Querida Agatha,
Cuando leas esto, creerás que no debes odiarme. Mejor dicho, habrás olvidado que debes (en tiempo pasado, presente y futuro) odiarme con todas las fuerzas de tu corazón. Ya sé que es difícil para ti aferrarte a sentimientos tan dañados como los que alguna vez te provoqué, pero es lo que me merezco por todo lo que te hice. Te escribo esto no sólo con la vaga excusa de pedirte disculpas, pero también para recordarte lo que te hice pasar. Si tu compasión por mí es más grande que tu rabia, te pido que reconsideres tus opciones. Que sepas que, desde aquella noche, me es imposible mirarme al espejo.
Ódiame a mí, hazlo. Pero a él...
Agatha, Liam no tuvo la culpa de nada.
Él no fue sino otra víctima de mi desquiciada cabeza destructiva. Te lastimé a ti y lo lastimé a él y aunque no lo creas, también me lastimé a mi en el proceso. No solo los perdí a los dos, hice que se perdieran entre ustedes. Ser el responsable del dolor que atravesaban las personas a quien más quiero es el castigo más grande que se haya inventado. Llevo el pecho clavado un puñal desde aquella noche en la que destruí nuestra amistad.
Estoy asumiendo mis culpas e intentando reparar mis errores para que no tengas que vivir más con eso. Deja que yo lleve el peso, mi pequeña Agatha, tú ve y lidia con el resto.
Nunca supe manejar tu amor. Nunca supe manejar el amor de nadie, pero estoy aprendiendo. Y aunque es tarde para nosotros dos, y seguramente es tarde para mí, tú aun tienes tiempo.
Fuiste una buena amiga. Fuiste mi mejor amiga. Lo lamento todo.
Y si todavía puedo pedirte algo (ya sé que no, pero lo hago de todas formas) es que te des la oportunidad de buscar el amor donde está el amor. Ambos sabemos que se encuentra justo a tu lado, esperando que llames.
Llama, te contestará. Y donde sea que yo esté para cuando leas esto, estaré pensando en ustedes dos.
Y estaré sonriendo.
Con amor, Harry.
Nos dirigimos al café donde he quedado con los chicos. El atardecer cubre todas las calles con ciertos tonos sepia que combinan con mi estado de ánimo. Él camina junto a mi, en silencio. Yo camino junto a él, muda. Nada más que el sonido de mis zapatos contra el pavimento y los comunes ruidos metropolitanos para llenar los espacios entre los dos.
Gracias a Dios no puedo tocarlo. Si esa posibilidad estuviera sobre la mesa, estoy segura de que justo ahora intentaría entrelazar mi mano derecha con su izquierda. Más segura estoy de que él se apartaría, evitando el contacto.
Imagen: latidos desincronizados.
Lo único que puedo ser es su voz para aquellos que no le pueden oir. Lo único que puedo darle es mi corazón entero, incluso cuando ya no estoy segura que hará con él.
Él no puede contestar las preguntas que quiero hacer, de modo que ni siquiera lo intento. Avanzamos por las calles y quizás yo también esté fuera de esta dimensión, porque me siento tan hueca y transparente, como si de alguna forma las personas pudieran atravesarme sin siquiera percatarse de ello.
A veces olvidas ser gentil conmigo, quiero decirle, a veces te olvidas de que puedes lastimarme.
Pero lo último que necesita Harry es que me apunte a su lista de culpas, así que me muerdo la lengua. ¿Y por qué me siento así, a todas estas? ¿Tengo derecho de estar tan angustiada...tan celosa? qué palabra tan terrible. Siempre creí que los celos se asemejarían a la furia y la rabia. Emociones coléricas. Pero si es así, ¿por qué me siento tan jodidamente triste?