Prejuicios [Editando]

L: Muerte

Silver había acabado donde siempre iba cuando estaba triste: el lugar en el que murieron sus padres. Debería ser un sitio traumático para él, pero más bien era lo contrario. Le relajaba en sus peores momentos. Era una zona de suelo y paredes de rocas grises, de difícil acceso que daba al mar, como una playa rocosa. De no ser el final de un gran acantilado podría tener esa función. En las ocasiones que se sentía mal y quería estar solo iba allí a calmarse con el sonido y el olor del mar.

Quizás había tenido una actitud muy infantil delante de su hermana, pero no sabía expresar el malestar que sentía en ese momento de otra forma. Es difícil ver como una persona que te ha apoyado y comprendido desinteresadamente desde que te conoció, alguien a quien amas, es comprometida. Más a sabiendas de que es en contra de su voluntad. Ni siquiera querer le podía ser fácil.

Se descalzó, arremangó sus pantalones y se metió en el mar hasta las rodillas. No pudo evitar que un escalofrío le recorriese la columna desde la lumbar a la nuca, pero luego fue agradable encontrarse dentro. Estar cerca del agua siempre le había calmado los nervios y ayudado a pensar con claridad. Es como si fuese su elemento.

Metió las manos y se enjuagó la cara. Al apartarlas sintió como si su cerebro estuviese siendo empujado hacia delante, la vista le falló por un par de segundos, seguido de un pitido de oídos. La cabeza empezó a dolerle, igual que si le fuese a estallar. Mientras el dolor perduraba, una serie de imágenes pasaba a gran velocidad por su mente, recuerdos de una mañana borrosa. Estaba recordando lo que había olvidado: su madre admitió que era la maga blanca, borró su memoria con unos polvos mágicos.

Todos los efectos de recuperar la memoria finalizaron. Miró el mar que estaba tranquilo como un plato de sopa caliente. Cuando se metió había unas pocas olas.

Su padre era el portador de la magia azul. Él, por tanto, su sucesor. La historia empezó a encajar igual que piezas de un puzzle milimétrico. Había tenido la solución delante de sus narices todo este tiempo. No es como si el agua fuera su elemento, lo era. Salió del mar y se puso sus zapatos. Las olas volvieron a azotar las rocas con suavidad. Era un iluso.

Quería a Blaze, eso lo tenía claro. Era de lo poco que tenía claro en la vida en estos momentos, pero ahora había un asunto más vital por el que romperse la cabeza. Su madre debía ayudarlo a acabar con los poseídos, la amenaza durmiente del reino.

Lunes 17 de octubre. Día del decimoctavo cumpleaños de Sonic. Todas las mucamas y guardias estaban muy felices de ver como el príncipe se convertía oficialmente en un hombre. Muchos le dieron pequeños regalos, pues lo apreciaban igual que si fuese un amigo, los cuales él aceptó gustoso. Era agradable estar rodeado de personas que te quieren.

—¡Muchas felicidades, príncipe Sonic! —dijo una conejita. A su lado estaba el tan conocido zorro, quien ocultaba algo tras su espalda.

—Felicidades, Sonic. —Extendió una maceta con unos pequeños girasoles.