día. Pero pronto dejaría de ser así. Cada vez estaba más cerca de su objetivo: la supremacía de la magia negra. Sabía que algunos magos ya habían captado su presencia, aunque no le supondría un problema. Ellos no lo atacarían sin más, y menos por separado.

Apretó los puños con fuerza dejando ver un humo negro. No lo podrán detener, lleva tiempo esperando el momento perfecto.

 No lo podrán detener, lleva tiempo esperando el momento perfecto

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Demasiada vigilancia, no estaba acostumbrado a tantos guardias. Incluso entrando por el pasadizo secreto era complicado que no lo viesen. Siempre había sido un erizo escurridizo, así que unos minutos y algún que otro medio susto le sirvieron para entrar a palacio. La cosa ahora era averiguar donde estaría Blaze sin que lo cazasen en el intento.

Fue recorriendo los pasillos sigilosamente, escondiéndose entre las cortinas. No entendía por qué tanta obsesión por los cortinajes, ni siquiera había tantas ventanas. Al final de un largo corredor le pareció distinguir la figura de Cream. Estaba quitando el polvo de uno de los múltiples telones.

—Cream. —Susurró. Ya había podido comprobar su buen oído en ocasiones anteriores, sabía que lo escucharía.

—Escuchó unos pasos cerca de él. Tenía razón—. ¿Silver?

—Aquí estoy. —Salió detrás de una de las grandes telas.

—¿Qué hace aquí?

—Necesito hablar con Blaze.

—La princesa está en sus aposentos repasando lo que tiene que hacer mañana. No creo que tenga demasiado tiempo ahora.

—Por favor Cream, me urge hablar con ella. No estaría aquí si no fuese algo importante. Lo último que quiero es molestarla por una tontería.

—Está bien, acompáñeme. Pero tenga cuidado, hay soldados haciendo guardia. —Así lo hizo, fue escondiéndose hasta llegar a la habitación de la gata.

Cream dio unos cuantos golpes en la puerta para anunciar su llegada. La princesa dio él adelante. La coneja abrió e indicó al albino que corriese dentro, a lo que él obedeció.

—¿Silver? —pregunta asombrada—. ¿Qué haces aquí? —Estaba sentada en un escritorio con algunos papeles.

—Primero que nada me disculpo. Cream me ha dicho que estabas ocupada y aun así le insistí para poder verte.

Prejuicios [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora