III: Volvamos a vernos

775 86 9
                                    

—¿No has estado nunca por aquí, verdad? —pregunta Amy aunque ya sabía lo que ocurría. Simplemente, quería ver si lo diría directamente.

—¿Por qué lo dices? —contra pregunta Sonic.

—Porque es la tercera vez que pasamos por este lugar. Admítelo, te has perdido —dice con tono algo burlesco.

—No, solo... Me gusta el paisaje —responde avergonzado. Ni siquiera sabía por qué lo estaban siguiendo, era obvio que jamás había estado ahí.

—A veces, cuando haces como que lo sabes todo, quedas en ridículo —habla Blaze. Nunca había tenido pelos en la lengua para decir la verdad a nadie, y menos a su hermano.

—Está bien, no tengo idea de donde estamos —admite.

—Es comprensible, la realeza no suele pasar por estos sitios —comenta Silver tratando de consolarlo mínimamente.

—Ven, que conmigo no te vas a perder más. —Amy coge a Sonic de la mano—. Sígueme. —Empieza a correr dejando atrás al albino y a la gata.

—¿Siempre es así de animada? —pregunta la morada.

—No te haces ni la menor idea —responde el erizo—. A veces puede parecer un terremoto. —Ríe—. Ella ha sido la única persona en sacarme una sonrisa hasta en el peor momento —dice algo melancólico.

—Tu vida no debe haber sido fácil. Se nota por como hablas.

—Supongo que ahora es agua pasada, además es una historia un poco extensa de contar.

—Me gustaría oírla si no es una molestia para ti. Parece que han adelantado bastante camino. Tendrás tiempo de contarla completa y yo de escucharla.

—Él la observa algo sorprendido. Nadie, además de Amy y su madre, se había interesado en conocerlo. Ese pequeño gesto hizo que se le escapase una sonrisa de felicidad—. De acuerdo. Los padres de Amy y los míos eran muy buenos amigos desde jóvenes. Cuando se enteraron de que mi madre estaba embarazada se pusieron muy felices, incluso me compraron regalos para mi nacimiento; a pesar de que su situación económica jamás ha sido la idónea. A los pocos meses de yo nacer, la madre de Amy se embarazó y la historia se repitió a la inversa. Durante un tiempo fuimos muy dichosos todos juntos, dejando de lado nuestro estado financiero. Ellos lo pasaban bien y yo tenía una amiga con la que siempre jugar: la vida perfecta. O al menos eso creíamos. Al poco de cumplir tres años, mis padres y el padre de Amy murieron. Tenían que ir a un pueblo de otro reino para comerciar y expandir su negocio. La única forma de llegar era cruzar un estrecho barranco. Fueron en carro y, al parecer, el caballo resbaló y los arrastró al abismo. Nunca llegaron a hallar sus cuerpos, era una zona muy cerca de la mar y probablemente los engulló. Solo se supo que allí ocurrió el accidente por algunos restos de la carreta donde viajaban.

—Es horrible —dijo escandalizada.

—Lo es. La madre de Amy me adoptó como su hijo y me crio con el mismo cariño que a su hija biológica. Cuando crecí lo suficiente me contó la verdad y respondió todas mis dudas, incluso me llevó al lugar del accidente. Ella ha sido mi verdadera madre y siempre le estaré eternamente agradecido por todo lo que ha hecho por mí.

 Ella ha sido mi verdadera madre y siempre le estaré eternamente agradecido por todo lo que ha hecho por mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Prejuicios [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora