XXVIII: Calma antes de la tormenta

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No sabían cómo, pero ahí se encontraban, de camino hacia las montañas. Sonic y Amy iban rumbo a una ubicación que ella había sugerido.

Todo era puro ajetreo en el hogar del erizo, la reina llegaría mañana. Los nervios eran palpables. Chaos parecía que se dedicase a cumplir sus plegarias, ya que, como auténticos enviados, habían aparecido sus amigos para calmarlos.

Él se aburría. Necesitaba aire fresco, caminar largas distancias, alejarse de su casa. Podría decir que la chica era una mala influencia al sugerir escaparse, pero no era cierto. El erizo era la primera mala influencia al haberlo pensado antes y no poner ninguna queja ante la propuesta.

No se le dijeron a Blaze. Sabía que ella era demasiado responsable como para huir de sus obligaciones. A veces no se parecían en nada. Silver le haría compañía en todo caso.

Desde hacía un tiempo había empezado a pensar que era el mejor candidato para ser pareja de su hermana. Gran persona, educado, amable, buena planta... Lo tenía todo, o quizás se estaba volviendo un obseso como su madre.

Sacudió la cabeza. No, él solo quería que fuese feliz con quien eligiese.

—¿Te encuentras bien? —La voz de su amiga caló en su cabeza interrumpiendo sus pensamientos.

—¿Eh? Sí. Solo pensaba.

—Pues te quedas bastante ido al pensar. —Ríe. Él se sonroja avergonzado. ¿Qué cara debía quedársele cuando pensaba?—. Era broma, no te preocupes. —Tranquiliza—. En breve llegaremos a nuestro destino.

El olor a vegetación lo serenaba. Debía dejar de preocuparse por un rato y olvidarlo todo. Ya tendrá demasiadas preocupaciones a partir de mañana.

Llegaron al lugar. En su reino había lugares verdaderamente preciosos. Era un lago situado en un valle, rodeado de árboles, hierba y algunas flores repartidas entre este.

—Encontré este lugar de casualidad el otro día con Silv. ¿Te gusta?

—Sí, es precioso. Muchas gracias por traerme. —Sonríe, se le veía muy contento. Ella sonríe también, le gustaba hacer feliz a los demás.

Se acercan a la orilla del lago. Sonic se sienta con cuidado de ensuciar su vestimenta lo menos posible, mientras que Amy se deja caer sobre el césped.

—No tengas miedo de ensuciar la ropa, para eso la lavamos —dice ella.

Él se queda parado unos segundos, recordando todas las veces que su madre le había regañado por esa acción. Termina imitando a su amiga.

De vez en cuando alguna que otra nube pasaba por el cielo. Comentaban que veía cada uno en ellas, dando curiosos resultados.

Juraría que no habían pasado ni cinco minutos cuando, realmente, había transcurrido más de una hora. Se incorporó, el sol les calentó la cara durante un rato. Hoy era uno de esos días cálidos de otoño. Se quitó el guante derecho y metió la mano en el agua. Estaba fresca. La eriza al escuchar los pequeños chapoteos se levantó con rapidez.

—¿Nos bañamos?

—Él se sonrojó. Sus amigos tenían la costumbre de bañarse en cualquier lugar, sin ropa—. Mmm... No... Gracias —dijo avergonzado.

—Vamos, ¡no seas aburrido! —El chico se mantuvo en silencio, ni siquiera le dirigía la mirada—. Puedo bañarme con ropa interior si así te sientes menos incómodo.

—Pero aun así, está mal vernos en esas formas. Eso solo lo pueden hacer las parejas casadas.

—Ella suspira, estaba claro que se habían educado de manera distinta—. Mira, hagamos una cosa. Dentro no se ve, yo me meteré con ropa interior y cuando compruebes mi teoría entrarás tú. ¿De acuerdo? —No esperó la respuesta del erizo y, con tres rápidos movimientos, se lanzó al lago. Sonic se dignó a girarse para ver a su amiga en el agua—. ¿Ves? ¿A que no se ve nada?

Prejuicios [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora